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Acción artística para salvar las casas terreras en Canarias

Nueva acción artística realizada por Luis Eduardo Fierro (pintor artístico, ilustrador, Cómic Guanche, profesor de dibujo y pintura, activista) en dos casas del Toscal, del siglo XVIII, que pueden ser las más (o de las más) antiguas que quedan en todo Santa Cruz. Sólo por ello, ya tenían que estar restauradas.

Esta acción es “100% reivindicativa”, no es un simple mural, pues, según apunta Fierro, “parte de una causa muy noble y se persigue una consecuencia todavía más noble, salvar las casas terreras en Canarias”. Aunque en esta ocasión se hace especial hincapié en la campaña “SALVAR EL TOSCAL”, uno de los barrios más antiguo de la capital, que está inmerso en una brutal especulación desde hace décadas. El resultado es el abandono, la ruina y la desidia lamentable de las administraciones que ni siquiera se ponen de acuerdo (el Cabildo quiere proteger estas dos casas, pero el Ayto. quiere derribarlas). Esto mismo sucede con otras 500 casas más de Santa Cruz de Tenerife.    

Localización de las casas

Ambas casas están en la calle San Antonio, justo enfrente de la casa Siliuto, famosa por “esconder”, supuestamente, otro caso de corrupción.

Luis Eduardo Fierro describe su “acción artística”

Apenas quise ni tocar la casa que está peor, pero sí que borré unos feos graffitis que había en la fachada y la ventana azul claro. Quise hacer más cosas, y siempre puede quedar mejor (también peor), pero da mucho respeto pintar sobre una casa de casi 3 siglos y hay que dar buen ejemplo. Apenas hice algo entre ambas casas, como continuar veladamente el zócalo y una línea de sombra de tejas inventada que decae hacia el azul y que quise dejar incompleta, para apenas sugerir un «algo» inexplicable pero evidente (el abandono). Quise pintar grietas y piedras, pero me contuve. También quise pintar el feo tejado de cemento gris con tejas, pero igual se caía y preferí dejarlo como está, quizás para que nos dé más vergüenza al compararla con la otra. También hice una gran ventana de madera, típica canaria, que pinté de verde, como la puerta, para tapar la fea ventana de rejas que había. En los visillos de la ventana usé arpillera de un saco con «historia»: el de las papas «kinegüa» (King Edward).

Sobre la puerta verde, pinté un dintel, con su riachuelo de humedad típico de las casas añejas. El color de la fachada y el zócalo es difuminado, como insinuando una dirección (de izquierda a derecha, de lo arreglado a lo abandonado). Una especie de azul nuboso a la izquierda de la fachada parece subir hacia el cielo, donde pude pintar una gran palmera a tamaño real. Sobre el tejado hay una especie de zócalo azul-gris que quise pintar para que se vea el mar que nos robaron, pues a Santa Cruz le robaron su litoral y lo ensuciaron con kilómetros de cemento, hormigón y petroleras (¡qué barbaridad!), desde la refinería hasta San Andrés… Al menos ahora, aunque suene a chiste : «ya se puede ver el mar desde el Toscal».

Importante resulta señalar que la técnica que siempre uso es pintura al agua, brochas y pinceles, nunca graffiti. Fue también una lucha contra los elementos: el sol abrasador y la inclinación del tejado fue una incomodidad tremenda. ¡Qué fácil sería con un elevador de esos que suben y bajan con un simple botón!

El tejado fue una de las cosas que más me gustó pintar, pues apenas se veían las tejas, casi enterradas bajo capas de pintura de azotea roja. Pinté el canalón claro y alegré las tejas de matices… ¡qué diferencia!

En cuanto a la palmera, es difícil, muy difícil, hacer una a tamaño real que parezca de verdad, que parezca que se mueve, que esté viva. Hay que pensar que esto es un trabajo con mayúsculas y que el altruismo está muy bien, pero cansa bastante darlo todo (tiempo, pinturas, maderas, etc…), sin saber lo que va a durar así (esa es otra…) y sin saber también si tendrá la repercusión y consecuencia deseadas. No hay más que ver lo abandonadas y ruinosas que están las Casas terreras canarias en todas las Islas y durante décadas: en serio peligro de extinción por la especulación autóctona.

El enemigo es «de aquí», no de fuera, que ya es el colmo… La gente debe espabilar ya de una vez y exigir a los ayuntamientos y cabildos que protejan y restauren cuanto antes las casas terreras de arquitectura tradicional en toda Canarias, pues forman parte del paisaje isleño lo mismo que las palmeras, dragos, tabaibas, cardones, volcanes y el mismísimo mar que «nos mancharon de marrón».

Mi opinión es que de estos de «lo nuestro» no podemos ya esperar nada bueno, pues de ellos no vendrá la solución (demostrado), sino más especulación autóctona.  

 

Campaña a favor de las casas terreras canarias

 

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