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¡Agua! El derroche de hoy, la guerra del mañana

¡El agua! Qué bien tan preciado y necesario, sin él no existiría la vida misma y el mundo sería de los colores apagados de las rocas y el polvo. El agua, que cumple  esencial cometido sin desaparecer en su constante transformación cíclica. Pero ¿somos conscientes del valor que tiene el agua, tan escasa y preciada, en nuestras vidas? ¿Cómo se gestionan los diferentes procesos de explotación humana sobre el vital elemento en todas sus fases? ¿Tiene sentido que tomemos agua de las entrañas de la tierra para devolverla convertida en ponzoña tóxica? ¿De cuánta agua disponemos en el Archipiélago hasta que se agote al ritmo que vamos? ¿Son el legado de la deforestación, el empleo de agroquímicos en la agricultura, la sobrepoblación, la falta de educación y malos hábitos de consumo e incluso el actual modelo turístico de piscinas y campos de Golf, sostenibles a corto plazo? Estamos viendo que no, que en los años que tiene la vida media de una persona, nuestros mayores han podido comprobar cómo todo se transformaba como nunca había sucedido antes, de manera acelerada e irreversible. Incluso los  más jóvenes hemos asistido en menor tiempo a un colapso visible de forma dramática en aquellas playas que visitábamos de niños; en aquellas fuentes de las que bebíamos sedientos durante las excursiones al monte; en el aspecto y olor de los charqueríos en donde podíamos pasar horas y horas jugando a buscar seres vivos que alimentar y que hace tiempo desaparecieron de allí. 

En estos días, y debido principalmente a la llamada “crisis de las microalgas”, o mejor  dicho, por el “Colapso Ecológico por los Incontrolados Vertidos sin Depurar Emitidos durante Décadas con el Consentimiento de Políticos e Instituciones”, las aguas fecales de la política canaria se han visto revueltas. Pudiendo haber llegado a costar incluso, por lo grave y simbólico del tema, una crisis de Gobierno sin precedentes. Evidentemente esto no es así y el rédito político que permite empoltronarse a los políticos de esta colonia, se extrae de discursos folklóricos, ofertas de empleo milagrosas, redes clientelares con apellido, bocadillos de mortadela…en suma, de la más fornida y jovial corrupción. Se maquillan reiteradamente los resultados de sus acciones y decisiones, malversandolos más que reprobables números y datos que miden su gestión en términos de eficiencia y se redimensionan a través de una prensa y televisión piezas clave del aparato de corrupción imperante.

El Chesire ardiendo

En las ya de por sí removidas aguas, entra en escena el Chesire, ardiendo a la deriva con un cargamento con 40.000 toneladas de fertilizantes, el cual se decide, sin mayor criterio competencial que el de la propia compañía británica que transportaba los químicos a Tailandia,  sea remolcado hasta aguas al sur de Gran Canaria, para terminar de extinguir el incendio químico altamente tóxico y una vez controlado, llevado a puerto. ¿Nadie habla del desastre que esto esta suponiendo para el entorno medioambiental del Archipiélago? ¿Qué ha dicho o hecho el Gobierno autonómico? Resurgiendo nuevamente la pregunta que pone en evidencia los pilares mismos del actual régimen social y político que rige Canarias:   ¿dónde está el control de los canarios y canarias, directos afectados por un desastre de tal magnitud, sobre las aguas que deberían por lógica geo-política y seguridad nacional pertenecer al Archipiélago? La respuesta reside en un conglomerado de leyes que como territorio no soberano y dependiente de otro que a su vez padece su propio estatus en materia de Derecho Internacional Marítimo, no poseen ningún valor, se convierten en papel mojado,  cuando no en moneda de cambio empleada por Madrid ante sus “socios”europeos. Un asunto ultra-periférico. Somos un pueblo al que no le pertenecen las aguas que nos unen, o dicho de otro modo, seguimos separados por aquello de lo que estamos hechos en gran parte.

El mar de Canarias, es surcado diariamente por “chesires” de todos los colores y formas, compartiendo en su libre tránsito por  las “aguas internacionales” que unen nuestras costas, la potencial peligrosidad de sus cargamentos. Ese corredor interinsular y su descontrol absoluto es, a día de hoy, uno de los elementos más importantes para entender la enfermiza abnegación que padece el pueblo canario y sus actuales dirigentes en lo que se refiere a la consideración efectiva del Archipiélago Canario como un territorio cohesionado, protegido y por tanto seguro en todos los sentidos. Una seguridad que hoy, en términos ecológicos y de salud (al no existir una legislación adecuada a los intereses de Canarias y sus habitantes, seres acuáticos incluidos), y mañana quizás en términos bélicos (recordar el actual papel activo de las islas como escenario de entrenamiento para la AFRICOM/OTAN), se verá comprometida si el pueblo no asume su papel protagonista de una vez por todas.Y en esta asunción de responsabilidades, arrebatarle el poder a esta élite político-empresarial que nos gobierna y arrastra consigo tras su avaricia -todo lo más hermoso que conocemos y que nos hace reconocernos como pueblo- a la extinción.

Canarias, territorio limitado

Canarias es un territorio limitado por su orografía y condición insular, como limitados son sus recursos y capacidad de carga. Las condiciones objetivas del desarrollo económico en el Archipiélago desde que éste pasara a formar parte de la breve historia europea, tras el pretendido etnocidio indígena y conquista militar castellana, se pueden enmarcar en dos únicos términos económico-políticos: Colonialismo y Explotación de Monocultivo. Más allá del fracasado desarrollo nacionalista institucional retratado caricaturescamente en Coalición Canalla y de la efectiva -por feroz y cruel- represión por parte del Reino de España sobre quienes sí se atrevieron a levantar la cabeza y gritar por la justicia en el pasado, debemos reconocer que no hemos sabido defender en nuestro imaginario -insularismos aparte- la unidad de un territorio que lleva demasiado tiempo creyéndose parte de algo, propiedad de alguien, que realmente no le quiere como es ni por lo que es. El modelo de explotación turística y la cruenta terciarización de la economía canaria, tienen los días contados antes del anunciado colapso. La sobrepoblación, sobreexplotación y destrucción acelerada de las verdaderas riquezas de las Islas auspiciadas por el actual orden político-mercantilista, tienen que ser asumidas como un problema de primer orden por la sociedad canaria, si se llega a entender que ignorarlo por más tiempo, supondrá un punto de no retorno. La desaparición de Canarias como pueblo y como territorio en sí.

La codicia, la sed de riquezas y el afán de dominio de la minoría gobernante, tensarán aún más la situación a expensas de la mayoría. Pese a toda la sobreinformación que acaba por confundir, cada vez son más numerosas las personas que despiertan a los pies del abismo. Empezar por exigir la dimisión al completo de este des-Gobierno Autonómico, del consejero de medioambiente y responsables del Cabildo de Tenerife  para a continuación comenzar de manera valiente y sin complejos un debate de toda la sociedad que pueda conducir entre otras medidas, por ejemplo, eliminar los cabildos y sustituirlos por órganos verdaderamente soberanos y no como son ahora y siempre fueron: el último eslabón de la cadena que canarias ya no reconoce tener por haberse habituado a ella. Cadena que llevada al agua, nos hundirá sin piedad hasta el mismísimo fondo.

Carlos A. Guilarte

 

Un comentario en «¡Agua! El derroche de hoy, la guerra del mañana»

  • Bueno este arrastre de ganado,de problemas viene de atras y muy atras comp toda mierda acaba por flotar en el paraiso habea que canbiar y limitar el modelo turistico ley de residencia cientos y cientos de cubanos y italianos se agolpan al sur de las islas, pero una sociedad isleňa que no se bota a la calle a protestar sino asumen el buenismo de todo lo que le llega ,hay que reducir los municipios a 10 y hacer potentes cabildos hay que mentalizar a los niňos en los colegios sobre las islas el medio ambiente el reciclaje de todo papel metal vidrio con sanxiones durisimas hay mucho por hacer lo peor que tenemos una sociedad atolondrada por los medios de comunicacion la clase politica a abandonado el sector primario a favor del mercsntismo y la comida basura de europa seamos capacez de apostar por lo nuestro

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