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El cambio que necesitamos

Los índices de natalidad en España subían constantemente entre los años 1948 y 1978. A partir de entonces no han dejado de caer. O sea, desde el año 78 hasta hoy, cada vez nacen menos niños en España. Este hecho es el esgrimido por un gobierno tras otro para justificar el riesgo que corren las pensiones. Los distintos gobiernos de España amenazan con llegar a un punto donde las pensiones sean insostenibles; aunque, realmente, debieran decir que su sistema de pensiones es insostenible.

En realidad, desde 1978, el porcentaje de población activa sin trabajo es cada vez mayor. Al mismo tiempo que el número de personas millonarias en España ha crecido, incluso durante la crisis y la iniciativa del socialismo español de poner en marcha la cruenta reforma laboral que ha creado pobreza entre la población activa con trabajo. Dicha reforma laboral no ha afectado económicamente a la patronal sino para beneficiarla más, si cabe, y ha afectado a la clase trabajadora que ha perdido poder adquisitivo notablemente.

El actual sistema de pensiones estaba pensado para una población activa que crecía constantemente, lo que se aleja de la realidad hace décadas. La alternativa clara sería repartir la riqueza que acumulan las grandes empresas y personas que acaparan patrimonios escandalosos; pero hace falta mucha valentía para hacer esta política en la Europa capitalista de hoy, y en España no encontramos el tipo de gobierno que mencionamos ni con lupa.

Por otro lado, en Canarias los índices de natalidad han descendido en caída libre desde 2008 hasta la actualidad. Esto podría encontrarse dentro de la lógica, si consideramos esa fecha como la de la entrada de la última crisis económica. Partiendo de ello, y de que en España también ha disminuido el índice de natalidad desde entonces, todo aparenta estar dentro de la normalidad matemática. Claro, siempre que estemos dispuestos a olvidar que, antes de esa fecha, las cifras medias de natalidad eran superiores en Canarias a la media española, y ahora están por debajo.

Tomando como referencia la misma fuente (Expansión), en España la tasa de paro en 2017 era del 16,5%; mientras que en Canarias es del 22%. Así que, tras un análisis simple y rápido, hay que asumir la lógica del descenso de la natalidad en Canarias que obliga la pobreza. También, bajo esa misma lógica, hay que tragar que peligran las pensiones. Al menos mientras no se cambie la política de pensiones y se siga permitiendo que los ricos sean más ricos, los pobres más pobres y el Estado (y los gobiernos) simples marionetas del capital. Así lo atestigua la consultora Capgemini en su informe “Mundial de riqueza”, cuando afirman que el número de ricos en España ha crecido un 76% desde 2008 hasta hoy.

Mientras tanto, en la colonia española de ultramar, en Canarias, 6.000 personas acumulan una riqueza equivalente al PIB anual del Archipiélago; mientras hay 600.000 personas que sobreviven por debajo del umbral de la pobreza y 300.000 parados. Aquí, la pinza entre el capitalismo y el colonialismo de Madrid – con sus colaboradores locales- hace estragos sociales. De tal forma, si observamos otros datos veremos cómo: a pesar del descenso de la natalidad, en esta colonia española la densidad de población alcanza los 292 habitantes por km cuadrado, mientras en la metrópoli son solo 92 habitantes por km cuadrado; el salario medio es de 1.422 euros, mientras la media española es de 1.639. Tenemos también las pensiones más bajas, que alcanzan solo los 878 euros de media ante los 956 de media estatal.

La suma de todos esos indicadores es el resultado de una política estatal y local de carácter neoliberal; y los resultados están a la vista, cuando hacienda revela que 177 personas en Canarias declararon ingresos anuales superiores a los 600.000 euros, ante un 42% de población que no supera los 12.000 euros anuales (o sea, que recibe 1.000 euros al mes, antes de sufrir los descuentos impositivos).

Canarias nunca fue un paraíso para la gran mayoría de sus habitantes. Pero ahora es peor, ahora la realidad es que hay una brecha social cada vez más ancha y profunda. No en vano, el periódico español “El Mundo” se manifestaba así al respecto en febrero de este mismo año:

De una forma o de otra, todos los adinerados isleños se alimentan del turismo. Satocan, la constructora de Juan Miguel Sanjuán, también tiene un brazo hotelero. Hospitén, la red de hospitales de Pedro Luis Cobiella, ha encontrado en los turistas tal filón que hace años que exportó su modelo a los resort del Caribe. El canario-alemán Wolfgang Kiessling ha creado una red de zoológicos que recibe millones de visitantes al año, y la familia Del Castillo, descendiente de la nobleza española más remota que pobló Canarias, se ha enriquecido gracias a sus vastas propiedades históricas en el concurrido y rico municipio de San Bartolomé de Tirajana.

Para cada vez más personas, está claro que no solo hay que acabar con la situación colonial del Archipiélago, sino con las políticas que venden la riqueza de este país a las cuatro fortunas oscuras de siempre. Las políticas liberales o neoliberales están al servicio del capital y no de las masas, pero eso no es nuevo (aunque tampoco “de siempre”): esto empezó con la revolución industrial y las ansias imperialistas que colonizaron cruelmente un territorio tras otro. Pero ¿acaso este hecho es igualmente notable en una colonia? Tal vez lo peor sea que en los corazones de los países colonialistas no haya vuelto a haber moral como para reconocer el mal, hasta el punto de que los mismos que se autodenominan progresistas siguen siendo cómplices del colonialismo e imperialismo y enemigos de la autodeterminación de los Pueblos o la auténtica democracia.

Personalmente, sé el futuro que quiero para mis paisanos y mi tierra; y, desde luego, no se trata de conseguir que vengan a vivir a Canarias cuatro ricos más o de hacer más ricos a los de siempre. Para los que apostamos por un Movimiento de liberación verdadero, es importante que la riqueza se reparta y sintamos bajo los pies una tierra más justa; una tierra donde se respire igualdad social y la mayoría califiquemos a Canarias -simplemente- como una tierra mejor a la de hoy. Lo que necesitamos es una toma de consciencia general, partiendo de que, lo de hoy, nos va a ser fácil de mejorar si acabamos con el estatus colonial que España nos aplica e imponer una auténtica soberanía del pueblo.

 
 
 

Pedro M. González Cánovas

(Miembro de Alternativa Nacionalista Canaria)




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