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El Che Guevara lector de Trotsky en Bolivia

De La revolución permanente incorporada por Wright Mills a su antología, Guevara reproduce en sus Cuadernos de lectura* cuatro largos fragmentos. No los comenta, sólo los anota en su cuaderno. Le llama la atención cuatro ideas clave y formulaciones centrales del pensamiento político de Trotsky:

1) En la revolución permanente el proceso no se detiene en la etapa democrática, sino que pasa de forma ininterrumpida a reivindicaciones de carácter socialista;

2) Según el internacionalismo la revolución socialista implantada en un país no es un fin en sí mismo, sino únicamente un eslabón de la cadena internacional. La revolución internacional representa de suyo, pese a todos los reflujos temporales, un proceso permanente;

3) En los países de desarrollo capitalista atrasado, coloniales y semicoloniales, la emancipación nacional sólo se puede conquistar mediante la dictadura del proletariado, pero para resolver al mismo tiempo el problema agrario y nacional durante la revolución democrática se deben tejer alianzas del proletariado con los campesinos;

4) La revolución socialista no es sólo un asunto de un país aislado, sino un problema internacional, necesariamente debe ir más allá del país donde el proletariado inicialmente tomó el poder.

Para un lector que se esfuerce por dejar al costado prejuicios, tradiciones sedimentadas y estancas, la montaña de insultos habituales y otros obstáculos epistemológicos similares no resulta forzado visualizar que esos núcleos teóricos de La revolución permanente que él reproduce en sus Cuadernos de lectura de Bolivia coinciden con la perspectiva que el propio Che Guevara siempre defendió en sus proclamas políticas al interior de la Revolución Cubana, sus ensayos, sus discursos y artículos, incluso sus intervenciones en eventos internacionales.

Siempre dentro de la antología de Wright Mills, en el caso del libro de Trotsky Literatura y revolución (que en su versión original venía acompañado de una carta de Antonio Gramsci sobre el futurismo italiano), Guevara sólo extracta de allí un fragmento. Está referido al vínculo entre arte y naturaleza. En él Trotsky escribe que “el goce pasivo de la Naturaleza será proscrito del arte”. Probablemente al Che Guevara le haya llamado la atención porque allí se insinúa una crítica al realismo socialista —mayormente basado en el naturalismo del siglo XIX adoptado como norma universal— que él mismo había cuestionado con nombre y apellido en su ensayo “El socialismo y el hombre en Cuba”.

Por último, siempre dentro de la antología de Wright Mills, el Che reproduce tres fragmentos de La revolución traicionada centrados en las siguientes formulaciones de Trotsky:

1) Siendo una figura de segundo plano ante las masas y ante la revolución, Stalin se reveló como el jefe indiscutido de la burocracia;

2) Con un criterio marxista de clase, a la burocracia soviética debe definírsela de manera detallada, como “la única capa social privilegiada y dominante” en el régimen soviético (ya que asume costumbres burguesas sin contar con una burguesía nacional), marcando sus diferencias específicas con la burocracia en el fascismo y en las sociedades del capitalismo occidental;

3) El régimen social y político de la Unión Soviética constituye una fase intermedia entre el capitalismo y el socialismo, dentro de ese marco ¿cuál será el porvenir de la burocracia?, se pregunta Trotsky, respondiendo que a largo plazo entrará en contradicciones con la clase obrera soviética sobre cuyos hombros se apoya.

En estos tres casos de fragmentos de La revolución traicionada, extractados y reproducidos por el Che Guevara, no aparecen comentarios. Sólo los reproduce en sus Cuadernos de lectura de Bolivia. Dichos fragmentos pueden servir como índice y como pista para hacer observable las preocupaciones del Che, quien para esa época —por lo menos desde 1965, sino antes— ya venía elaborando una meditada y extensa reflexión sobre la sociedad soviética como tipo específico de sociedad híbrida y en transición que, según su óptica, estaba regresando al capitalismo.

Pero aunque el Che lee y extracta esas diversas obras de Trotsky de la antología de Wright Mills, en Bolivia su mayor atención está dedicada a leer, estudiar en detalle y extractar numerosos fragmentos y pasajes de los dos tomos de su Historia de la revolución rusa.

La edición de la Historia de la revolución rusa que lee, extracta y anota el Che Guevara en Bolivia (¿conseguida a través de Pombo?) sigue la traducción al castellano del dirigente español Andreu Nin (también asesinado por el stalinismo).

El Che la lee en una edición argentina que es la que se entonces se consigue en Bolivia. Había sido publicada en los años 1962 y 1963 por la editorial Tilcara (en la que se agregan a la edición española siete nuevos capítulos omitidos en aquella, traducidos por Jorge Enea Spilimbergo). Las dos portadas del libro —el primer tomo tiene 553 páginas y el segundo 764— llevaban ilustraciones del pintor argentino Ricardo Carpani. Esa edición estaba prologada por el escritor argentino Jorge Abelardo Ramos (principal ensayista de la izquierda nacionalista argentina que, al final de su vida, terminó siendo embajador en México del populista neoliberal Carlos Saúl Menem). El Che no hace siquiera mención ni anota nada del prólogo de Ramos en sus Cuadernos de lectura de Bolivia.

El Che Guevara lee los dos tomos por separado, intercalando entre ambos la lectura de otros libros, como el del profesor soviético Rosental Categorías del materialismo dialéctico y el del intelectual boliviano Jorge Ovando Sobre el problema nacional y colonial de Bolivia. Una vez que termina estos dos textos (haciendo el balance respectivo de cada uno), sigue otra vez con la Historia de la revolución rusa, leyendo entonces, estudiando y extractando su segundo volumen.

De esa extensa Historia de la revolución rusa de Trotsky el Che Guevara destaca largos párrafos y numerosos pasajes que están centrados principalmente en los siguientes núcleos conceptuales:

1) La ley del desarrollo desigual y combinado, clave en la concepción materialista de la historia;

2) La dualidad de poderes, que Trotsky define como un hecho revolucionario, no jurídico ni constitucional;

3) El juego de medidas moderadas y radicales, tensionado según la radicalidad del proyecto revolucionario;

4) La formulación teórica según la cual el materialismo dialéctico no tiene nada de común con el fatalismo;

5) El papel de Lenin y su personalidad destacada e “irremplazable” en la revolución (¿Quizás el Che tuviera en mente al extractar este pasaje el paralelo entre Lenin y Fidel, por un lado, como principales líderes de la revolución rusa y la cubana y el de Trotsky y él mismo, en tanto sus principales compañeros y colaboradores radicales…?);

6) La descripción de las posiciones “ortodoxas” de Plejanov contra la toma del poder;

7) La evaluación de la propia fuerza (subjetiva) como parte de un análisis de la correlación de fuerzas (objetiva);

8) La tesis de que la atmósfera de la revolución crea canales de transmisión ideológicos y culturales, incluso si el aparato de propaganda revolucionario es pequeño y débil;

9) La tesis política de que la prudencia revolucionaria es un freno, no un motor. Los insurgentes deben ser temerarios pero sin abandonar el análisis de las correlaciones de fuerzas;

10) La hipótesis “sociológica” e historiográfica según la cual en las revoluciones se produce una combinación de tareas debido al desarrollo combinado de las relaciones sociales internas a las formaciones sociales: de donde se deduce que se saltan etapas, por lo tanto el proletariado debe liberar a la nación oprimida (aquí el Che Guevara deja escapar un comentario propio, junto al párrafo reproducido en su cuaderno. Entonces Guevara escribe y comenta a Trotsky: “Le falta decir que esto es propio del imperialismo; los obreros avanzados son incrustaciones de proletariado ocupados por una técnica foránea”);

11) El análisis político según el cual todas las burguesías son solidarias, incluidas aquellas de las naciones oprimidas: allí Trotsky analiza toda la gama de jerarquías de dependencias y el sistema de subordinaciones;

12) La evaluación de Trotsky sobre El Estado y la Revolución de Lenin, que caracteriza afirmando que no es un libro pedante; según Trotsky, el principal dirigente bolchevique, detrás del abanico de citas de los clásicos que allí reúne, está preparándose para el combate. Por eso la principal clave de este libro de Lenin sería la interpretación clasista sobre el Estado;

13) El llamado a comprender exactamente la relación entre insurrección y conspiración, lo que las opone y lo que las complementa. Según Trotsky la insurrección popular puede vencer aún sin necesidad de complot;

14) El análisis de Trotsky sobre el “momento” revolucionario, entendido como “la situación” (también analizadas en su momento por Lenin y Gramsci). En ese pasaje reproducido por el Che, Trotsky sugiere que habría que recordar que la insurrección, lo mismo que la guerra, es la prolongación de la política, solo que por otros medios;

15) Nuevamente largos párrafos y pasajes de Trotsky sobre la “situación” y el juego dialéctico de condiciones objetivas y subjetivas. Entre las primeras destaca: “la incapacidad manifiesta para librar al país del atolladero, las clases dirigentes pierden fe en sí mismas, los viejos partidos se descomponen, librase una lucha encarnizada entre grupos y camarillas, todas las esperanzas se depositan en un milagro o en un taumaturgo. Aquí reside una de las premisas políticas de la insurrección, fundamental, pero pasiva”. Entre las segundas Trotsky destaca lo más difícil de lograr, la construcción de un partido y una vanguardia, para que la insurrección sea exitosa. Entonces el Che Guevara acota y escribe una nueva observación al texto de Trotsky: “En el primer párrafo hay una inconsecuencia teórica: como podrá surgir la incapacidad de que habla sino en el marco de una ruptura de la armonía entre relaciones de producción y fuerzas productivas que incluye, necesariamente, la clase antagónica y desarrollada”.

16) El último párrafo extractado y reproducido de Trotsky hace referencia a la lucha de la socialdemocracia y todo el reformismo institucionalista contra el “blanquismo”, denominación bajo la cual, según el dirigente bolchevique y autor de la inmensa Historia de la revolución rusa, “se engloba la esencia revolucionaria del pensamiento marxista”.

Al recorrer esta extensa enumeración de pasajes extractados y reproducidos por el Che en sus Cuadernos de lectura de Bolivia, puede advertirse que los intereses de Guevara no están limitados estrictamente al debate historiográfico sobre la revolución de octubre. Su mirada, obviamente, no es académica. Los temas son altamente variados, pero bajo su aparente dispersión y heterogeneidad poseen un orden, conforman un cuadro general. El Trotsky extractado por el Che piensa, habla y escribe sobre las sociedades capitalistas atrasadas, las naciones oprimidas y las burguesías subordinadas al imperialismo. O sea, sobre una revolución radical —anticapitalista y antiimperialista— realizada en la periferia del sistema mundial capitalista.

Al Che Guevara le interesa aprender qué sucedió en la Rusia bolchevique, pero sobre todo le llama la atención la mirada radical de Trotsky sobre el orden social, las relaciones sociales heterogéneas, su combinación y articulación dentro de una misma formación social atrasada subordinada al mercado mundial, el lugar de las tareas (agrarias, democráticas, nacionales y socialistas, entre otras), y el fluir dialéctico de las etapas del proceso revolucionario, el análisis y la evaluación de la situación y el juego de condiciones (entre las objetivas y las subjetivas, las nacionales y las internacionales), el papel de la subjetividad política y la conciencia organizada; la evaluación sobre las burguesías dependientes y subordinadas al imperialismo.

Y no es casual que todo ese universo de pensamientos teóricos, históricos y políticos, reproducidos en Bolivia se cierre con uno sintomático. Aquel donde Trotsky deja asentado y reconoce públicamente que el llamado “blanquismo” —insulto habitual esgrimido por las corrientes moderadas contra los radicales— constituye “la esencia revolucionaria del pensamiento marxista”, según sus mismas palabras. Si se reemplaza “blanquismo” por “foquismo” —insulto un poco más moderno, pero del mismo tenor y orientación, empleado en las polémicas y debates de América Latina contra la insurgencia y los marxistas radicales que intentan ir más allá de la lucha electoral o superar el horizonte estrictamente sindical— se obtiene la misma ecuación. Quizás por ello al Che le haya gustado y haya disfrutado tanto esa formulación política del dirigente bolchevique.

En términos generales, exceptuando aquellos pocos comentarios críticos marginales que el Che le agrega al análisis de Trotsky, podrá advertirse con facilidad que en la inmensa mayoría de párrafos y pasajes le llamaron la atención los mismos planteos que él venía haciendo y promoviendo a propósito de la revolución latinoamericana.

¿A qué conclusión llegó el Che luego de terminar de leer a Trotsky? ¿Cómo evaluó todo el libro, que le debe haber llevado un buen tiempo leer, estudiar y extractar ya que tiene más de 1.000 (mil) páginas en total (leídas y estudiadas no en una cómoda biblioteca ni en un mullido y suave sillón sino en medio de la selva y en los campamentos guerrilleros)?

La conclusión del Che sobre la Historia de la revolución rusa de Trotsky que figura en los Cuadernos de lectura de Bolivia es la siguiente: “Es un libro apasionante pero del cual no se puede hacer una crítica pues está de por medio la calidad de actor que tiene el historiador. De todas maneras, arroja luz sobre toda una serie de hechos de la gran revolución que estaban enmascarados por el mito. Al mismo tiempo, hace afirmaciones aisladas cuya validez es total al día de hoy. En resumen, si hacemos abstracción de la personalidad del autor y nos remitimos al libro, este debe considerarse una fuente de primer orden para el estudio de la revolución rusa”.

Si tomamos en cuenta que el “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental” —muchas veces conocido como «el testamento político del Che»— es publicado en abril de 1967, ¿habrá tenido alguna influencia la lectura de esta obra? Justo era la época en que leía la Historia de la revolución rusa

linea azulia

*“El Che Guevara lector de Trotsky en Bolivia” ha sido extraído de En la selva. Los estudios desconocidos del Che Guevara. A propósito de sus “Cuadernos de lectura de Bolivia” de Néstor Kohan.

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