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La batalla electoral también puede ser una batalla anticolonial

Informe político de Hij@s de Canarias

Introducción

Todas las batallas que hemos mantenido con el colonialismo español desde nuestra más primigenia historia han sido desiguales. Todas han venido precedidas por el engaño, la trampa, el ansia de someternos a su poder y finalmente culminadas gracias a “las armas” que esgrimieron en cada momento. Así fue durante la conquista, continuó siendo ante diferentes episodios durante la colonización y lo sigue siendo en la actualidad cuando las contradicciones han elevado el tono en nuestras calles. En todos los casos siempre ha existido un pacto final, eso sí, con sus condiciones siempre y teniendo como protagonistas de nuestro lado a “personajes” que miraron y miran qué tajada podían sacar para sus miserables intereses o vender que sus liderazgos nos habían garantizado un mal mayor. A una de las últimas “armas de dominación masiva” se la vistió de democracia, se la llamó ley electoral incluso, pero con silenciador incluido estaba concebida para explotarnos en nuestras propias manos y mantener el poder en las suyas.

Desarrollo

Cuando fue concebido el disfraz colonial del Estatuto de Autonomía se quiso de entrada evitar cualquier posibilidad de que un referéndum diera al traste con su estrategia de “cambio para que nada cambiase en verdad”. Había que ofrecerle al mundo una imagen de que “a la colonia” también llegaba la falsa democracia del Régimen neofranquista español levantado en 1978. Así las cosas, las élites dependentistas firmaron un primer borrador de Estatuto que contenía en su interior “un arma” que permitiría aparentar sufragio universal donde en verdad sólo había una trampa cuya onda expansiva se extiende hasta nuestros días y consolida la “dictadura colonial”. Como las elecciones franquistas, las que se producen en Canarias también la tienen. El reconocerlas, el no participar en ellas no ha servido para deslegitimarlas porque durante 40 años, de cara al mundo, el escaparate era de esas democracias formales que tanto gustan a los poderosos e inevitablemente a unos porcentajes que muy por encima del 60% siempre la han votado. Abstenernos o votarla con expresiones de nulidad no sirvió. Otra vez nuestras “piedras, palos y escaramuzas” de cinco siglos atrás, no han sirvieron contra sus “armaduras de acero”.

La perversidad de su arma ha sido evidente. Durante más de 40 años, los votos de los territorios que ellos podían dominar mejor a base de caciques o políticos que actúan como tales, han sido agraciados con un valor muy por encima de aquellos que se obtuvieran en las grandes ciudades donde en algún momento elucubraron podría levantarse una alternativa anticolonial. Ilustramos esta afirmación con datos recogidos de sus mismos recuentos oficiales. Con la misma ley electoral que aún tenemos, el 22 de mayo de 2011, CC obtenía con sólo 48.655 votos, los obtenidos en La Palma, Gomera, Fuerteventura, Lanzarote y El Hierro, nada menos que 13 diputados. Para los 8 diputados restantes, hasta completar los 21 que obtuvo, necesitó sumar 177 mil de la suma de Gran Canaria y Tenerife. Queda claro porque a CC nunca le interesó cambiar estas reglas del juego, pero también queda claro porque a PP y PSOE nunca les ha interesado descabalgar al dependentismo del poder marioneta en Canarias. El Estado español entendió que la mejor forma de tener un nacionalismo de baja intensidad en Canarias era tener una marca blanca, un producto electoral que parecería canario sin serlo, que mostraría “cachorro” pero no levantaría la cabeza nunca. Por eso PP y PSOE no han hecho valer sus votos en Canarias y han preferido mantener a los valedores del Pacto Colonial, a los “guanartemes y menceyes” modernos que mejor representarían y custodiarían sus verdaderos intereses coloniales dando apariencia de “singularidad”. El círculo perfecto se ha mantenido así con la complicidad y colaboración necesaria entre CC (élites dependentistas) y PSOE y PP (franquicias coloniales).

Otro ejemplo de la perversidad del sistema electoral creado para poder manejar mejor la falsa democracia en Canarias lo da este otro dato. Con los votos obtenidos solo en Gran Canaria, NC tendría los 13 diputados logrados por CC en las 5 islas periféricas y le sobrarían 5.446 votos. El sistema actual, que algunos quieren perpetuar, le otorga solo 2 diputados a razón de 27.051 votos por acta o representación elegida. Dicho de otro modo, 11 diputados menos de los conseguidos por CC a razón de una media de 3.743 votos, como coste por diputado. El colonialismo pensó inicialmente que fenómenos como la UPC sólo podrían darse en Tenerife y Gran Canaria y “embadurnó” de un falso reequilibrio entre el voto de los territorios lo que claramente era abrirle la pasarela a sus “caciques” para que todo quedara “atado y bien atado” si el escenario se removía en la islas mayores. Después vendría la jugada maestra, la creación de Coalición Canaria, la confluencia entre todos esos caciques insulares, la oligarquía de Santa Cruz de Tenerife y el “necionalismo” oportunista de cierta izquierda socialdemócrata grancanaria (IUC y ACN, después ICAN).

La ausencia de una alternativa independentista única, fuerte, cohesionada y con una hoja de ruta y discurso político coherentes y creíbles, ha impedido que el voto de las islas de mayor población pudiera suponer el poner algún palo en la rueda diseñada por el colonialismo. Cuando esto estuvo a punto de fraguarse la estrategia del embudo de la ley electoral se reforzó con la ruptura de nuestras organizaciones, la dispersión y atomización y vuelta a empezar. ¿Quiénes se beneficiaron? Mayormente Coalición Canaria, en menor medida Nueva Canarias y más recientemente otras organizaciones políticas que disfrazaron de “indignados”, de “mareas de cambio”, de un “Sí se puede” que en realidad eran un “más de lo mismo”.

Veamos datos que relativizan los fracasos de algunas organizaciones patrióticas que han sobrevivido a esa travesía del desierto y que, aún con escaso respaldo por ir en condiciones de clara inferioridad, dan una visión distinta que la que resulta del análisis tradicional a partir de los datos manejados por las fuentes oficiales del colonialismo y el dependentismo. Empezamos por aquellos que llamaban a votar nulo o votar en blanco. Aun aceptando que mucho de ese voto es por un conglomerado de razones y hasta por errores en las elecciones de 2011 representaron en su conjunto un 5.4% del voto emitido (25.191 votos nulos y 25.192 votos blancos), el equivalente a la quinta fuerza política a la que se votó en Canarias. Si a esto le sumamos el voto independentista que se dividió en cuatro partidos (ANC, UP, AMAGA y MUPC) y obtuvo de esa manera 5.507 votos, observamos que el voto “contracorriente” en Canarias hubiera llegado al 6%, cercano a los 57.000 votos.

Es cierto que después llegó la ola PODEMOS y sus confluencias que desviaron voto de PSOE, IU y hasta de nuestras filas para ese “experimento de la Complutense”. Tan cierto como que ahora empieza a desinflarse y lo transferido regresa paulatinamente a sus nichos de voto, incluso el voto independentista.

Conclusión

Hay una serie de variables que hacen de las elecciones de mayo de 2018 un escenario distinto a cualquier otro en los últimos 40 años:

1.-Es la primera vez que los votos de todas las islas valdrán para una sola candidatura archipielágica. Sólo estará compuesta por 9 diputad@s pero permitirá recoger voto que sí será computable porque llegar a un 6% dará acceso directo a ese parlamento aunque la diferencia con los partidos coloniales y dependentistas sea abismal.

2.-Es la primera vez en 40 años que existe una posibilidad cierta de que los independentistas canarios puedan confluir para acceder a ese Parlamento y derrumbarlo desde dentro, la primera vez que no acudiríamos en varias listas en competencia, la primera vez en que hasta los abstencionistas podrían también expresar su opción de rechazo a ese Parlamento porque se va con aspiración de demostrar que la Autonomía no sirve.

3.-Es la primera vez que existe una posibilidad cierta de que “la trampa” del sistema electoral colonial se convierta en un boomerang para CC y pierda el poder. Ciertamente para que lo reemplace una fuerza colonialista pero por lo menos desaparecerá como un azucarillo el “invento del colonialismo” que tanto ha desprestigiado el concepto de nacionalismo que necesitamos recuperar.

4.-Es la primera vez que podríamos dar la sensación de bloque, de representación en ascenso, de recuperar votos que nos fueron quitados, de volver a atraer la esperanza e ilusión que hace décadas de marchó de nuestro lado por nuestros propios deméritos.

5.- Es la primera vez que tomamos conciencia de que no podemos seguir plantando batalla al colonialismo con “las piedras y los palos”.

Necesitamos 40 000 votos que garanticen la presencia de la primera voz independentista en el Parlamento de la colonia. Cuarenta mil votos que se convertirán en muchísimos más a poco, desde esa plataforma de expresión, podemos hacer llegar con claridad a nuestro pueblo con iniciativas concretas, porqué la autonomía colonial es insuficiente, es un engaño, es una pantalla. Y desde ahí también mostrar al mundo las vergüenzas del colonialismo español, su dictadura electoral, su farsa.

Es la primera vez que sólo depende de nosotr@s mism@s.

 

Hij@s de Canarias




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