Acabamos de hacer un acto simbólico. Un acto pleno de valores positivos, de valores democráticos. Pues rodear el Parlamento, como hemos hecho hoy, no es negar que sea una institución política digna del respeto de la ciudadanía. Todo lo contrario, es afirmar públicamente que, para que ese respeto tenga fundamento, su actividad legislativa debe estar al servicio de los derechos y necesidades de las mayorías sociales de Canarias. Es apoyar a las compañeras y compañeros diputados que, aunque todavía son pocos, luchan por cambiar las cosas. Aunque a nadie se le esconde el profundo déficit de representación democrática que provoca la injusta, desproporcionada y caduca Ley Electoral de Canarias.
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