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La doble cara del municipio de La Laguna ante el lamentable estado del patrimonio arqueológico

«El sendero se bautiza de manera sorprendente como “La senda de Magec”, convirtiéndolo así en una suerte de espacio de recreación temático»

«Cualquier yacimiento guanche catalogado según la ley actual, pasa automáticamente a ser considerado como un B.I.C. y por lo tanto no hace falta rebautizar ningún sendero con un nombre ficticio»

Hace unos pocos días se anunciaba en redes sociales de manera notoria, una nueva medida prevista para declarar un conocido sendero de Anaga, como Bien de Interés Cultural. Dicho sendero comprende un camino antíguo empleado ya desde época indígena y que supuso hasta tiempos recientes una importante vía de comunicación en la cara norte del macizo de Anaga. Es el propio consistorio a través de la Concejalía de Patrimonio quien anunció la medida aprobada después de una propuesta por la cual se pedía que dicho sendero obtuviese este reconocimiento en su conjunto. En la noticia divulgada se especifica que la propuesta aprobada debe aún pasar por la aprobación definitiva del Consejo de Patrimonio municipal para que posteriormente el Cabildo a través de su Consejería de Patrimonio y Cultura, lo ratifique y cobre vigencia legal definitiva. Burocracia a parte, la noticia en sí supone un logro positivo para el conjunto del patrimonio guanche de la isla, en tanto que siembra un precedente favorable para la tan demandada protección y conservación del legado ancestral ínsuloamaziq. El sendero se bautiza de manera sorprendente como “La senda de Magec”, convirtiéndolo así en una suerte de espacio de recreación temático.

Hasta aquí pareciera que todo está bien. Sin embargo desde el colectivo Imastanen queremos ampliar esta noticia, explicandola desde una visión integral y mucho más realista. Matizar aspectos que nos parecen de un cinismo e hipocresía alarmantes y ejemplificar el por qué creemos que esta medida nace de un acto que no pasa de ser eminentemente simbólico y muy poco práctico. Creemos que este anuncio contiene mucho de propaganda institucional y que cumple con su principal cometido: pintar bonito lo que en el fondo es un auténtico desastre, como sucede en la práctica con la gestión del patrimonio arqueológico en La Laguna.

Garantizar la protección para una apropiada divulgación

Partiendo del hecho de que cualquier yacimiento guanche catalogado según la ley actual, pasa automáticamente a ser considerado como un B.I.C. y por lo tanto no hace falta rebautizar ningún sendero con un nombre ficticio, destinado a generar más un llamamiento comercial que a ofrecer medidas de protección reales, no acabamos de entender cómo se anuncia a bombo y platillo como una gran consecución algo que debería haberse puesto en práctica hace mucho tiempo. Según la Ley de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias del 2019, todos los municipios de las islas deberían tener actualizados sus catálogos arqueológicos municipales antes del 2022. Vamos con más de tres años de retraso y ningún ayuntamiento de Tenerife ha cumplido con este imperativo legal. Por lo tanto, todos esos yacimientos ubicados a lo largo de este sendero ahora renombrado como si perteneciera a una fábula fantástica, deberían haber estado ya catalogados y reconocidos y por tanto declarados automáticamente como Bienes de Interés Cultural. Además, esta propuesta recién aprobada si bien persigue en su motivación original el reconocimiento y con éste obtener ciertas garantías de protección, no va acompañado de ninguna especificación al respecto más allá de que se insinúa que se van a prohibir ciertas carreras multitudinarias y otras actividades deportivas que venían siendo frecuentes. Nos resulta contradictorio que si lo que se pretende desde el consistorio es lograr una real protección y control, mediante esta divulgación masiva que ofrece el sendero y todos los bienes que contiene como un atractivo de recreo, se consigue precisamente generar un efecto llamada.

Nuestro colectivo viene alertando desde hace tiempo de los daños que se están produciendo sobre los valores arqueológicos en todo el archipiélago y muy particularmente en Tenerife, precisamente a causa de la mala praxis divulgativa que ha convertido en tendencia la búsqueda de “tesoros guanches”, sin que desde las áreas de gobierno se tomen medidas pedagógicas destinadas a la concienciación de la población sobre el patrimonio y a su puesta en valor. Esta divulgación indiscriminada, atrae a muchísimas personas que en ocasiones solo buscan la foto, sin tener en cuenta las debidas medidas de precaución necesarias al visitar estos yacimientos. Creemos que lo mínimo, antes de convertir en una atracción y reclamo de visitantes un yacimiento o conjunto de yacimientos, sería comenzar por proteger el espacio de forma efectiva antes de realizar este llamamiento, que sin duda va a provocar que mucha más gente visite estos espacios. Espacios que si se han conservado con relativa integridad durante tantos siglos, precisamente fue gracias a la discreción de pastores, magos, yerberos, arrieros, lecheras,marchantas…en definitiva de aquellos pocos que sabían de su existencia y aún quienes lo conocían se guardaban mucho de significarlo, sabedores de la aversión que históricamente ha profesado el poder colonial sobre estos espacios sagrados que los antiguos empleaban sus prácticas religiosas paganas y por tanto proscritas.

Primero proteger, estudiar y luego divulgar, y en todo caso, divulgar de manera cauta y siendo conscientes de la catastrófica situación que vive el patrimonio arqueológico como consecuencia de estas modas someras. Grabados rupestres alterados por grafitis, rayones, inscripciones de nombres; desaparición de materiales como soportes de piedra, materiales como cerámica, huesos, conchas u obsidiana en superficie o directamente fragmentos de roca lasqueados para tratar de llevarse inscripciones; estaciones de cazoletas y canales alteradas por manipulaciones indebidas y otras consecuencias nefastas, son el resultado de exhibir ciertos lugares sin considerar los riesgos a los que los exponemos cuando facilitamos ubicaciones y toponímia exacta para divulgarlos. De ahí que nos parezca muy precipitado el anuncio, cuando probablemente antes de que se tome ninguna medida simbólica, ya el lugar habrá sido foco de atracción para toda suerte de influencers y aventureros, con el nefasto resultado que esta trivialización acarrea, tal y como venimos denunciando.

¿Parque temático o Parque Arqueológico?

Como decíamos el anuncio resulta del todo engañoso, pues solo con actualizar el catálogo municipal ya garantizaríamos la protección legal de todos estos bienes presentes en el sendero, sin necesidad de convertirlo en un reclamo publicitario. Por no mencionar que en esa misma zona hay muchísimos otros yacimientos que al no haber formado parte de estudios y libros divulgativos en los que se ofrecen hipótesis y teorías sobre el posible uso ritual de algunos estos espacios ancestrales, quedan fuera de cualquier intención conservadora. Yacimientos que continúan siendo víctimas casi semanalmente, de todo tipo de atentados y que se encuentran en un estado lamentable, en muchos casos irreversible. No solo en Anaga, sino que esta situación de alarma se viene dando en otros muchos otros puntos del municipio y por nuestra parte hemos ofrecido información de manera pública, asegurándonos de hacérsela llegar a los responsables políticos, para advertirles de la situación insostenible que sufre el patrimonio guanche en La Laguna.

Tras varios y exhaustivos artículos en prensa en los que denunciamos alteraciones sobre grabados rupestres con grafitis, roturas de paneles, pérdida de valores arqueológicos y etnográficos -como la desaparición de una piedra con un grabado antropomorfo de especial interés científico- o promesas incumplidas como la que concierne a la casa de los Estévanez -que a día de hoy sigue inhabilitada pese a los millones invertidos en un proyecto por el cual se debía reconvertirse en un centro cultural que ayudaría, entre otras cosas, a poner en valor el legado guanche del municipio-, nunca nadie desde el ayuntamiento se puso en contacto o realizó alguna declaración o gestión destinada a resolver las múltiples problemáticas señaladas. La Laguna podría apostar por la creación de un Parque Arqueológico, como fue el proyecto, ya una vez rechazado, de El Becerril, que nunca más prosperó. Aguere y sus aledaños contienen suficientes valores arqueológicos, etnográficos, culturales y antropológicos indígenas como para que dentro del reconocimiento que la ciudad posee como Patrimonio de la UNESCO, el pasado guanche tuviera siquiera un mínimo de visibilidad y protagonismo. La ciudad colonial con sus palacios, calles históricas, iglesias y plazas acapara la narrativa patrimonial oficialista, mientras que grabados, estaciones de cazoletas, cuevas y otros valores, sufren todo tipo de atentados en mitad del abandono y la desidia más absoluta.

Detectados nuevos daños contra yacimientos guanches en La Laguna

Recientemente muy cerca de una zona arqueológica sobre la que ya habíamos denunciado el estado de abandono y los daños que presentaban múltiples bienes guanches, un vecino nos hace llegar nuevas imágenes que atestiguan daños sobre grabados rupestres. Una vez más han aparecido, marcas de pintura y rayones sobre paneles de grabados indígenas, quedando deteriorados irreversiblemente. Nombres comunes locales, que probablemente grabaron personas en tiempos recientes que llegaron hasta el lugar atraídos por su popularización, sabedores de que ahí existían vestigios guanches y que sin embargo no tuvieron mejor idea que garabatear sus nombres y otras machangadas con algún objeto punzante sobre estas piedras que durante tanto tiempo contuvieron desapercibidas huellas ancestrales de los antes. Este yacimiento está conformado por piedras sueltas, que como es bastante común a lo largo de la historia de Canarias, fueron utilizadas como cantería para la fabricación de muros, bancales, viviendas y otras estructuras. Pese a su reutilización e inevitable deterioro, quienes en el pasado se encargaron de estas duras labores en el campo, tuvieron a bien respetar la memoria de sus ancestros, de modo que en muchos casos las piedras eran colocadas de modo que los grabados quedasen a la vista. Existía un respeto por la memoria y solo gracias a la cautela se ha podido conservar en parte.

Pese a la enorme destrucción que el modelo económico tradicional impuesto durante siglos en las islas causó sobre el patrimonio guanche, aún hasta tiempos recientes, ese mínimo cuidado y esmero por conservar y respetar la huella ancestral permitió que muchos valores sobrevivieran. Pese a la miseria y el analfabetismo generalizados, impuestos a gran parte de la población nativa, antes parecía existir un respeto innato y una consideración por lo que se identificaba como propio. Parece que hoy día se haya perdido esa bella costumbre, y el desapego acaba por tornarse autofagia. La moda de rallar sobre un grabado guanche firmando nombres, dibujos, corazones o en ocasiones, falsear grabados para imitar los auténticos que a pocos metros, ya han sido dañados irremisiblemente. Desde hace mucho tiempo el llevarse lascas para arrancar grabados de su soporte, piedras de menor tamaño, cerámicas, cuentas de collares, huesos e incluso restos humanos, se fue generalizando entre la propia población local, como algo natural. Quedando repartido de ese modo el patrimonio guanche en incalculables colecciones, extranjeras y también locales hasta hoy día. Esta mentalidad expoliadora sigue vigente en pleno siglo XXI y por desgracia incompatibiliza el deseo de una divulgación deseable, con aquella más conservadora que la situación presente requiere y que pasa por no exponer masivamente ciertos lugares, al menos no de manera indiscriminada.

Pasos necesarios hacia la implicación colectiva

Por todo ello daremos siempre la bienvenida a cualquier iniciativa que ponga en valor el patrimonio cultural guanche y más cuando existen propuestas desde el ámbito académico que confluyen necesariamente con la creciente sed de conocimiento que existe entre un sector de la población, aún minoritario. Una población que sobrevive acorralada entre cemento,asfalto, vertidos y atascos, pero que cada vez más necesita tomar conciencia de la importancia de conservar la huella ancestral que le confiere sentido identitario como individuo y destino a su existencia colectiva como pueblo. Invitamos a reflexionar sobre la conveniencia de divulgar de forma cautelosa y teniendo presente los muchos desafíos que vuelven peligrosas ciertas formas de divulgación aparentemente inofensivas, pero que aún condicionan un escenario, en el que aún no hemos completado siquiera los pasos más básicos de cara a asegurar la preservación de aquellos mismos bienes que queremos convertir en objeto de divulgación. De poco nos sirve una fotografía en un libro, una camiseta o un tatuaje con diseños inspirados en la huella indígena, si esa misma huella desaparece frente a nosotros del soporte de piedra que la conservó por cientos e incluso miles de años intacta, y aún sabiendo que esto ocurre, no tomemos parte para impedirlo o denunciarlo. Implicarse en la defensa del legado indígena requiere de acción, presión, ejercicios de denuncia e implicación sobre el terreno, dando parte y debido requerimiento a las autoridades competentes. Y desde esa posición de defensa activa prioritaria, divulgar.

Desde Imastanen creemos que tomar parte es atreverse a pedir responsabilidades cuando toca, posicionarse en el momento necesario, pronunciarse con rigor y señalar los atentados y las consecuencias que los propician. Al menos aquellas que son evitables y que se impedirían con tan solo conseguir que se cumpla la ley. Señalar a los responsables desde la autoridad que confieren instituciones como la Universidad, las áreas técnicas de responsabilidad pública o el mundo académico, así como desde la investigación divulgativa, es una tarea urgente por vital. Lograr que se generalice un sentimiento de responsabilidad social y que de ese modo se haga más intolerable ante la opinión pública el mantener posturas hipócritas desde el poder. Quien, mientras por un lado permite la destrucción generalizada y el borrado sistemático de la huella que nos recuerda quienes somos y a quién nos debemos, por el otro lava la cara con el anuncio de un nuevo parque temático sin garantía alguna de protección tal y como sucede con el resto de B.I.C.s arqueológicos del municipio, catalogados y no catalogados. Todos los yacimientos guanches tendrían que haber sido declarados B.I.C desde hace mucho tiempo y para ello solo hace falta voluntad, coordinación pública y rigor ante la ley. Por desgracia la destrucción avanza a diario, y debemos hacer algo. Empezando por actualizar los catálogos y proteger debidamente todos y cada uno de estos Bienes de Interés Cultural. Cultura que nos pertenece a todos y todas, las que fueron, las que son y las que serán.

Colectivo Imastanen

Defendiendo el legado superviviente

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