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Ar timlilt amddakul Ángel Cuenca Sanabria

He de decir que, en verdad, me doy cuenta de que a mi generación se nos ha ido -o está yéndose- la vida cuando me siento ante el teclado para recordar a viejos compañeros de luchas y vivencias que se van a morar en el mundo de los recuerdos.

Ayer tarde mi esposa me comunicó que había recibido una llamada preguntándome si era verdad la noticia del fallecimiento por infarto del compañero Ángel Cuenca en Cuba. Mientras intentaba averiguar lo cierto de esa información fueron múltiples los e-mails, llamadas y WhatsApp que me confirmaban la triste noticia. Hoy, me asevera la prensa que es cierto y que partió el pasado día 16 en busca las 7 estrellas de nuestra bandera que tanto defendió. Como los grandes dragos de nuestra patria murió de pie, emergiendo en el universo de la memoria al día siguiente de su actuación en el 42 Festival del Caribe, en la Casa de las Tradiciones de Santiago de Cuba con el grupo continuador de aquella inimitable “Vieja Trova Santiaguera” con el gran Alejandro Almenares.

Escribo esto en su recuerdo en un día, el 26 de Julio, de grandes fechas de la lucha libertaria en su segunda patria -insular, por supuesto, que es la rebelde Cuba- donde pasaba gran parte del año, aunque sin abandonar nunca la lucha por nuestra independencia. Estoy seguro de que su espíritu de lucha está hoy en ese rebelde “Oriente Indómito” que ya se había ganado ese nombre por ser el lugar inicial de las tres guerras de liberación que libraron los patriotas cubanos contra el ejército español hasta obtener la independencia, nombre que revalidó Fidel cuando el 26 de julio de 1953, al frente de poco más de un centenar de militantes del Partido del Pueblo Cubano asaltaron el Cuartel Moncada que, a pesar de que no logró el objetivo fue el germen que floreció con el Movimiento 26 de Julio que derribaría la dictadura batistiana.

Conocí a Ángel cuando, guitarra en mano, antes de empezar a cantar nos dijo al público. He musicado este poema de un poeta palmero, bagañete, apodado “El Damo” que cuando proclamaba la necesidad de nuestra independencia y le preguntaban ¿Y, entonces, de qué vamos a comer? Respondía invariablemente “Pues de nada, como hasta ahora”. No he logrado encontrar referencia a ese poeta, pero solo la frase vale por un poema completo.

A partir de ahí Ángel y su guitarra entró con pie firme en toda aquella pléyade de cantautores que usaban en nuestra tierra la música como arma para la afirmación de nuestra identidad y, dentro de ese grupo, encabezando a los más decididos partidarios de que nuestra cultura sirviera para la lucha independentista. Teatros, plazas de pueblo, asociaciones de vecinos y hasta la plaza de toros chicharrera fueron el escenario de esta etapa de brega dura contra el neofascismo de la “transición” española y sus secuelas en las colonias africanas.

Políticamente no se puede dejar de recordar su etapa como miembro activo del MPAIAC. Basta ver su alegría en la foto del regreso de Antonio Cubillo a Gando en agosto de 1985, con un Cubillo sonriente y satisfecho tras el que aparecen los ojos asombrados de otro luchador de esos momentos, José Antonio Guadarrama. Fue candidato en Santa Cruz en aquella experiencia frustrada que fue “Siete Estrellas Verdes” y lo recuerdo en el mitin en la Plaza de La Candelaria que remató otro compañero que ahora estará recibiéndolo, Hupalupa, recitando con inflamado verso, el poema “Mi Patria” de Secundino. Por supuesto que participó de lleno en el CNC. Incluso en una corta etapa militó en el FREPIC AWAÑAK de Tenerife con José Andrés Perera de secretario insular. Así, todo un largo un largo etcétera de trabajo político que remató, por último, en la candidatura de “Reunir Canarias Sostenible”.

Como todos, en esta triste historia de la lucha independentista en Canarias S. XX y lo que va del XXI, hemos tenido diferencias de pensamientos y actuaciones, pero la de Ángel ha sido toda una vida dedicada a la lucha por nuestra patria canaria y su independencia y eso es lo que en estos momentos tengo en cuenta.

No comparto la idea Becqueriana de que los muertos se quedan muy solos. En realidad, somos nosotros los que nos quedamos solos sin ellos, pero nos salva de esa soledad el recuerdo de lo que han luchado y han vivido. Nuestros antepasados creían que los más sabios “amusnaus” de nuestros ancestros volvían de su “viaje al Alto Atlas” a nuestras islas como “Machiales” para transmitir su pensamiento a las nuevas generaciones que tenían el deber de mantener las esencias de nuestro pueblo.

A partir de ahora tenemos un nuevo machial que nos marca el camino.

 

   Tanemmirt amidi, Ángel

 

   Francisco Javier González

Gomera a 26 de julio de 2023

 

 

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