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Canarias tiene un límite. Manifiesto de apoyo desde La Gomera

La ciudadanía de Canarias ha dicho: ¡Basta ya!

Desde El Hierro hasta La Graciosa, la sociedad isleña se moviliza contra el anacrónico modelo económico de Canarias y la clase política que lo sustenta

Como ya sucediera en el pasado con la agricultura de exportación, la economía canaria sigue dependiendo en la actualidad del exterior, ahora del turismo, actividad fomentada por intereses foráneos que ha convertido a nuestras islas en una región especializada en el ocio y con escaso desarrollo de otras actividades económicas.

El modelo económico de Canarias está más próximo al de sociedades coloniales que al de Estados desarrollados. Lo que viene ocurriendo en las islas en los últimos 50 años es la explotación sin contrapartida de su riqueza natural y social. Los datos sobre el deterioro social y ambiental están para confirmarlo, a la vez que resaltan la contradicción de una región que padece problemas estructurales acuciantes (acceso a la vivienda, bajos salarios y pobreza, energía o agua, entre otros), en un marco de crecimiento económico sin precedentes. ¡Algo está fallando y se tiene que revisar!

Y las expectativas no son halagüeñas. El desarrollo de nuevos macroproyectos turísticos favorece la llegada de más visitantes foráneos, incrementando los valores desorbitados que registramos actualmente (unos 16 millones en 2023) en una región de tan solo 7.500 km2, pero con más de 2 millones de habitantes.

En este contexto, La Gomera presenta sus particularidades: actualmente ejerce de parque temático del sur de Tenerife, de donde llegan cada día miles de turistas que poco aportan a la economía insular. Los beneficios de este tipo de visitantes se quedan fuera de La Gomera, mientras aquí contribuyen a la contaminación y consumo de nuestros recursos a cambio de nada.

Podemos estar de acuerdo en que no padecemos un turismo masivo como en otras islas, pero se han diseñado las bases para ello, ¿o es que ya no nos acordamos de lo recogido en el Plan Insular de La Gomera aprobado en 2011? En éste se proponía una planta alojativa de 17.000 camas turísticas y un horizonte demográfico de 35.000 habitantes.

Junto a los complejos turísticos ya existentes, el PIOG definía un reguero de zonas turísticas diseminadas por toda la geografía insular, destacando los macroproyectos con campo de golf en las lomadas de El Machal y Alajeró, nuevos complejos hoteleros en Valle Gran Rey o el Hotel La Rajita, entre los más emblemáticos. Asimismo, las acciones en la costa con nuevos puertos deportivos. Todo eso está recogido en el PIOG, por lo tanto, se podrán ejecutar en cualquier momento que se den las condiciones.

En el momento actual se están retomando algunas de esas propuestas desarrollistas ideadas en la época del boom urbano-turístico que nos llevó a una crisis económica sin precedentes en 2008 y que parece condenada a repetirse. Ya está a punto de finalizarse en San Sebastián el nuevo complejo BANCAL Hotel & Spa con más de 500 camas, mientras esperan en la recámara otros grandes proyectos como el de Bahía de Avalos.

Caben más ejemplos como las nuevas desaladoras, la construcción del infrautilizado puerto de Valle Gran Rey, donde quieren ejecutar un nuevo puerto deportivo; las ampliaciones del de San Sebastián para acoger la llegada de cruceros de gran envergadura; la construcción de un nuevo puerto comercial-deportivo en Playa de Santiago con clara orientación turística y, como si esto fuera poco, se saltan a la vecina isla de Tenerife a defender a capa y espada el puerto de Fonsalía.

Como podemos ver, los responsables políticos de nuestra isla no son ajenos al desarrollismo.

Esa planificación, carente de sentido común y racionalidad que lo apuesta todo al turismo, no es sino la puerta a la especulación y la corrupción de la que sólo se benefician unos pocos. Y en La Gomera sabemos bastante de eso. Incontable es el dinero público que se ha “tirado al barranco” en proyectos de muy dudosa eficacia, nula en muchos casos.

Mientras tanto, la mayor parte de la sociedad gomera no se nutre de los beneficios que puede generar el turismo y una diversificación de su economía. Su población se hunde en la penuria. La Gomera presenta unos datos sociales preocupantes: sigue siendo la isla más pobre y envejecida de Canarias, a lo que se suma unos altos costes de vida (combustible, cesta de la compra, etc.), por no decir las nulas expectativas profesionales para su juventud.

La situación económica y geopolítica internacional se sigue tensionado, dejando un horizonte de total incertidumbre. Una nueva situación adversa que afecte al turismo, como ya ocurriera recientemente con la COVID-19, traería más pobreza a las islas. Por todo ello, exigimos una reformulación y reorientación del modelo productivo canario que diversifique su economía y nos haga menos dependientes del exterior, a la vez que apueste por la protección de nuestra biodiversidad, de nuestros ecosistemas, de nuestros recursos y de nuestra cultura y sociedad.

La plasmación de estas demandas debe traducirse en una suspensión cautelar de todos los macroproyectos en marcha, la aprobación de una moratoria turística y la implementación de mecanismos de control y co-gobernanza ciudadana a través de las asambleas ciudadanas vinculantes y permanentes, pues este territorio y la sociedad que lo habita no aguanta más.

 

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