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El progreso de la involución

Los movimientos cavernarios están en auge gracias a la mediocridad de la política progresista

Hace ya más de 5 años que Podemos irrumpió como partido y después de ver a Iglesias ayer en el desfile me dije a mí mismo que su personaje nada tiene que envidiar a cualquiera de aquella serie (originalmente libros) que solía nombrar para hacer lo que yo haré ahora.

La evolución, la curva experimentada por el personaje es digna de un gran guión, pero como también nos enseñó aquella serie, no todos los buenos guiones tienen un final a su altura. La apresurada marcha por conquistar el poder marchitó cualquier signo de coherencia que pudiera quedar tras una organización que resulta más inútil en el Gobierno que en la oposición.

Y no fueron los malvados villanos quienes finalmente le dan el toque de gracia, es su ambición y su ahínco por integrarse en la vieja política. Pero lo que peor llevo, de una gestión que en su día defendía, es que logra justo lo contrario de lo que se plantea. ¿Qué movimientos de los que promueve ha mejorado en los últimos años? Ninguno, todos están experimentando retrocesos, y aunque en este sentido no todo es culpa de Podemos (está siendo una preocupación global), es un hecho que adopta estrategias que se conocen fallidas. La lucha por la igualdad está peor que hace 8-10 años. Se han abonado a la política del marketing y el resultado está siendo restar en lugar de sumar.

Los movimientos cavernarios están en auge gracias a la mediocridad de la política “progresista”. La única manera de que los conservadores se abran paso es con el tropiezo continuo de los que dicen luchar por el progreso. No es la primera vez que una pésima gestión de la izquierda da lugar a un efecto rebote que en este caso irá más allá de un par de legislaturas del PP. Está teniendo efectos estructurales en la manera de entender la realidad de muchas personas, en la exteriorización de algunas conductas que son preocupantes y tienen una gran similitud a la de otros momentos históricos que, creíamos, estaban superados.

J. Pablo Monzón




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