El tránsito y el estoicismo como superación de las categorías y de la historia y del capitalismo
El concepto de “tránsito” está vinculado a su reflexión sobre la estética y la experiencia sensorial en la modernidad y postmodernidad (filosofo de la estética Mario Perniola). El tránsito representa un estado intermedio entre el sujeto y el objeto, donde la relación con la experiencia no es de identificación total ni de distanciamiento absoluto, parece un tránsito de lo mismo a lo mismo y, así, erróneamente se puede identificar en el dicho: “la historia se repite siempre“. Pero, en realidad solo es así si tenemos la mirada fija desde lo alto del narcisismo más estético y del individualismo neoliberal.
Ahora estamos en la era del simulacro, donde la experiencia es falseada, todo es apariencia; las imágenes ya no remiten a una realidad auténtica. Todo parte de la autoconciencia como imagen propia que necesita la aprobación de la mayoría. Si, en lugar de tener una mirada fija- como la antorcha crea un cono de luz que ilumina la única realidad que creemos exista- ampliamos la visión a 360º, todo cambia. Solo así conocemos que este tránsito que parece ir de lo mismo a lo mismo, es una espiral que nos permite salir de la visión reducida y solo así nos damos cuenta que hay la posibilidad del cambio.
¿Cómo se entiende el tránsito?
A través de una experiencia sin apropiación e individualismo. A través del pensamiento propio hacia lo colectivo; a través de la inteligencia emocional, de la integridad y del amor hacia el prójimo. No se trata de poseer o dominar la experiencia como propia, ni de proyectar emociones subjetivas en ella. Se debe generar una especie de suspensión de la identidad propia del sujeto hacia el objeto común (ejemplo nuestra Casa Común, la Tierra).
Así se superan las categorías del capitalismo, del patriarcado, del racismo. Inspiración en el estoicismo y la sensibilidad impersonal: apoyarse en la filosofía estoica para desarrollar la idea de que la “experiencia” puede ser impersonal y al mismo tiempo intensamente vivida. Es un estado donde el sujeto no se apropia de la emoción, pero tampoco la rechaza; simplemente la atraviesa y la comparte como si el Todo fuera Uno.
¿Cómo abordar el estoicismo como una forma de superación del capitalismo?
Podemos plantear un análisis en varios puntos clave, exponiendo cómo los principios estoicos ofrecen una visión alternativa a los valores promovidos por el capitalismo.
El consumo y el deseo
El sistema capitalista promueve la adquisición constante de bienes y servicios. Se fomenta la idea de que la felicidad y el bienestar dependen de la cantidad y calidad de lo que poseemos.
Los estoicos creen que el deseo de cosas externas solo lleva a la insatisfacción constante, ya que el bienestar verdadero no depende de los objetos materiales, sino de nuestra actitud frente a ellos. Según Séneca, «No es la falta de recursos lo que nos hace pobres, sino el deseo desmesurado de poseer». El estoicismo promueve la moderación, el autocontrol y la autosuficiencia como meta el respecto hacia los recursos limitados, traduciéndose en beneficios para todas las personas.
El estoicismo desafía la lógica capitalista al promover una vida más simple, centrada en las necesidades esenciales y la tranquilidad interior y en los intereses de la colectividad.
El éxito y la competencia
Mientras en el Capitalismo el éxito se mide por el crecimiento personal y financiero. La competencia, tanto interna como externa, es vista como un motor del progreso. El “éxito” está vinculado a la acumulación de riqueza y estatus.
En el estoicismo el éxito no es una cuestión externa. Epicteto decía que lo único que podemos controlar es nuestra actitud y nuestras acciones, no los resultados externos. El verdadero éxito es el que se obtiene a través de la virtud, la sabiduría y la autocomprensión. La competencia en el ámbito capitalista puede verse como una fuente de ansiedad y envidia, emociones que los estoicos buscan eliminar.
En lugar de competir y medirse en términos materiales, el estoicismo invita a la competencia interna, a la superación personal basada en la ética, el carácter y en la integridad.
El estrés y la ansiedad por el futuro
El Capitalismo a menudo genera una constante preocupación por el futuro. Las personas se sienten presionadas para asegurar su bienestar económico a largo plazo, lo que puede llevar a un estrés crónico.
Los estoicos enseñan que debemos centrarnos en lo que podemos controlar en el presente, sin obsesionarnos por el futuro. Según Marco Aurelio, «No gastes tiempo pensando en lo que podría suceder, sino en cómo puedes manejar lo que está sucediendo ahora.» La preocupación por el futuro es una de las emociones que los estoicos buscan disipar. Porque la preocupación genuina del AHORA ya por ella misma lleva a una mejora del futuro.
La igualdad y el individualismo
El capitalismo promueve una fuerte cultura del individualismo, donde cada uno lucha por alcanzar sus propios intereses. Las desigualdades económicas y sociales son vistas como naturales, producto de la competencia.
Con una experiencia de tránsito estoico, si bien el estoicismo valora la autonomía personal, también enfatiza la idea de que todos los seres humanos son iguales en su capacidad para alcanzar la virtud. Los estoicos creen en la fraternidad universal y en el cuidado mutuo, en el respeto de la Casa Común, algo que choca con la visión individualista extrema del capitalismo.
El estoicismo promueve una visión más colectiva de la humanidad, enfocándose en la cooperación y la equidad, en lugar de la competencia destructiva.
La relación con el trabajo
En el capitalismo, el trabajo es, a menudo, visto solo como un medio para obtener dinero y mejorar el estatus personal. El trabajo puede llegar a ser alienante cuando se convierte en un fin en sí mismo.
Para los estoicos, el trabajo es una oportunidad para practicar la virtud, la diligencia y la integridad. Trabajar con excelencia no es solo una cuestión de ganancia, sino una manera de contribuir al bien común y vivir de acuerdo con la naturaleza racional del ser humano. El trabajo, según los estoicos, debe ser realizado con propósito y dedicación, más allá de la búsqueda de recompensas materiales. El capitalismo, por su parte, tiende a desvincular el trabajo de la ética y el bienestar humano.
Para concluir cómo el tránsito, entendido como una experiencia estoica, puede servir para superar el capitalismo, podemos considerar que se trata de un proceso de transformación personal y colectiva que desafía los principios fundamentales del capitalismo, como la acumulación, el consumo y el individualismo. El tránsito, en este contexto, se refiere al proceso de autoconocimiento y evolución interior que los estoicos practican, teniendo claro que hacemos parte de un todo.
En el tránsito hacia una vida más estoica, la persona aprende a reconocer que la felicidad no depende de los bienes materiales ni del consumo. El capitalismo se basa en la creación de deseos insaciables, donde el más, nunca es suficiente. El tránsito estoico enseña a ser consciente de estos deseos y a transformarlos en necesidades básicas, alejándose de la constante búsqueda de la gratificación inmediata. Al reducir las expectativas materialistas, se encuentra una mayor libertad personal y colectiva.
El capitalismo a menudo genera ansiedad por el futuro, al enfocarse en el «crecer» constante y en el miedo a perder lo que se ha ganado. El tránsito, por su parte, nos acompaña en la aceptación de lo que está fuera de su control. El tránsito estoico implica aprender a aceptar la incertidumbre de la vida, reconociendo que lo que verdaderamente importa es cómo respondemos a las circunstancias, no cuánto logramos acumular. Esta aceptación reduce el miedo y el estrés generados por las expectativas capitalistas.
En el tránsito estoico, el objetivo no es competir contra los demás para tener más, sino cultivar la virtud y la sabiduría y la experiencia común; lo que permite una autonomía basada en principios éticos y no en la acumulación de recursos. Este tipo de autonomía promueve la autosuficiencia emocional y mental, alejándose de la dependencia de las recompensas externas del capitalismo.
El capitalismo promueve una cultura de competencia, donde la cooperación puede verse como una amenaza a la ganancia personal. El tránsito, por otro lado, fomenta la fraternidad universal, entendiendo que todos los seres humanos comparten la capacidad de razonar y vivir de acuerdo con la virtud. A través de este tránsito, se puede trascender el egoísmo individualista del capitalismo y fomentar una visión más colaborativa y solidaria.
A través del tránsito como experiencia estoica, se puede superar el capitalismo al cambiar profundamente nuestra relación con los bienes materiales, el éxito, el trabajo y la comunidad. Al enfocarnos en lo que realmente depende de nosotros —nuestra virtud, nuestra serenidad, nuestra capacidad de adaptarnos a lo que no podemos controlar— se reduce la necesidad de participar en un sistema que promueve el consumo constante, la competencia, la insatisfacción y el individualismo de las apariencias.
La verdadera superación del capitalismo, desde una perspectiva estoica, no se logra necesariamente a través de una lucha externa contra el sistema, sino a través de una transformación interna que permite liberarnos de las presiones materiales y encontrar paz en la vida sencilla y virtuosa. El tránsito simplemente atraviesa la experiencia Común y la comparte como si el Todo fuera Uno y el Uno ya es experiencia de Todas.
Antonella Aliotti
Feminista Radical Antirracista
Activista en DDHH y Sociales