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En situación colonial no se puede cambiar nada si no comprendes lo que te rodea

Recuerdo que vislumbré cierta expectativa de cambio de política, cuando Antonio Morales –hoy presidente del cabildo de Gran Canaria– entró, de la mano de NC,  en la susodicha administración. Sé que Antonio Morales nunca fue, es ni será independentista, pero no es menos cierto que yo miraba con entusiasmo las políticas sobre producción y diversificación agrícola, medioambiental y social, cuando, por el grupo Roque Aguayro, era alcalde del ayuntamiento de Agüimes.

Aunque el cambio de política de Antonio Morales ha sido de 180 grados, desde que entra de primer regidor en el Cabildo, sospecho que, al aliarse de forma tan marital con Román Rodríguez –hombre megalómano, narcisista, autoritario y resentido político–, éste posiblemente lo maneje haciéndolo plegar a los caprichos e intereses contraprestados, especialmente de una constructora como LOPESAN que, además, es empresa turística o ese favoritismo incomprensible con el dueño de Loro Park.

Por lo expuesto arriba, y por más acciones reprobables que son notorias en su nueva gestión insular,  hoy me hago la pregunta que si Antonio Morales ha perdido la integridad, su personalidad y la ética que se le suponía –visto este cambio tan radical en comparación al municipio que gobernaba–, pues, su nueva andadura le ha llevado a hacer lo mismo que sus predecesores cabildicios, continuando con la idéntica política colonial y de dependencia del exterior, esto es, en detrimento de incentivar nuestros sectores estratégicos… o más aún: aniquilarlos.

Nunca esperé que Antonio Morales se hiciera independentista ni que propiciara políticas de este índole (en una colonia hay que tener agallas para eso y él no las tiene… aunque, en tal sentido, ha intentado algún paripé insustancial para arrastrar con ingenuos y novatos soberanistas  o también interesados), pero sí que muchos esperábamos y deseábamos –aunque no fuésemos de su cuerda política colonial– que dignificará de forma estructural el sector primario y sus derivados en Gran Canaria, lo que hubiera supuesto una ingente cantidad de empleo estable y, sobre todo, si no romper –porque no puede con el estatus actual– con los grupos de presión que subrepticiamente administran la colonia (lo de romper y nacionalizar sólo lo hacen los hombres libres, dignos –escasos en Canarias– o los países soberanos, pero jamás los súbditos esbirriles de una vulgar colonia como Canarias, al servicio de una metrópoli y Reino fascista), sí que implementara el sector primario para romper con la dependencia absoluta del exterior –tal y como manda la FAO– y, de este modo, además de consumir productos de primera, exportarlos directamente hasta los platos de los 15 millones de turistas anuales y con ello, al mantener el sector, también arraigar nuestras tradiciones que se esfuman como consecuencia de todo lo importado y lo desmantelado dentro.

No se le está pidiendo lo imposible a Antonio morales: sólo que sea decente y cumpla con las políticas que le marcaron y diferenciaron muchos años en la alcaldía de Agüimes.

Sin embargo, Antonio Morales y su cohorte –que son todos los grupos del cabildo, sus tránsfugas y hasta la derecha– han permitido que se desproteja los mejores terrenos agrícolas en la periferia de Las Palmas de Gran Canaria, para que multinacionales como Leroy Merlin, Decathlon, Hiperdino y otras más, se instalen con más descomunales almacenes para llenarnos de mercancía foránea y, por ende, seguir enterrando al pequeño productor y comerciante local, creando así el empleo y la riqueza fuera de Canarias. (Anoto que, en esos terrenos recalificados en Tamaraceite, existía un hábitat importante del lagarto gigante de Gran Canaria y que no son los únicos terrenos agrícolas prestados a la especulación en la capital grancanaria).

No puedo soslayar las partidas y proyectos de carreteras y más carreteras que destruyen nuestro patrimonio arqueológico, geológico, toponímico, faunístico, botánico… cuando, a su vez, alegan y difunden la falacia de que nuestras cabras guaniles –a la que el consistorio insular destinó partidas dinerarias para extinguirlas manu-militari– se comían lo que plantarían con la subvención al pino y al roble que les concedió Europa o que las cabras extinguían los fitoendemismos: mentira más que comprobada, aunque sus comparsas, técnicos del cabildo, interpretaran muy bien el guión que le asignaron.

El destino de Canarias, es convertir nuestra patria en un parque temático.

Las infraestructuras en carreteras tienen una finalidad prediseñada… y detrás viene, además de la reconversión turística y residencial de La Aldea –por mencionar este caso y lo que se verá con la otra carretera que va de La Aldea A Mogán–, toda la modificación y alteración del paisaje agrícola y la actividad pastoril para propiciar la diversión y ocio destinado al turista, e utilizar nuestra tierra como plató cinematográfico de otras multinacionales, mientras se arrincona hasta la extinción a nuestros pocos agricultores y ganaderos y, cómo señalé anteriormente, con ello la extinción de costumbres y señas de identidad de un pueblo, como es el canario, con particular idiosincrasia.

En una colonia todo está podrido, las administraciones coloniales son forúnculos, mas, cualquier mujer u hombre que quiera entrar en ellas con el deseo de cambiarlas, por muy honesto que sean, se pudren por alta contaminación colonial irreversible.

Recuerdo sólo un caso, cuando las expropiaciones de Guanarteme y Chile, en Gran Canaria (en el gran pelotazo participaron, unidos como hermanos, las constructoras, especuladores y todas las administraciones coloniales sin oposición de ningún grupo político) asunto donde estuve directamente muy implicado en la lucha contra la especulación y la expulsión que, por la fuerza, se pretendía contra los vecinos, y sólo un concejal del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria dimitió por honor y ejemplaridad, oponiéndose a aquello que tenía un olor nauseabundo, ya que el cadáver se pudría a simple vista rodeado de los necrófagos que se lo iban a zampar. Este concejal díscolo se llamaba Luis María Pereira García, se había presentado por el CDS como independiente y, para más inri, era español.

Los 10 concejales del PSOE, los 7 del PP, los 6 de CDC –por la abstención y posterior dimisión de Pereira– y los 5 de ICAN, votaron en bloque contra de los pobres y en beneficio de los poderosos que les gobernaban el Ayuntamiento y el resto de las administraciones, como la de Política territorial, Costas…

En su momento, dijimos que Guanarteme era la punta de iceberg de lo que harían posteriormente con los barrios cercanos a la costa y con los de la costa, y así ha sido y seguirán en toda Canarias, donde ya nos han restringido nuestras tradicionales acampadas porque levantaron un hotel ilegal y la hamaca reemplaza a tu tienda de campaña.

Guanarteme, un barrio obrero dividido por la mano de los especuladores, pero inmerso en una lucha que emprendimos con dignidad y organización que tuvo a los carroñeros muchos años contra las cuerdas y, aunque expropiaron algunas manzanas, no se salieron con la suya o con todo el negocio sucio que pretendían hacer en La Barriada.

Me siento orgulloso de que la sede de reuniones secretas, toma de decisiones, planificación y actividad política, propaganda y preparación del activismo… fuera mi propia casa, por lo que tengo que agradecer el compromiso del grupo independentista que teníamos en el barrio, a otros pocos independentistas de fuera que se sumaron –y que les tengo en la memoria– a los “ecologistas” –que no existieron y como siempre andan cerca del poder– y a tantas personas que, por decoro, compasión, compromiso y principios, se sumaron a aquella lucha tan desigual que, si bien nos costó ingente sacrificio por los medios a nuestro alcance y el grandioso poder del enemigo a combatir, podemos presumir de magnas satisfacciones –triunfos y derrotas–, bellísimas amistades, estimados amigos, fieles compatriotas y, quizás, hasta pudimos demostrar que si unos cuantos hombres insobornables toman la iniciativa en los problemas de nuestro pueblo, Canarias tendría solución.

Confieso que lloré en silencio por algunos vecinos mayores que la incertidumbre y el abuso del poder los mató antes de tiempo, pero también puedo decir que me reí y deleité en aquella lucha, cuando nuestras tácticas y estrategias funcionaban, pues, los chicos no nos dejamos tumbar, humillar ni intimidar por los grandes… ya que, si no habían muchos recursos, sí que había inteligencia e ingeniosidad para tenerles contra las cuerdas durante muchos años.

Dice una canción de Fito Páez “Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a entregar mi corazón”

Isidro Santana León

 

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