Literatura

Acto 3. El potencial

Otra entrega de las aventuras de S&D.  Anterior: Acto 2. La 4ª ley.

Era la noche más lluviosa que había vivido. La lluvia con el techo del coche hacía un estruendo horroroso, parecía que estaba tronando sobre mi cabeza. En el periódico decían que el otoño de este 1927 iba a ser muy lluvioso, y que los ciudadanos de Chicago nos teníamos que preparar para la gorda que nos iba a caer. Mi reloj marcaba las doce de la medianoche, y aún Al Capone no había llegado a la reunión de negocios que tenía con otra de la gentuza de la ciudad, el holandés Bugs Moran, en un bar del tres al cuarto de la periferia, el Johnny’s, otro maldito garito de venta de drogas de la ciudad, de los millones que ensuciaban Chicago.

No tenía ningún plan para afrentar a Capone. Mi ira me cegaba demasiado, esta vez no me dejaba pensar con claridad. Estaba demasiado cerca de mi objetivo, de mi misión, y ya el reloj marcaba la hora de la venganza. Dar y averiguar los movimientos de mis amiguitos me costó mucho esfuerzo, perder algún diente, entre otras cosas, y no vamos mentir, un muerto, pero que obviamente, se lo merecía.

De repente, un Ford T se acercaba al garito. En él se encontraban tres personas, y sentado en la parte de atrás, estaba cara cortada. Aparcaron delante de la puerta. Se metieron rápidamente en el Johnny’s. Ahora me tocaba a mí. Salí y apresuradamente me dirigí hacia la entrada. Me fijé que tenía un par de ventanas al lado de la puerta, con las cortinas bajadas (obvio que para que la gente no viera los trapicheos de esta maldita escoria), de color verde. Si sobrevivía, esa sería mi única opción de huida.

Abrí la puerta, y me metí en el interior. Colgué mi gabardina de la suerte en un perchero que tenían al lado de la entrada. Acabé demasiado empapado. Los tirantes y mi camisa de manga larga acabaron con más agua que no mis pantalones negros. Pero ahora eso no importaba. Allí estaban, en la esquina más apartada, en una mesa redonda, un grupo de seis hombres, que debido a la nefasta iluminación del sitio, apenas podía distinguir. Cada magnate traía consigo dos gorilas, me imagino que hablando de negocios. Me senté en un taburete rojo desgastado, y apoyé mis codos en la barra. Al camarero, de posible origen mexicano (sus rasgos aborígenes y ese mostacho propios de ellos, me invitaban a pensarlo), le pedí que me sirviera un vaso de Bourbon.

-Pero, señor… usted sabe no más que no puedo servirle alcohol- me dijo, con un inconfundible acento de México.

-Usted piensa que soy subnormal o algo parecido.

-No, señor, claro que no, pero…

-No me digas que en un sitio donde se reúnen Capone y Moran se sirve té, y sólo a las cinco de la tarde. ¡Déjese de tonterías y sírvame el puto vaso!- mandé un manotazo en toda la barra.

Se acercó a la ventana a ver si había cerca algún policía. De debajo de la barra, sacó de un compartimento secreto, una botella de ese néctar naranja. Me puso un vaso de tamaño considerable delante mío, y lo empezó a llenar.

-Hasta el borde, por favor-le dije.

-Claro que sí, señor.

Cuando terminó de llenarme el vaso, el mexicano se puso a limpiar los bordes de la barra con un trapo blanco, ese néctar no tardó mucho en entrar en contacto con mis labios. Mientras lo bebía, le indiqué al camarero que se acercara.

-¿Aprecia su vida?-le pregunté.

-Demasiado señor.

-¿Aprecia al señor Moran?

-El señor Moran me dio y me ofreció este puesto de trabajo, gracias a él puedo mantener a mi familia y mis cuatro hijos.

-Buena camada la que tiene, y de lo que acabo de comentar, ¿qué aprecia más?

-Pues mi vida, claro está…

Tomé un sorbo de Bourbon.

-Pues tomé, cinco dólares por el vaso. De paso lárguese, voy a matar a esos seis tíos de ahí, y no quiero que mueran inocentes.

-Pero…

-Si no quiere una bala de mi Colt en el cráneo, fuera. Eso sí, con mucho sigilo-le puse la Colt 45 del tobillo en la barra, mientras me llevaba el índice a la boca.

Con cara de asombro, y de miedo, me hizo caso sin rechistar, y se escondió en una habitación donde tenían la cocina. Me terminé el vaso, y me dirigí a donde mis amigos, para conversar un rato.

En la mitad de mi trayecto, saqué la pistola, y de un tiro en la cabeza maté a los gorilas. Capone y Moran reaccionaron tarde, lo suficiente como para que de dos tiros tirara sus pistolas a otro lado. Creí que de la gran guerra no saqué nada, pero en ese instante la puntería que desarrollé en la batalla me estaba siendo muy útil. Saqué dos balas de mi bolsillo, recargué el revólver de mi padre, e indiqué a esos dos que se arrodillaran.

-¿Qué pasa, Capi? Sin tus lacayos no eres nada, ¿no?

-Hombre, si es el blanquito del detectivillo S&D.

-¿Y eso de blanquito a que viene?

-Admítelo, eres más pálido de lo normal.

-¡Respétame, gánster!-le coloqué la pistola en la sien.

-Espera, deja ver si adivino, vienes buscando venganza. Pues sabes lo que te digo, este bar va a ser tu cementerio.

-Lo dudo, saber lo que busco no es difícil de averiguar, teniendo en cuenta que tú mataste a Mary.

-Y tú metiste a mis hombres en la trena.

-¡Ella no se lo merecía, hijo de la gran puta!, tus hombres, sí.

-Eres bueno, S&D, era una advertencia, puedes derrotar a mi organización, y lo sé. Por eso, consideré que era una buena forma de pararte los pies, pero ya veo que lo único que puedo hacer para detenerte es matarte- se le dibujó una sonrisa en la cara en ese momento.

-Creo que ahora, el que va a morir eres tú, y el irlandés de tu lado. Así pues, haced las paces con vuestros dioses.

Un estruendo de la barra retumbó en mis oídos. El mexicano llevaba una escopeta, la cual estaba apuntando en mi pecho. Cuando me di cuenta, en mi pecho tenía un dolor intenso. Las balas de la escopeta me dieron de lleno. Me desplomé en el suelo. Efectivamente, Gabriel tenía razón, en ese bar me había encontrado la muerte, mediante una persona a la que decidí perdonarle la vida. Que irónica forma de morir era aquella, ¿no?

-Bien hecho, García.

Eso fue lo último que escuché, esas palabras, por parte del hombre que había hecho posible que me pudiera reunir de nuevo con mi amada.

 

 

 

 

Alberto Candelario

 

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