Canarias: la urgencia de cambiar el modelo
Necesitamos elevar el sentido de la palabra soberanía y colocarla en el centro de la movilización social
Los diferentes gobiernos de Coalición Canaria, con el PP o el PSOE, y el actual “pacto de las flores” (PSOE, Nueva Canarias, Podemos y ASG) nos han condenado y condenan a seguir habitando una cotidianidad que solo deja otear un horizonte sin esperanza
El apagón que dejó sin luz a un millón de personas en la isla de Tenerife el pasado 29 de septiembre señaló -sin duda alguna- la necesidad de cambiar con urgencia el modelo energético en las Islas Canarias. Se evidenció la fragilidad de un sistema caracterizado por la dependencia de los combustibles fósiles, la centralización de la gestión, el monopolio y la ineficaz implementación de alternativas energéticas. Motivos suficientes para que entendamos que lo que se suele denominar como “transición ecológica” debe suponer un cambio del paradigma productivo y un cambio integral del modelo de sociedad. Una serie de profundas transformaciones estructurales que deben revertir unas políticas económicas centradas en la extracción de rentas y la desposesión. … esa idea de soberanía política se debe articular desde la interconexión de tres ejes fundamentales: la soberanía energética, la soberanía alimentaria y la soberanía productiva.
Para empezar, sería cuestión de entender que una Canarias más ecológica no se construye con adhesiones a protocolos o suscribiendo manifiestos de “buena voluntad”. De lo que se trata, es de cambiar radicalmente el uso que hacemos del territorio y sus recursos; asumiendo que cualquier dependencia exterior implica fragilidad. Dicho de otra manera, la eficacia en la gestión de los recursos y del territorio tiene que estar supeditada a la autogestión, comprendiendo que el único modelo viable y de futuro es aquel que tiene en la soberanía política su meta irrenunciable. Al mismo tiempo, esa idea de soberanía política se debe articular desde la interconexión de tres ejes fundamentales: la soberanía energética, la soberanía alimentaria y la soberanía productiva. Se trata de apostar por un cambio del paradigma dominante para terminar con un modelo que mide sus posibilidades en millones de turistas, empleos basura y en la gestión de la pobreza de una mayoría a la que se le impide cualquier otra alternativa de futuro. Por consiguiente, debemos concentrar todas nuestras energías en revertir la situación actual de dependencia. Necesitamos elevar el sentido de la palabra soberanía y colocarla en el centro de la movilización social. Entendiendo que es la única manera de poner en marcha todas nuestras potencialidades reales, la única alternativa que nos queda si queremos superar un tipo de sociedad que se evidencia inviable.
Subvenciones y asistencialismo
La dependencia -la falta de soberanía- ha estado alimentando durante siglos a una oligarquía local especializada en administrar esa fragilidad. Una oligarquía que ha engordado gestionando subvenciones y que ha conseguido mantener su control sobre todo el bloque político-institucional, condenando a las grandes mayorías al silencio. En Canarias no existe una sociedad civil real, en todo caso, el conato de algo que en otras sociedades está más que normalizado. En estas Islas, desgraciadamente, el peso lo tienen las diferentes redes clientelares, que han sido articuladas para garantizar el control social y la obediencia. En Canarias el alcance de la disidencia está muy bien calculado y las políticas no se centran en dar solución a los problemas. Por el contrario, lo que se ha generalizado es un precario asistencialismo como única alternativa que se ofrece a las masas desposeídas, condenadas, de por vida, a la dependencia.
Un horizonte sin esperanza
El cero energético que sufrimos hace dos semanas fue algo más que un posible accidente fortuito. El apagón nos señaló una problemática que va más allá de la gestión de “nuestra red eléctrica”, fue el indicio de la fragilidad de todo un sistema; la fragilidad de todo el sistema político, económico-productivo, social y energético sobre el que se sostiene este archipiélago. Una fragilidad causada por las grandes carencias que sufrimos, carencias que se pueden resumir en esa falta de soberanía y, como consecuencia, en la imposibilidad de apostar por la autogestión y el uso racional de los recursos. Por más que algunos pretendan ignorarlo, en estas islas seguimos dependiendo de viejos acuerdos y pactos de Estado que deben ser desmantelados; acuerdos y pactos que han determinado una serie de inercias en nuestro modelo político y económico que dejan a las Islas “encalladas” y a merced de los mismos problemas que han lastrado cualquier posibilidad de desarrollo. Si no se actúa de una forma enérgica, seguiremos postrados en esa anormalidad que impedirá que se depuren de forma adecuada -en este caso al igual que muchos otros- las responsabilidades políticas (y sociales) de una gestión que solo beneficia a las minorías que controlan las instituciones y las ganancias. … en Canarias no hay futuro sin soberanía, sin un proyecto real de nación, sin una conciencia clara de que el verdadero progreso humano se cimienta en la autonomía, la autogestión y la libertad para elegir y decidir.
Los que nos gobernaron ayer y los que nos gobiernan hoy, han reiterado en traicionar aquello que prometieron, robándonos cualquier tipo de expectativa de cambio, obligándonos a vivir resignados. Los diferentes gobiernos de Coalición Canaria, con el PP o el PSOE, y el actual “pacto de las flores” (PSOE, Nueva Canarias, Podemos y ASG) nos han condenado y condenan a seguir habitando una cotidianidad que solo deja otear un horizonte sin esperanza. Se generalizan las mismas políticas, la absoluta dependencia y la imposibilidad de que algún día se pueda llegar a comprender una idea de “progreso” que no suponga ruina y miseria en esta sociedad. Secundino Delgado, del que en este mes de octubre conmemoramos un nuevo aniversario de su nacimiento, escribió -allá por 1897- desde su exilio caraqueño, las siguientes palabras dirigidas a un paisano isleño: “la palabra libertad si alguna vez se pronuncia es mistificada; al pueblo nunca se le deja comprender su sentido lato; el instinto de rebelión, promotor del progreso y libertad, casi le han extinguido en aquellas infortunadas islas”. Reflexión, la de Secundino, que más de 120 años después, sigue conservando el mismo sentido y la misma crudeza; pensamientos que -sin duda alguna- describen la situación que vivimos en la actualidad.
El apagón del 29 de septiembre pronto será un rumor, con suerte, una anécdota más; como nos pasa en esta tierra con todas las infamias, seguiremos bebiendo las aguas del olvido y la desmemoria. Solamente unos pocos seguirán empeñados en vivir despiertos, obligados, como también escribe Secundino Delgado, por la conciencia: “ella me obliga a hablar aun cuando me excomulguen los sicarios y algún hermano desee darme la cicuta”. Sin duda, esas palabras siguen siendo de hoy, de este presente maldito que se eterniza, y por más que nos empeñemos en negarlo, urge un proyecto de futuro que termine con la dependencia, la miseria y el olvido. Entendamos, de una vez por todas, que en Canarias no hay futuro sin soberanía, sin un proyecto real de nación, sin una conciencia clara de que el verdadero progreso humano se cimienta en la autonomía, la autogestión y la libertad para elegir y decidir.
Elpaíscanario.com
En Cabo Verde (hermana gemela de Canarias) hay plena Soberanía!!!!
Darse una vueltita y ver…..
Estimado Sr. Luis. Desgraciadamente usted entiende poco. Cabo Verde tiene dos cosas que usted no ha valorado, Libertad y Dignidad. Si entramos en discutir la libertad hispana por aqui por mi parte es una pérdida de tiempo. Sencillamente considero vulgar a quien no entienda que la Sedición es un precepto del Código Penal español casi único en el derecho comparado.
Si se refiere usted a la situación económica de Cabo Verde, no tenga prisa, ya avanzarán, lo importante es que pueden hacerlo, nosotros no, por su españistán.
Finalmente, el artículo advierte sobre esencias, sin romperle su españistán, le planteo las reformas de modelo económico, que esa, a la que usted intrínsicamente defiende no permite. Por un lado soberanía energética significa eso, el control legal absoluto para nuestro propio modelo energético, por tanto Endesa se va.
Por otro lado, recuerda nuestros Puertos Francos, pues a volver a ellos, dejar de ser RUP para ser PTU o salir de la UE. Además entiende por qué hay aguas internacionales entre Achinet y Tamaránt, puede explicar por qué no controlamos nuestra Plataforma Continental o la ZEE.
¿Es capaz de ver el potencial positivo de todo esto?. Si no lo ve, el problema es usted y el síndrome del colonizado. Si lo ve, prepárese para cambiar el voto, en su momento, admito que aún no tiene a quien.
Gracias por este artículo sencillo, auténtico y estimulante.