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Canarias merece ser feliz

Nuestro país es mundialmente conocido por diversos motivos: nuestro clima equilibrado, nuestra biodiversidad (que nos ha convertido en reserva natural de la biosfera), nuestros tesoros gastronómicos internacionalmente premiados y reconocidos, la calidad y limpieza de «nuestras» aguas y playas (cuando no hay «microalgas»), así como otras muchas maravillas.

Pero no sólo nuestras islas son famosas, también lo somos su gente. A la mayoría de los canarios y canarias se nos conoce por nuestra cercanía, nuestro amor y orgullo por nuestra nación y, sobre todo, por nuestra alegría. Una alegría y felicidad que bebe de las entrañas de la tierra desde el Bentayga hasta Timanfaya y desde Taburiente hasta Tindaya. Es pues nuestra filosofía, nuestra sonrisa eterna a este lado del Atlántico la que nos identifica, y no el pasaporte actual. Una sonrisa nacional, identitaria… que se ha torcido en un llanto desgarrador.

El Archipiélago canario es el hábitat natural de los canarios y canarias que, desgraciadamente, desde el siglo XVI, se ha convertido en una jaula. Nuestras cumbres se volvieron barrotes, nuestros bosques alambradas, nuestras olas cadenas y nuestras orillas candados. A nuestro pueblo se le insultó llamándolo aplatanado, se le engañó con miedos infundados y se le traicionó en  numerosas ocasiones. 

Durante estos cinco siglos hemos soportado hambrunas, miseria, guerras, esclavitud, exilio e incluso la muerte. Lo hemos hecho con una llama que iluminaba nuestros corazones con la esperanza de que vendrían tiempos mejores. Una llama eterna como la de Chaxiraxi después confundida y mal llamada Candelaria por los europeos. Pero nos engañaron una vez más: ésa llama, no es la luz de la esperanza sino la furia de Guayota ardiendo en nuestro interior. Aquél que fue encerrado dentro de Echeyde para mantener la paz, debe ser liberado para traerla de vuelta, ya que sin justicia no hay paz y sin libertad no hay justicia.

Debemos liberar ese fuego interior como el Teneguía y luchar todos y todas por nuestra libertad. Abrámonos paso como la espuma que baña nuestros roques y playas hacia la liberación social y nacional de nuestro pueblo y digamos que ya está bien de tanto miedo sobre caos e invasiones fantásticas. Alcémonos todos los hijos e hijas de los volcanes gritando a una sola voz que ya estamos hartos de dar pena, de lamentarnos y rasgarnos las vestiduras por los que nos hicieron y siguen haciendo y digamos !que ya se acabó!;que con los herederos y herederas de los guanches no se juega, que nuestro futuro y el de nuestros hijos e hijas a partir de ahora lo decidimos nosotros y nosotras !y nadie más!

Es la hora de poner a nuestra tierra bien grande en el mapa y no en un recuadro chiquitito debajo de las Baleares. Este es el país de Secundino Delgado, Benito Pérez Galdós, Azucena Roja y Juan Bethencourt Afonso entre muchos otros. La madre patria de Antonio Cubillo, de Guillermo Ascanio y de José Miguel Pérez que ya se hartó de lloriquear y ahora se alza para recuperar nuestra felicidad ser siete iguales a este lado del continente africano y terminar por fin con la opresión colonial y capitalista, razón de todos nuestros males. Es la hora, de volver a ser felices. Nos lo merecemos.

!Viva Canarias libre y socialista! 

Alejandro Valdivia Hernández




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