ActualidadCulturaFuerteventuraIslas CanariasMemoriaOpinión

Casos y cosas

Figúrense ustedes, amigos míos, que aquí un servidor por ignorancia y/o desconocimiento, siempre creyó que los dromedarios o.… mal llamados ¡camellos! (de una sola joroba). Eran cosa exclusiva de Lanzarote y Fuerteventura. De niño no vi el resto de islas, salvo mi isla, Fuerteventura, también Gran Canaria y a veces quise ver San Borondón, pero eran cosas de chiquillos y esa es otra historia. Por suerte, con los años, he ido visitando las que me faltaban (casi todas). Me queda La Graciosa, que yo creo que me quedaré con las ganas porque ir para estar viendo gente hasta en la sopa, me tira para atrás. Cada día estoy más salvajón y cascarrabias. ¡Debe ser cosa de la edad!

A los peninsulares les suele sorprender que los isleños no hayamos estado en todo el Archipiélago. Pues no se sorprendan ustedes tanto, tengo amigos de Barcelona que no conocen Viladecans, y yo he estado hasta viviendo en él. También es cierto que hay gente de Corralejo que no ha estado nunca en Morro Jable, y gente de Morro Jable que no ha pisado en su vida El Cotillo, por ejemplo. Yo prefiero pensar que somos un pueblo, cómo mínimo, curioso. Bueno, pues retomando lo del camelus dromedalius, me sorprendí al verlos en otras islas. Una grata sorpresa y, además, en gran número. El denominado: «tractor del campo isleño»

En Fuerteventura recuerdo verlos yo de chico por esas zonas de Tetir y La Oliva en labores de arado, pero al igual que los pajeros, después de los 70’s, pegaron un bajón paulatino hasta desaparecer de la vista (¡Si Olivia Stone levantara la cabeza!), hasta que hace unas dos décadas trajeron de África nuevamente. Supongo que el «autóctono» de aquí se perdió ¡No lo sé!

En casa se cuenta, muy de vez en cuando, la anécdota de cómo aquella vez que un camello enfurecido con una mujer en el campo, y mi padre escuchó los gritos y corrió en su auxilio, quitándoselo de encima de “una trompada en toda la quejada» (15 años antes de rodarse Conan El Bárbaro, ¡Ahí es ná Schwarzenegger), y que la pobre mujer agradeció sin parar porque, palabras textuales, “¡Gracias que me oyó alguien, porque si no me oye nadie…! ¿Qué hubiera sido de mí?” ¡Total! ¡Qué la alimentación autóctona hace mucho!

Esto son historias de cuando se trabajaba la tierra, de cuando había campo en Erbani, y el trinar de las calandrias y los linaceros eran algo diario. Hoy es una rareza casi extinta. El camello actual en las Islas está en su mayoría destinado al turismo, que es el único fin rentable al que se ha visto relegado. Eso y la Cabalgata de Reyes en enero.

Viviendo en Barcelona vi como usaban dos camellos del zoo para la cabalgata, y como solo había dos, uno de los reyes magos iba “a pata”. Ese año que recuerdo que pusieron los camellos la asistencia fue bestial para ir a verlos y yo pensé: “¡Caramba, si yo les contara a ellos que en mi tierra los dejamos sueltos alrededor de la casa, como a los gatos!”

 

JF Olivares

(texto y foto de cabecera)

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *