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De la religión, el ser humano y espiritualidad indígena canaria

El enciclopedista, filósofo y Barón de Holbach, Paul Henri Thiry, escribió una vez lo siguiente: “Los hombres, la gran mayoría, solo mantienen la religión por la costumbre, nunca han examinado seriamente las razones que le ligan, los motivos de su conducta, los fundamentos de sus opiniones: así, lo que todos consideran como lo más importante, ha sido siempre lo que más han temido profundizar; siguen así los pasos que sus padres les han trazado, creen porque ellos les han dicho en su niñez que debían creer; esperan, porque les han dicho que debían esperar; tiemblan, porque sus antepasados han temblado; casi nunca se han molestado en pensar en los motivos de su creencia.»

Esto es justamente lo que le lleva pasando al pueblo canario desde hace quinientos años. Porque les guste o no, aquí hubo una espiritualidad (que no religión, tal y como tenemos el concepto actualmente) propia, que nos fue arrebatada con la cruz y la espada. Cinco siglos después hubo intentos de rescatar esta espiritualidad perdida, con más errores que aciertos, pero con una buena intencionalidad fuera de toda duda.

Ante esta debacle y una inexistente religión indígena, muchos de nuestros hermanos compatriotas intentaron emular o reinterpretar esa espiritualidad perdida bajo el paraguas y el potaje de la Nueva Era.

Fue precisamente en los años setenta y ochenta donde tenemos constancia oral (que no fotográfica u documental, al menos un servidor), de que existieron pequeños grupúsculos de independentistas que emulaban a los Guadameñes y Harimaguadas, llegando incluso a tener pequeños auchones de fieles.

Según los que constatan y vivieron esa época, era un espectáculo un poco bizarro en el que la mezcolanza de ritualística pagana, new age y guanchismo era la tónica y la moda de una minoría de compatriotas.

Tenemos que entender el contexto donde no había internet y donde los escasos recursos bibliográficos referentes a la cosmogonía indígena canaria brillaban por su ausencia.

Tras el declive desafortunado en los noventa del independentismo canario, estos grupos desaparecieron quedando algún resquicio espiritual ya en lo personal y alejándose de lo grupal.

No sería hasta el comienzo del nuevo milenio donde volvería a nacer de esas cenizas, grupos como la Iglesia del Pueblo Guanche. Bodas, bautismos, fiestas y equinoccios, toda clase de ritualística basada en fuentes más profundas, alimentándose de la cosmogonía bereber y cogiendo nuestros símbolos isleños como inspiración espiritual, fueron los alicientes para incluso, el nacimiento de una nueva religión Guanche. Las duras críticas de los sectores más conservadores del independentismo no tardaron en llegar.

Algunos decían que era un circo, otros, que las mentiras e invenciones de la Iglesia del Pueblo Guanche eran notorias. Pienso que deberíamos alabar ese tesón y voluntariedad de sacar una espiritualidad perdida a la palestra, con la que muchos canarios se sintieron identificados. Un eslabón más en la identidad canaria que, aún perdida, este grupo intentó rescatar con todo el cariño y con nulos recursos.

Personalmente no tengo nada en contra de los sincretismos religiosos que abundan por toda nuestra tierra. Aunque es innegable que la devoción hacia ciertas figuras santas se ha debido a la imposición religiosa, desvirtuando el fervor religioso y ninguneando a nuestra verdadera ancestralidad espiritual.

La losa opaca del cristianismo más funesto y fundamentalista se marcó a fuego candente en el corazón del isleño desde hace siglos, inculcando fervores a ídolos de madera que ayudaron a la conquista, regurgitando temores inexistentes como el mito del infierno y teniendo dos opciones (en aquel entonces), la conversión al cristianismo o la muerte por pagano.

Hoy más que nunca, poner en valor la espiritualidad y la cosmovisión de nuestros ancestros nos hace tomar nuestra identidad desde tramos más profundos de consciencia.

Rescatar, poner en contexto, desvirtuar, desgranar el simbolismo que se olvidó en la noche de los tiempos…Nuestros dioses siguen ocultos no porque ya no estén entre nosotros, sino porque fueron arrancados de raíz de la memoria viva de los que ya no están.

Por ellas y ellos, faycanes, maguadas, kankos, verdaderos guardianes de nuestra espiritualidad hoy perdida pero no olvidada.

Que el susurro de nuestros dioses aún resuene en los oídos de los que aún gritan libertad.

 

Iruene Abesan

fundador de TIKANAREN

 

Un comentario en «De la religión, el ser humano y espiritualidad indígena canaria»

  • Algunos decían que era un circo, otros, que las mentiras e invenciones de la Iglesia del Pueblo Guanche eran notorias. Pienso que deberíamos alabar ese tesón y voluntariedad de sacar una espiritualidad perdida a la palestra, con la que muchos canarios se sintieron identificados. Un eslabón más en la identidad canaria que, aún perdida, este grupo intentó rescatar con todo el cariño y con nulos recursos. Si, fue un circo, un montaje con fines crematísticos y sexuales. «Lo digo yo y así lo he denunciado y constato -Isidro Santana león. Que le pregunten a Ariscaya, la muchacha abducida y violada por el profeta Bertaourt el salido emocional. Ni si quiera es sincretismo, solo emulación de la mística griega para empaquetar y captar una caterva ignorante de adeptos alejados y confundidos con nuestra meta: la independencia de Canarias. Si se hubiera querido hacer un acto revolucionarios, menos rituales místicos y más acudir a los juzgados coloniales para renunciar de los impostónimos españoles. Sin embargo, como la cobardía hasta se expresa, era mejor hacer una iglesia parecida a los Testigos de Jeová que armar un escándalo político renunciando a la españolidad. ¡Qué guay!: sigo soñando con aquellos vestidos amarillos y brillantes de los bautismos, comprados en los chinos, que nunca vieron las maguadas.

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