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Espero verte ahí

Quien me conoce, sabe de sobra que soy una persona que siempre está dispuesta ayudar, también sabe que soy una persona que siempre contesta a las injusticias, que toma la palabra cuando alguien dice algo que no me gusta o algo que yo considere injusto, lo diga un igual o una autoridad; que soy alguien que está siempre discutiendo y que si tiene la oportunidad, pasa a la acción. El que me conoce, sabe que cuando contesto no lo hago sin razones, sabe que no defiendo sinsentidos ni discuto por discutir, cuando alguien dice algo que no me gusta, pero que es justo asumir, lo asumo. Aunque por dentro esté deseando pelearme por tener la razón.

Cuando tuve noticia de la huelga estudiantil convocada para este 3 de marzo, en principio opté por no secundarla, pues en cierto modo me parecía un tanto raro el llamamiento a esta, pues realmente no hay un asunto específico que nos afecte ahora mismo.  Miré las noticias un poco por encima, y no vi que se hubieran subido las tasas, ni que previeran hacerlo; no han aumentado los requisitos para acceder a una beca, ni se prevé que lo hagan; no han cambiado los reglamentos que me asfixian como estudiante y tampoco prevén hacerlo, así que: ¿por qué ir a la huelga?

En esa reflexión, tan simple, tardé en darme cuenta de que en ella había implícito un motivo por el cual tener que cambiar de opinión. Es sencillo, tan simple como la reflexión: nada cambia. Y las consecuencias de la pasividad política se agravan conforme pasan los días, pues las cosas que necesitan un cambio, son precisamente aquellas que están destinadas a pesar cada día un poco más.

Luego de darme cuenta de que nada cambia, las siguientes preguntas fueron: ¿Cuando cambió todo para estar así? ¿Qué se hizo en contra de estos cambios y cuando fue la última vez que algo cambió para beneficiarnos? Las respuestas a estas preguntas hicieron darme cuenta de una cosa, que yo había asumido algo sin que ese algo fuera precisamente justo, en definitiva, había asumido algo sin siquiera cuestionármelo, y además, ese algo no se ajustaba en absoluto a mi idea de justicia, y tras consultarlo, tampoco se ajustaba a la idea de justicia de mucha gente.

Esta situación es algo que no pienso seguir tolerándome, me frustra pensar todo el tiempo que he estado callado asumiendo esta tesitura. Son tres cursos de silencio ¡Y no quiero callarme más! No mientras haya alumnos que están siendo echados de la Universidad por su situación económica; no mientras vea cómo la gente se agobia pagando sus estudios por una beca que no llega, o que en el mejor de los casos llega tarde. No cuando veo como los que han acabado sus estudios van directamente a hacer una cola en la que se les hace pensar que su sacrificio personal y familiar no sirvió de nada, que su educación poco vale sin un “máster”, a la vez que, dicho máster, tiene un precio prohibitivo para la mayoría de la población. Mientras siga pasando esto, al menos por mi parte, NO HABRÁ MÁS SILENCIO.

Es hora de tomar conciencia del problema y esto solo lo conseguiremos pasando a la acción, acercándonos a él. El 3 de marzo es una oportunidad para no gritar solo contra la injusticias, para unir un grito que se oiga, que se sienta y se perciba como el principio de una lucha larga por recuperar lo que nos pertenece: la educación. Es el primer paso para empezar a contestar con argumentos razonables y justos. Haciendo otra vez de los movimientos estudiantiles una fuerza con relevancia en la sociedad.

El día 3 de marzo estaré ahí, seguro de que habrá personas con corazón pidiendo justicia, pidiendo que la educación vuelva a ser un derecho y no un premio, pidiendo que la Universidad vuelva a ser un espacio público abierto, en el que nadie por motivos económicos tenga que quedarse fuera; que no sea un lugar donde solo se ofrezca un conocimiento enlatado, sino que sea un lugar para la crítica y la formación plena de la persona. La universidad es de todos y entre toda una generación la hicieron posible, ya permitimos que nos la quitaran… ES HORA DE RECUPERARLA. El 3 de marzo empezaremos a cambiar, a gritar contra las injusticias, a repensar las cosas, y sobre todo a organizarnos como estudiantes.

¡Este 3 de marzo, yo estaré ahí y sé que tú también estarás, porque en muchos otros aspectos no, pero contra las injusticias siempre estaremos unidos! Por eso:

¡Espero verte ahí!

 

 

 

 

 

 

Gabriel A. Morales Lerche es miembro de la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC)

 

 

 

 

Un comentario en «Espero verte ahí»

  • Interesante reflexión, a cualquier de nosotros nos ha pasado o nos puede pasar lo mismo, cuando se lleva mucho tiempo inmerso en determinadas circunstancias estas acaban pareciéndonos normales, las asumimos como algo cotidiano. Además siempre estarán ahí aquellos individuos, colectivos, o clases, que se benefician con el actual orden de las cosas (o que creen beneficiarse) y que no pararán hasta «hacernos comprender» que vivimos en «el mejor de los mundos posibles», y que es mejor que no nos quejemos, ya que es muy fácil que las cosas se pongan mucho peor de lo que están.

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