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La droga como arma de los gobiernos contra los jóvenes

Para escapar a su miserable suerte, el pueblo tiene tres caminos: dos imaginarios y uno real. Los dos primeros son el bar y la Iglesia; el tercero es la Revolución Social”.

Míjail A. Bakunin

 

En algunos ratos libres, a veces, suelo sentarme por fuera de mi casa, en la plaza del barrio con lxs colegas. Y no puedo evitar hacer una reflexión ante lo que tengo delante, o a mi lado: la plaza, el barrio está lleno de gente joven. De pibas y pibes. Pero, curiosamente, no es energía lo que trasmiten. No es optimismo. No es fuerza. Están «echadxs», «tiradxs» sobre los bancos. Con los ojos rojos y muy aguados. Sus movimientos muchas veces son torpes. Otras veces simplemente se quedan mirando al vacío, como «dormidxs despiertxs». Evidentemente están bajo los efectos de las drogas, mayoritariamente del hachís (por el día, por la noche a veces varia la sustancia). Están sedadxs, dormidxs…

Lo normal, es que la gente joven rebose de energía, fuerza, esperanza. Un grupo de gente joven de barrio, hijos e hijas de oprimidxs también, que viven de primera mano, en sus propias carnes, en el día a día de ellxs mismxs y de todos sus seres más cercanos las desigualdades económicas, las injusticias sociales, el abuso de poder, la autoridad y la opresión, la dificultad para simplemente sobrevivir por haberles tocado nacer de este lado, por ser de barrio, no de clase media ni alta, si lo preferimos decir así. Que nadie se los ha contado ni ha sido necesario leerlo en libros, que ellxs mismos lo están viviendo día a día, deberían estar rebosando rabia, energía, ganas de luchar para cambiar su situación y la de lxs suyxs. Un grupo de jóvenes, de barrios humildes, deberían suponer una amenaza constante para las clases privilegiadas, los culpables de su desgraciada situación, y la de lxs suyxs, ser una fuente de amenaza y rebeldía, un autentico peligro para el Sistema. En cambio, ahí están, dejándose dormir, poco menos que babeando, con claras muestras de estar sedadxs por los efectos de las drogas.

Entonces, al ver que esa fuente de energía, lucha y amenaza para el Sistema está totalmente desactivada, están dormidxs, sumisxs, sin suponer la mas mínima amenaza más que para su propia salud, pienso «qué bien lo está haciendo el Estado». Qué bien les está saliendo. Han desactivado, sedado, mantienen sumisxs y dormidxs con drogas y «circo» a quienes deberían ser la principal amenaza para sus intereses: lxs jóvenes oprimidxs. El Estado los quiere así. El Estado les beneficia que estén así. No es casualidad. La droga es un arma que siempre han usado y que siguen usando los gobiernos contra, principalmente todxs lxs oprimidxs, pero especialmente contra los jóvenes Y no solo las drogas, como ya sabemos, también el circo: tele-basura, consumismo, modas, centros educativos (¿?), religiones y nuevas religiones (OVNIS, esoterismo,). Pero vamos, el tema que particularmente me ocupa ahora mismo es la droga.

Estxs jóvenes desactivadxs y dormidxs, drogadxs, prácticamente a diario, y sin ocupar su ocio en pocas otras cosas que ir a la esquina del barrio o al parque para recibir su dosis y ser meros espectadores de su propia vida, de su propia opresión, de cómo les roban y les matan lentamente, ver la vida pasar un día tras otro, encima, bajo el engaño sistemático de que son «rebeldes», que están en contra del Sistema, por fumarse unos cuantos porros y beberse unas cuantas cervezas, y mantenerse dormidxs y sin darle demasiados problemas serios al Sistema. Hasta en eso lo ha hecho bien el Gobierno. Repito, no es casualidad.

Igual que a estas alturas, poca gente puede negar que las drogas, en los años de convulsión social y lucha como fueron finales de los 70 y los años 80, las introdujo el Estado en los barrios oprimidos y más castigados por gobiernos y policías, los marginados, véase Somosierra, Garcia Escamez, Los Gladiolos, Cruz Del Señor, La Cuesta Piedra, Ofra, Santa Clara, Santa Maria del Mar, Añaza, la Verderllada (perdón por solo nombrar los barrios de mi entorno y no otros, pero son los que conozco de primera mano y de los que puedo hablar), para aplacar lo que podía ser una amenaza para las clases privilegiadas, también sabemos a quienes les interesa tener a lxs jóvenes así. Porque temen que despierten lo han dejado todo «atado y bien atado». Y que esta introducción de la droga para aplacar la disidencia y las posibles revueltas, así como criminalizar y justificar la represión contra nuestros barrios como todxs podemos vivir, no acabo en los 80, sino continua a día de hoy, adaptando y haciendo la más popular, el tipo de droga que mejor conviene al Estado, sin descuidar las otras, por supuesto. ¿Años de convulsión social, y revueltas que pueden tumbar el Régimen? Metemos heroína, nos cargamos directamente a la mayoría, y lxs otrxs lxs dejamos durmiendo o sin poder tener otra preocupación o interés en su vida que buscar la siguiente dosis que lxs mantenga «vivxs-muertxs». ¿Años de necesidad de crecimiento económico, de que los trabajadores no descansen, no dejen de construir? Metemos la cocaína. ¿Nuevamente años de situación económica nefasta para lxs oprimidxs, de tambalearse el Régimen, de convulsión en lo político, de corrupción, de pérdida de confianza en el Sistema? Psicodélicos y alucinógenos para que no vivan en esta realidad, nuevo repunte de la heroína por las mismas razones que mencionamos anteriormente. Y, como siempre, crack (los boliches o bolos de toda la vida) para lxs que se quedan en el camino o como puerta hacia la heroína, hachís y marihuana sobre todo para lxs más jóvenes, para dormirlos, saciar esa demandan de rebeldía que a esas edades se tiene de manera natural, y más cuando eres unx oprimidx, pero sin que esa supuesta rebeldía y demandas supongan una amenaza para el Sistema, al contrario, usándolos a nuestro favor (reivindicar como positivo el consumo de porros o psicodélicos), y dándole a estas drogas, el hachís y la marihuana, la etiqueta de «drogas blandas» para que pierdan el miedo, y les abra el camino de las demás y el alcohol; ¡mucho alcohol! para celebrar la fiesta que estamos viviendo, para tener esclavxs sonrientes; y Speed (la droga de los nazis, por cierto, pero, bueno, eso es otro tema) para que sigan bebiendo y fumando toda la noche sin descanso.

Siempre, hay algunxs jóvenes que se salta esa trampa que les pone el Estado de la droga fácil, y son auténticos luchadores y rebeldes, que no se han dejado engañar, manipular ni utilizar, que se rebelan en favor de los derechos, la dignidad y la libertad de el/la y de lxs suyxs. Pero claro, estxs jóvenes son minorías y como minorías que son, al ir contracorriente, el resto los miran mal, los señalan e incluso se burlan y ridiculizan. Convirtiendo el Estado a sus propios compañerxs y amigxs, en policías al  servicio del pensamiento único y de las armas de este contra jóvenes disidentes. Se burlan de que haya algunx despiertx, que escape a la masa. Esto tampoco creo que sea casualidad. El Sistema lo tiene todo bien programado.

Creo que a las cosas hay que darle el valor, la importancia y el tiempo que merecen. Me explico: el tiempo que estas drogadx, mirando para el cielo, es tiempo que no estás informándote, formándote, organizándote, luchando, creando, pensando… Si la mayoría de mi tiempo, la mayor parte de mis horas, lo gasto colocadx, la mayoría de tiempo estoy desactivado, sumiso, controlado…como quiere el Sistema.

El problema de las drogas entre otros muchos, es que causa adicción, y por lo tanto, se incrementa el tiempo que le dedicas, reduciendo el tiempo para otras cosas más importantes, llegando, en muchos casos, a que esta ocupe la mayoría del tiempo, manteniendo el «modo zombi», como quieren tener a la juventud los de «arriba».

Sé que esto no es un mensaje populista, y que puedo ganarme la antipatía por ello de muchxs. Sé que lo populista, lo «guay», la forma de ganarte la simpatía fácil de ciertos sectores, sobretodo los mas juveniles, es hacer apología a las drogas. O sea, hacer apología y promocionar las drogas y estar drogadx, o sea, hacer apología de estar dormidx, sedadx, sumisx, auto-destruyéndome, perdiendo el tiempo,…es lo que vende, lo que tiene buena fama. ¿No huele a algo raro aquí? Pero no, yo no voy a hacer eso. Voy a contar lo que yo considero que se acerca más a la realidad, denunciando aquello que me parece una trampa del Sistema, un arma de los gobiernos contra los jóvenes, principalmente de barrio (los pijos da igual que se droguen o no, que estén dormidxs o despiertxs, ya que ellxs tienen la vida resuelta y ya están del lado del Sistema) como la droga.

Creo que ha quedado más que claro que esto no es una crítica a consumidores de ningún tipo de droga ni sustancia. Gran parte de mis amistades y familiares la consumen. Yo mismo consumía, y no en pequeñas cantidades precisamente, hace algunos años.  No es eso, como creo que queda de manifiesto tanto en este texto como toda aquella persona que me conoce. Aparte que, como ya digo, sería absurdo al ser mis amigxs, familiares y yo mismo, en su día, gran consumidor. Es una reflexión personal sobre a quién le interesa que nuestros barrios hayan estado siempre y lo sigan estando a día de hoy plagados de drogas, e incluso haya una visión positiva de las mismas. ¿A quién le interesa que nuestros barrios, y especialmente la gente más joven, este así? ¿A quién le interesa que haya una postura positiva acerca de las drogas? Miremos a nuestro alrededor y nuestro entorno social más cercano. Si somos conscientes de quienes son los responsables, de a quien le interesa esta situación, de que ha pasado a lo largo de la historia y de la estrecha relación histórica entre drogas-gobiernos, drogas-justificación de la represión, drogas-aplacar posibles disidencias. ¿Por qué no nos rebelamos contra ello, igual que nos rebelamos contra otras muchas cosas? Esto es una crítica y señalar con el dedo a quienes están detrás de todo esto, y una invitación a combatirlo.

Drogas, consumismo, modas, unos toques de «rebeldía» para terminar de manipularlxs y atraerlxs. Al convertir la droga en supuestamente ilegal pero tan fácil de conseguir y consumir, como cualquier otro producto, y las nuevas religiones como los OVNIS o el esoterismo, como supuestos secretos que oculta el Estado, son las armas que, sutilmente e indirectamente, usan los Estados contra los jóvenes de barrio. De mi propio barrio y el de más allá. La religión, las escuelas y el trabajo asalariado son las armas directas y nada sutiles que utilizan para controlarlos.

 

Seben Rodríguez

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