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La “esquizofrenia política” de Clavijo

De nada sirve escuchar cifras récord en turismo o un aumento del PIB si no se ve reflejado en una mejora real de nuestra calidad de vida”

Don Fernando Clavijo, ínclito presidente de Canarias, ha desarrollado una peculiar habilidad: la de sostener y defender simultáneamente posturas contradictorias sin el menor empacho ni vergüenza. Así, puede negociar agendas y pactos sobre inmigración y menores no acompañados con el Gobierno central y otras autonomías, mientras que su socio de gobierno, el Partido Popular, bloquea dichas iniciativas sin que esto afecte a la estabilidad del ejecutivo regional. Más sorprendente aún, el señor Clavijo ha llegado a justificar las posturas obstructivas de sus aliados frente a los acuerdos en materia de migración.

El primer indicio de esta «esquizofrenia política» se dio cuando criticó como ineficaz la misma Ley del Suelo que había redactado y aprobado durante su primer mandato. Cuatro años después de su implementación, según él, dicha ley ya no servía. ¡Qué cosas!

La última muestra de esta dualidad se refleja en sus declaraciones radiales sobre la ecotasa turística. Esta tasa, vigente en Cataluña, Baleares y otros destinos nacionales e internacionales, oscila entre uno y cinco euros diarios por estancia, sin que afecte al flujo turístico. Ciudades como París, Londres, Nueva York o Ámsterdam, al igual que destinos en Túnez o México, la aplican sin problemas. Pero, en nuestro archipiélago la patronal turística se ha revirado desde el principio como panchona acorralada argumentando que dejarían de venir turistas, cosa que está por demostrar.

Fiel a los intereses de los empresarios, el señor Clavijo respalda esta posición en sus declaraciones. Pero, curiosamente, en la misma intervención, alaba a la alcaldesa de Mogán por implementar una tasa turística municipal, calificándola de valiente. Así, en un despliegue de incoherencia, sostiene que es valiente aplicar una tasa mientras afirma que no debe aplicarse. Para rematar, su consejera de Turismo ha argumentado que la ecotasa sería injusta porque también la pagarían las y los canarios que hacen turismo insular. Lo que no deja de ser una patochada; bastaría con incluir en el decreto que regulara la cuestión la excepción el que las personas residentes en Canarias estén exentas y que sería suficiente presentar el carné de identidad, que debemos presentar siempre en un establecimiento turístico, para que no nos facturaran la tasa. La informática sirve entre otras cosas para esto.

En las mismas declaraciones nuestro hombre se despacha con una preferencia: antes que poner la tasa que tan valientemente ha puesto su correligionaria en Mogán, él prefiere subir el IGIC de las actividades turísticas. Este impuesto indirecto gravaría cualquier transacción, desde reservar una habitación hasta alquilar un coche, afectando a todas las personas que viven en Canarias y que viajan entre islas. Es decir, mientras que los turistas quedarían exentos de cualquier tasa, los residentes cargarían con el peso del aumento del IGIC, pues una de las diferencias entre tasas e impuestos es esa; con las primeras es más fácil decretar excepciones, con los impuestos es más difícil, peor si son indirectos. Es decir, por ejemplo, cuando un gomero viaje a El Hierro o un majorero a Gran Canaria, ambos apoquinarían por el IGIC pertinente. Que paguemos todos, canarios incluidos, pero que los turistas no paguen nada.

Lo paradójico es que este planteamiento proviene de un presidente que, en su programa y en el acuerdo de gobierno con el Partido Popular, había prometido una reducción del IGIC. Una contradicción más que reafirma nuestra tesis: la «esquizofrenia política» está instalada en Canarias. Sin ánimo de ofender, quizá don Fernando esté atravesando un ataque cervantino: «La razón (el motivo) de la sinrazón que a mi razón se hace, (la injusticia con que se juzga mi propósito o designio) de tal manera que mi razón (mi cordura) enflaquece; que con razón (con justo motivo) me quejo de la vuestra fermosura. O tal vez sea un giro galdosiano, como el título de una de sus últimas novelas: La razón de la sinrazón.

Todo indica que el verdadero objetivo es perpetuarse en el sillón presidencial, pero no necesariamente para servir al pueblo canario. Porque de nada sirve escuchar cifras récord en turismo o un aumento del PIB si no se ve reflejado en una mejora real de nuestra calidad de vida. Como señala el ODESOCAN, «el problema de los presupuestos no es la cantidad, sino la mala gestión«. Y yo me pregunto: ¿a quiénes están beneficiando estas políticas? Porque, al final, somos nosotras, el pueblo, quienes seguimos siendo olvidadas o lo que es peor, expulsadas de nuestro propio paraíso.

Maite Ruíz

Arqueóloga. Reunir

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