ActualidadCanariasHistoriaMemoriaOpiniónPolítica

Nueva Canarias duele

“…ya no está el engorro de tener ideas propias, porque eso es algo que define claramente a Nueva Canarias, el no tener proyecto político ni horizonte alguno para Canarias, más allá de ser conseguidores de migajas y limosnas en Madrid, al estilo de sus hermanos bizarros de Coalición Canaria.

No quiero que mi titular lleve a equívocos ni a confusiones que se presten a la generalización, pues como en todo proyecto político amplio y con base social, hay de todo en Nueva Canarias. Conozco muchas personas que están ahí o apoyan el proyecto porque creen que es lo mejor desde la buena fe, pues de todo debe haber en la viña del señor. Esta reflexión que hago, parte de la pura crítica política y la desconfianza que generan las actitudes de décadas, presentes en determinadas corrientes políticas de nuestro archipiélago. Una reflexión producto de la memoria histórica de los hechos recientes, algo que no suele gustar mucho en nuestra tierra. País insular en el que se hace alguna patujada, pero en diez años borrón y cuenta nueva; política de esconder la cabeza bajo tierra y como si nada, queda disipado el expediente, la acción realizada no existe y se puede volver a representar lo mismo que se ayudó a destruir.

Digo esto porque me resultan curiosos los eslóganes, dimes y diretes, con los que Nueva Canarias acude a estas elecciones, a lo que sumo los símbolos elegidos. En el último punto destaco la celebración de un acto de presentación de candidaturas en el terrero de lucha La Gallera, de Las Palmas de Gran Canaria, a imagen y semejanza de aquella lejana y añorada por muchos Unión del Pueblo Canario (UPC). En diversos medios se acudió a esta imagen para reforzar la idea de Nueva Canarias como nacionalismo progresista, alternativa al de tinte conservador que representa Coalición Canaria. No pude más que sentirme totalmente estupefacto al leer los titulares y noticias en general sobre el asunto. Intentaré explicarme en pocas líneas, dado que el asunto requiere como mínimo de varias tesis doctorales.

Para empezar, creo que Nueva Canarias tiene tanto que ver con Unión del Pueblo Canario como un huevo lo tiene con una castaña. Precisamente por lo dicho antes, porque nadie puede representar lo que ayudó a destruir y a borrar del mapa durante décadas. Podrán preguntarse a qué me refiero, pero para ello debemos retroceder decenios y saber cómo comenzó el andar de la perrita. Nueva Canarias, en esencia, procede de los cuadros políticos que dejó aquella Iniciativa Canaria (ICAN) en Coalición Canaria, con otras incorporaciones, pero en propiedad una gran parte de ellos fueron los partícipes y cómplices de la debacle progresista que dejó a Canarias sumida durante años en un desierto político para las sensibilidades progresistas y de raíz canaria. Así que, para saber lo que hay, debemos ir hacia el pasado y estar al corriente de lo que fue aquello.

Tras el naufragio de la izquierda nacional canaria que representaron Pueblo Canario Unido (PCU) y la UPC, diversas formaciones tomaron su relevo en todas las islas. Algunas procedentes del marxismo, otras del cristianismo de base, pero todas con sensibilidad canaria, todas considerando a Canarias como una nación a construir, todas apostando como mínimo por el derecho a la autodeterminación. Abanderadas con las siete estrellas, mantenían una llama de lo que fue la convulsa década de los setenta con un movimiento nacional canario floreciente, que influyó en todos los aspectos de la cultura insular. Una explosión que aún mantiene unos ecos que van muriendo como muere el ruido por los barrancos. Triste para muchos que, merced a ciertas personas, ese eco sirviera de dornajo para los mismos que nunca creyeron en él.

Con el tiempo, este movimiento llevo a constituir ICAN, tras la suma de Alternativa Canaria Nacionalista (ACN) que tenía su origen en los cristianos de base, e Izquierda Canaria Unida (ICU), con origen en el entorno del marxismo: Partido Comunista de España (PCE), Partido de la Revolución Canaria (PRC) y Partido Comunista del Pueblo Canario (PCPC). No cabe duda de que ese proceso de acumulación de fuerzas, en el seno de la izquierda canaria de vocación institucional, fue sorprendente y atrajo una gran cantidad de ilusiones, entre ellas quizás la de rescatar aquel inusitado éxito de aquella UPC anteriormente desaparecida. Tal vez en el seno de este movimiento se pretendía ganar fuerzas de cara a plantar cara con mucha más potencia batallas como la anteriormente perdida con La Ley de Aguas.

En frente estaban desechos del franquismo isleño, compuestos por familias de la oligarquía tradicional, nuevos ricos venezolanos, propietarios plataneros, magnates de la construcción y sus bases en cada una de las islas. Dichas corrientes quedaron huérfanas a la hora de la desintegración de Unión de Centro Democrático (UCD), pero se dieron cuenta que el discurso canario “vendía”, aunque no era lógica ni realista una incorporación inmediata a las banderas canaristas de quiénes una década antes cantaban el Cara al Sol o combatían tan ferozmente el independentismo y nacionalismo canario (en su inmensa mayoría progresista). La transición fue moderada, con la constitución de las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC), que atesoraban la flor y nata del antiguo conservadurismo franquista, convertido a la sazón en insularismo. Otra versión del antiguo Movimiento Nacional, nada interesada en ecos canaristas, se embarcó en Alianza Popular (AP)y terminaría luego en el Partido Popular (PP).

De golpe y porrazo, en el año 1993, una gran parte de los dirigentes de esta formación, que teóricamente quería seguir con una agenda y proyecto propios (al estilo de Iniciativa Per Catalunya), decide pactar una alianza con las derechas de AIC, Centro Canario Nacionalista (CCN), Partido Nacionalista Canaria (PNC) y otro partido de extracción progresista, pero que estaba perdiendo sus valores asamblearios en tiempo récord, llamado Asamblea Majorera (AM). Las excusas eran varias, entre ellas la caída de la URSS que para muchos de estos dirigentes era un referente inexcusable, sin el cual no veían futuro alguno en ideas de tipo izquierdista. Su dependencia de las instituciones y deseos de Moscú era total y su debacle se interpretó como un apocalipsis, en el que el tan cacareado fin de la historia daba oportunidades para ganar unas perritas.

También la introducción de Canarias en la Unión Europea, tras el Tratado de Maastricht, había creado inquietud en parte de la élite canaria que veía posible una pérdida de sus privilegios, ya que durante siglos habían pactado con la Corona Española beneficios y prebendas a cambio de fidelidad, a modo de pacto colonial clásico, tal y como vemos en el tan cacareado Régimen Económico y Fiscal (REF). El escenario de la UE cambiaba todo y se vislumbró por algunos de los lámparas de la izquierda canaria, la posibilidad de hacer un pacto interclasista, a modo de ariete canario ante la incertidumbre europea, con los mismos que antes habían dicho que “ni de coña” iban a pactar.

Nacimiento de Coalición Canaria

Nacía Coalición Canaria, formación en la que el pensamiento conservador dominaría claramente, con dosis de populismo, pero aplastantemente conservadora en sus discursos y formas, resultando heredera de las maneras tradicionales de este tipo de partidos en Canarias a la hora de actuar. En un principio se iba a tratar de un pacto, en el que todas las fuerzas aportarían su granito de arena para defender a Canarias del trato colonial, expresión que se escuchaba incluso en la boca de algunos miembros de las conservadoras AIC. En realidad no supuso para nada eso, sino una entrega absoluta de todo el capital político acumulado por las izquierdas canarias en los últimos ochenta años, para ser puesto en las fauces de la derecha tradicional isleña. El bagaje marxista, autodeterminista, cristiano de base, quedo tan enterrado en una cuneta, como los miles de desaparecidos por los padres ideológicos de AIC que aún quedan por desenterrar en las islas. La élite canaria contenta, porque ya no habría una voz en el Parlamento o en las calles que reivindicara una ley de aguas decente, terminando el mangoneo de los caciques de siempre. Ya nadie usaría la representación isleña sino para consolidar sus privilegios ante Madrid, como había pasado durante siglos. Habían logrado con una firma lo que Franco no pudo hacer en cuarenta años de represión: eliminar por décadas a la izquierda en Canarias.

Una traición total y la imagen en toda una generación de que los líderes de aquella injusticia eran unos traidores, unos chaqueteros. Esto lo recuerdo en las propias conversaciones de mi familia: “Ese, que levantaba el puño pidiendo firmas para ayudar a la gente de la barriada y luego se vendió a API”, “aquel profesor que era un radical y hablaba tan bien en sus charlas y luego se cambió de chaqueta”. Y no solamente en mi familia, porque no puedo contar la cantidad de gente que conozco -antiguos militantes y simpatizantes-, que se sintió traicionada, atacada, acabando incluso muchos en el alcoholismo, totalmente decepcionados por la venta tan brutal de sus esfuerzos por parte de sus dirigentes. No en vano, todos los viejos feudos de la izquierda canaria, mantenidos a sangre y fuego durante la dictadura, fueron destruidos y entregados a la derecha, resultando luego muchos de ellos (poblados por gente humilde en su mayoría) atacados por la droga, la desesperación y la apatía más destructiva. Se había terminado la esperanza, no había liderazgo, los que decían una cosa cambiaron a otra en un abrir y cerrar de ojos.

Y no solamente se trata de la traición a los ideales de la izquierda y la transformación social, sino la entrega a los herederos ideológicos de la dictadura de un discurso de carácter canario que obviamente no les pertenecía y en el no que creían, ni creen, realmente. Nadie en su sano juicio puede entender que una persona cambie sus ideales de la noche a la mañana, pasando de ser antiguo partidario de una dictadura fascista a ser nacionalista canario. En Canarias pasa, merced a la entrega de esa llave que hicieron los partidarios de ICAN. En esencia, tal entrega sumió a Canarias en un desierto político en el que los colectivos, partidos, agrupaciones, que defendían la soberanía de Canarias, la justicia social y los cambios reales en la sociedad, quedaron en la marginalidad ante el tremendo destrozo que se había realizado. Incluso José Carlos Mauricio reconoció que ICAN había sido un Caballo de Troya destinado a dinamitar este tipo de movimientos en nuestra tierra.

No hay más que ver lo ocurrido en las islas desde esos años. El océano contaminado, las islas son cada vez más dependientes del exterior, el sector primario bajo mínimos y ajusticiado por la mafia impune de los importadores, la construcción en gran parte bajo manos de empresarios sin escrúpulos, el turismo depredador arrasando las islas y llevándose los beneficios fuera, las tradiciones y valores culturales isleños por los suelos, líderes en corruptelas, la pobreza galopante, las listas de espera y de fracaso escolar por las nubes y podríamos seguir nombrando récords. Nadie en su sano juicio puede pensar que un supuesto partido que defiende lo nuestro y a nuestra gente puede haber permitido esto, pero es claramente así. Evidentemente rodeado por un aura extrema de clientelismo y blanqueamiento del caciquismo que desde hace siglos lleva controlando con mano de hierro nuestra tierra.

Muchos años al calor de una formación conservadora”

Dirán que todo este repaso histórico no tiene nada que ver con Nueva Canarias, o con su labor actual. No es así, porque para entender lo que ocurre y lo que es ese proyecto, hay que entender que sus creadores, esos que ahora presumen de nacionalismo progresista y emulan a UPC en La Gallera, se pasaron muchos años al calor de una formación conservadora colaboradora y culpable de lo que está pasando, colaboradora con los que siempre. Muchos recibieron puestitos de diversos grados (alto, medio o bajo) y vieron su vida resuelta, mientras su pueblo se hundía más y más en la desesperanza. Nunca vi a ninguno de ellos pedir perdón por el daño que hicieron a tantos militantes frustrados y traicionados en los noventa, por esa generación perdida para la transformación social, por la renuncia a la construcción social de nuestra tierra, o por los estragos cometidos en Canarias durante su permanencia en Coalición Canaria. Parece, pues, que proceden de la nada, que surgieron del grano de una mostaza y no tienen trayectoria política. Me suena que, en gran medida, su proyecto procede de una vendetta porque no lograron lo deseado dentro de CC y quisieron retornar a su propio quiosco, eso sí, porque cada vez estaban perdiendo más cuotas de poder y para el sector que controla realmente CC (las antiguas AIC), nunca dejaron de ser esos rojos de mierda, traidores pero rojos de mierda. Y ya se sabe la máxima de que “Roma no paga a traidores”. La oligarquía canaria tampoco.

Un quiosco ese que quieren montar, en el que ya no está el engorro de tener ideas propias, porque eso es algo que define claramente a Nueva Canarias, el no tener proyecto político ni horizonte alguno para Canarias, más allá de ser conseguidores de migajas y limosnas en Madrid, al estilo de sus hermanos bizarros de CC. Todo el engorro de la autodeterminación, de la construcción nacional, queda empañado por un evidente regionalismo ramplón, por un folclorismo sin sentido alguno, y por una política progre de opereta que los hacen merecedores de ser un PSOE canario sin más. De sus coqueteos y escarceos con la corrupción podríamos sacar algunas tesis doctorales también. Para más inri, son cómplices de enredos y triquiñuelas para continuar destrozando lo poco digno que queda en Canarias, como ocurrió en Lanzarote con el proyecto Somos, que fue fagocitado por estos neocananarios sin escrúpulos. Todo ello con el visto bueno de cierto sector de la progresía canarista, que aún ve en Nueva Canarias algo digno y sueñan en sus momentos más tórridos, con que un partido lleno de líderes que como mínimo exigen un chaleco blindado en la espalda, pueda formar parte y nuclear una hipotética Marea Canaria.

Nueva Canarias duele

Nueva Canarias duele porque no representa al nacionalismo progresista, sino la supervivencia, como camaleones de lo público, de decenas de cuadros de orígenes progresistas, que ayudaron a convertir Canarias en un desierto político para que los mismos descendientes genéticos del golpismo franquista medraran hasta la eternidad. Representa un grupo de personas que pasaron de ser líderes naturales destinados a regenerar a su pueblo, a convertirse en un sector más de la élite, mientras que sus lugares de origen y su gente se podrían convirtiéndose en antros de degeneración, drogadicción y kinkerío, sin esperanza, porque los judas la habían matado por veinte monedas de plata. Su nacimiento procede de la pelea de los traidores con aquella Roma que no quiso darles más de lo que merecían por liquidar algo que no les pertenecía, sino que era de todos. Nueva Canarias duele porque no representa nada nuevo, sino que es una aberración y, como personas consecuentes contra las aberraciones, la combatimos.

Pedro Pérez “El Gasio”




Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *