¿Quién no recuerda con cariño los años de juventud?

“No nos queda más remedio que constatar que aquellos años, si se supieron aprovechar, fueron los que nos formaron y nos dieron la fuerza para resistir y sobrevivir”

¿Quién no recuerda con cariño los años de juventud? Cuando al pasar los años y vernos cómo hemos ido reaccionando ante los diversos avatares de la vida, no nos queda más remedio que constatar que aquellos años, si se supieron aprovechar, fueron los que nos formaron y nos dieron la fuerza para resistir y sobrevivir. La sabiduría, el sentido del humor y las buenas cualidades de nuestros antepasados se trasmiten a través del medio ambiente rural, aunque después, es en las ciudades donde damos rienda suelta a estas cualidades, si no nos deformamos por el ambiente malsano de la villa o por las compañías de gentes ajenas a nuestro medio.

Cuando volví a Buen Paso después de mi vuelta del exilio, lo que más me fastidió es ver cómo habían cambiado el paisaje con el paso de la autopista. El barranquillo frente a mi casa había desaparecido y ahora se veían tierras plantadas de plataneras o casas donde antiguamente eran solo una barranquera. El barranco era algo que nos pertenecía a todos los chiquillos, que ya éramos hombres, pero que seguíamos recordando los buenos tiempos de las casas de piedra que fabricábamos con nuestras manos y muchas de ellas duraron incluso años.

Antonio Cubillo*

_{*Extraído de Los años verdes. Semimemorias}