Una pequeña prosa poética mañanera

Tras nuestra bandera ondeante, los días de calor amarillos y los días de orgullo y odio, y orgullo del odio, rojos, nace una pequeña tradición, como un mundo dentro de otro, un mundo colindante frágil dependiente y poroso, la insurrección de una nueva fuerza aplastante que servirá de carburante para los conformistas distantes, que tan orgullosos de su constitución se pondrán nerviosos por cualquier crítica o cuestión. Y tal es la misión del protestante, hacer sudar al cerdo común y abundante, pero sin faltar al respeto ni a la educación. Y así década tras década diluirse más en la crítica abstracta. Decir que es luchar guerra perdida y hacer la guerrilla por la puerta de atrás porque, a decir verdad, una guerra que no se ha empezado no se puede ganar.

Nuestra generación y la anterior tiene poco de lo que presumir, pues fuera de la cultura pop y la pubertad no han hecho nada que admirar, una crítica suave y leve, y un ya está, como quien no ha terminado de follar y ya se está fumando el cigarrillo. Una mitad no quiere aceptar que la otra mitad no quiere aceptar el statu quo. Pero la mitad que no quiere aceptar el statu quo no se acepta entre sí. Y entre tanta querella y frenesí nace la mayor costumbre mundial, la confusión general. Entonces todos se aferran a un Dios, o un Autor, mientras la vida pasa, y se lleva la antorcha otra generación y entonces orgullosos todos decimos: ahora te toca luchar a ti.

Eva Asyngier