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¿Vivimos en un mundo real o por el contrario en un mundo virtual?

Muchos pensarán al leer este título que nos vamos a referir aquí a esa costumbre ya implantada de mirar el móvil constantemente, incluso interponiéndose en escenas íntimas como puede ser una cena romántica entre dos jóvenes en un romántico restaurante;  pero no, no nos referiremos a eso aunque también lo podemos añadir.

Nos referimos a la vida en general, a los conceptos básicos que tenemos de la vida que nos rodea y que aceptamos como valores universales y sagrados y que constituyen los pilares de nuestras creencias.

La mayoría de nosotros cree vivir en el mejor de los mundos conocidos, en el mundo occidental, lejos de falsos prejuicios, y sangrientas dictaduras políticas, vivimos en países democráticos donde el ser humano es libre…¿libre?

Comencemos por analizar ideas básicas que tenemos sobre hechos históricos básicamente introducidos en nuestro cerebro por «Hollywood»…Los gladiadores.

La gran mayoría de nosotros tiene grabado en su cerebro que los gladiadores eran esclavos o soldados prisioneros que luchaban a muerte en el coliseo romano en defensa de su vida, sin embargo la realidad no es así. Si buscamos un poco en la verdadera historia descubrimos que en raras ocasiones se producía la muerte, ya que el combate era a «primera sangre» y con eso bastaba, y que los combatientes de primera línea eran considerados como élite deportista gozando de los mismos privilegios que un deportista de élite actual goza.

Leyendo en la web de » El diario.es  viajar ahora» encontramos:

¿Luchas a muerte? En la época de gloria de los ‘ munera gladiatoria’ la inmensa mayoría de las luchas no terminaban con la muerte de alguno de los contendientes. Y esto sucedía tanto en las luchas entre esclavos, como en los combates entre los autoracti. Los combates eran una muestra de destreza, fuerza y resistencia en el manejo de las armas y, casi siempre, los contendientes salían de la arena por su propio pie y se programaban emparejamientos equilibrados en cuanto a las fuerzas y al uso de armas. En los tiempos ‘gloriosos’ de los coliseos, la muerte acaecía por accidente o cuando uno de los contendientes se comportaba de manera cobarde e inútil ante la masa enfervorizada. Pero la mayoría de los luchadores sobrevivía a los combates por el simple motivo del alto costo de su mantenimiento y entrenamiento. El negocio de los lanistas dependía de la supervivencia de sus atletas. Algunos historiadores apuntan a que menos del 10% de los combates se saldaban con alguna muerte y que la mayoría de los combates era a primera sangre. Pero más allá del espectáculo, la lucha suponía un aliciente para inculcar ardor guerrero a los integrantes de una sociedad altamente militarizada y violenta.

Otro ejemplo que tenemos gravado en nuestro cerebro y gracias a Hollywood, es la conquista del lejano oeste. Son muchos los clichés que tenemos asimilados como reales que están bien lejos de ser reales. Si cerráramos los ojos  y tratáramos de visualizar a un «indio» de las praderas, seguro que lo veríamos como un ser salvaje con una cinta rodeando su cabeza y con un tremendo cuchillo con el que se dedica a arrancar cabelleras de los humildes colonos.

Sin embargo la realidad es bien diferente y hasta provoca risa. El origen de la cinta en la frente viene precisamente de la dificultad que tenía un director de cine para que sus extras al galopar a caballo no perdieran su peluca que no se le ocurrió otra cosa que darle una cinta para que se amarraran ésta y así evitar que la peluca no se les cayera. Y la salvajada de arrancar cabelleras no la comenzaron los nativos norteamericanos sino precisamente los «pacíficos colonos».

Leyendo en la web de «Un surco en la sombra», con el artículo «quién comenzó a cortar cabelleras?» encontramos: 

Esta  costumbre parece que fue instituida por primera vez en América alrededor del año 1630 por William Kieft, gobernador del antiguo territorio de Nueva Holanda. Los holandeses fueron los primeros y los más espléndidos a la hora de pagar las cabelleras de indios hostiles a ellos. La práctica de cortar cabelleras se difundió rápidamente entre los indios y en los territorios coloniales de ingleses y franceses.

De hecho, quienes lo extendieron por buena parte del interior norteamericano fueron los mercenarios del ejército francés, ya que los franceses exigían a los guerreros nativos presentar el cuero cabelludo de cada indio muerto para poder cobrar la recompensa. Los pieles rojas empezaron a aplicar el mismo método copiándolo de los colonizadores para causarles el mismo efecto.

Otro cliché que nuestro cerebro tiene asimilado como real es el carácter romántico del vaquero anglosajón que conduce manadas de vacas de un extremo a otro del país. La realidad es bien distinta, el arreo de ganado es una profesión dura, muy dura y los anglosajones preferían la vida en la ciudad antes que llevar una vida deambulando por esas praderas y durmiendo en el duro suelo. Para eso estaban los negros y mexicanos que con un sueldo mísero se contentaban. Pero claro, eso no vendía para la propaganda hollywodiense y de un plumazo borraron la realidad.

Leyendo en la Web de «Mundo» en su artículo: «Los vaqueros negros de EEUU» tenemos:  

«Era en el Oeste donde el hombre blanco mostraba su coraje. Pero si el negro podía también ser héroe y tener todas las características buenas que le atribuyes al blanco, entonces, ¿cómo puedes tratar al negro como un sirviente y un animal?»

Como muchos, Jim Austin, un empresario de 45 años, nunca había oído hablar de la presencia afroestadounidense en el Viejo Oeste. Y ese descubrimiento los inspiró a él y a su esposa a crear el Museo Nacional Multicultural del Viejo Oeste en Fort Worth, Texas. «Rendimos honor a algunos de los vaqueros negros olvidados, hombres como Bill Pickett, un campeón del rodeo que inventó el bulldogging, una técnica que consiste en saltar desde un caballo hasta las costas de un buey y derribar al animal mordiéndole los labios».

«A los niños no les enseñan en las escuelas la realidad de lo que fue el Oeste», dice Austin. «Te apuesto a que nueve de diez personas en este país piensan que todos los cowboys eran blancos, como creía yo». «En el Viejo Oeste real, no el que muestran las películas, los vaqueros negros eran comunes».

¿Y qué me dicen de la visión que tenemos de los típicos duelos al sol a ver quién es más rápido? ¡falso!, ¡todo falso!, según cuentan los historiadores muy pocos duelos se dieron en el viejo oeste, tal vez uno de esos pocos fue el que se narra en la película «OK Corral» y que encontramos diversas versiones; pero esos típicos duelos al sol es pura invención hollywoodiense que ha sido creado para la audiencia cinematográfica. Lo típico era lo que en la actualidad es lo normal, cuando se requiere la muerte de alguien se le espera en la sombra y se dispara por la espalda.

¿Que pretendo yo al escribir esto?

Pues que nos demos cuenta que nuestro cerebro es fácilmente manipulable, que debemos estar atentos para diferenciar la vida real de la vida virtual, que la gran oligarquía lleva décadas invirtiendo miles de millones de dólares y creando instituciones como la TAVISTOCK para convertirnos en seres manipulables y dóciles.

¿Somos capaces de entender las causas reales de los desahucios de familias enteras lanzadas a la calle en beneficio de los bancos?

¿Somos capaces de entender porqué están desmantelando la sanidad pública en beneficio de la privada?

¿Somos capaces de entender como nos han individualizado para hacernos así más vulnerable?

¿Somos capaces de ver cómo nos manipulan los medios de comunicación?

¿Somos capaces de entender como nos empobrecen cada día más, mientras la banca amasa cada vez más dinero?

Es imperativo abandonar el mundo virtual y poner los pies en el suelo.

 

Fructuoso Rodríguez Morales

 

 

 

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