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El Frente de Liberación Nacional Canario o de Canarias (II). Análisis de la “realidad actual del movimiento de Resistencia

Lo natural es un Congreso/ Conferencia Independentista

Decía en mi anterior Artículo, que no se me ocurría mejor camino para desbloquear la situación actual en que se encuentra el Movimiento de Liberación Nacional Canario, que el de la democracia. No el de la democracia como sistema de gobierno futuro, que también, sino la forma en que debemos solucionar nuestras divergencias y elegir los sistemas y estrategias de lucha.

El análisis de nuestra situación actual “real”, es decir, sin adornos o maquillajes que corresponden solo a iniciativas particulares o de grupos más o menos organizados, es bastante simple y ha permanecido inalterable durante cuatro décadas. Por lo tanto es sencillo: a pesar de que hace unos cuarenta (40) años se decidió hacer política, política social y de unidad, podemos reconocer con la cara colorada de vergüenza, que entre todos (yo el primero), con toda nuestra buena intención, hemos logrado colocarnos al borde de la “indigencia política”. Simplemente no existimos para nuestro pueblo, o “existimos casi al nivel de cualquier leyenda urbana”. Seamos realistas, básicamente y con algunos matices, es así de cruda nuestra realidad. Llevamos cuatro décadas haciendo de todo (bueno y menos bueno) menos “política de unidad frente amplio y unido”, y no me valen algunos ejemplos que todos pensamos, puesto que su propia existencia efímera evidencia sus debilidades estructurales, entre ellas, la principal, la poca implantación popular que tuvieron.

Llegados al momento de plantearnos y asumir una “confrontación política (pacífica)” contra el estado español, hay unas cuantas cosas a tener en cuenta para dilucidar en qué términos y con qué estrategias, con qué modelo organizativo y con que “dirección política permanente y con qué tipo de coordinación” vamos a encarar esta confrontación política. Nuestros efectivos y nuestros cuadros son más bien pocos comparados con los del enemigo, pero ante todo, debemos saber a ciencia cierta quién está con nosotros y en qué medida y hasta donde puede colaborar con el Movimiento, lo que viene a significar que todos los grupos y partidos deben tener un registro formal y actualizado de la gente que les apoya. Esto no es meramente una cuestión de forma, es de vital importancia.

Pensemos que a la hora de tomar las grandes decisiones, si elegimos la “vía o camino de la democracia”, el poder decisorio corresponde a las mayorías cualificadas de ciudadanos. ¿Qué son las mayorías cualificadas? Son aquellas que están censadas, identificadas y que cumplen todos los requisitos exigidos para poder emitir su voto de forma legítima. Como todos los demócratas sabemos, a mayor nivel de mayoría o apoyo popular, mayor facultad para tomar decisiones en nombre y en interés de esas mayorías, cuya opinión sobre las cuestiones y asuntos debe prevalecer siempre, por muy en cuenta que se tenga la opinión de las minorías, las cuales deberán someterse a la opinión general. “Como todos deberíamos saber…” (esto todavía no lo entiende la derecha española o venezolana).

En cualquier proceso democrático de elección o de toma de decisiones, se debe tener en cuenta que los participantes estén censados y cumplan los requisitos necesarios establecidos, de forma que a posteriori pueda verificarse que quienes han participado fueran solo quienes tenían derecho a hacerlo, y que el proceso se haya desarrollado con las condiciones debidas de limpieza y honestidad. Por lo tanto, es requisito indispensable saber el número de electores o participantes.

También las organizaciones deben sufrir un proceso de actualización cualitativa y cuantitativa. No nos sirven de nada grupos y organizaciones que son “meros cascarones huecos” sostenidos solo por los esfuerzos voluntaristas de algunas (pocas) personas, que solo se limitan a expresar “la protesta o repulsa momentánea” que les produzca cualquier hecho o acontecimiento, sin poder de convocatoria o movilización, y atrincherados en el búnker propio, sin más contacto con la realidad cotidiana de nuestro pueblo o nuestra Matria, que los titulares de los post que vemos de pasada en las redes sociales y compartimos sin leer.

(Des)-organizados de esta manera, debemos renunciar a movilizar a nuestro pueblo y ser su guía política. Las organizaciones políticas deben funcionar de una forma moderna, funcional y que garanticen participación en la toma de decisiones de sus miembros y en la elección de sus representantes, además de propiciar el acercamiento y participación de la ciudadanía, pasando de ser “contenedores semi vacíos” a transformarse en “canales del sentimiento y las inquietudes de la marea popular”. Porque una cosa es segura, “o hacemos las cosas con nuestro pueblo, o no las podremos hacer…”.

Resulta evidente además, que dada la disparidad de opiniones entre nosotros, el segundo paso tras la “actualización”, es llegar a un acuerdo o consenso sobre lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer. Aunque suene un poco “troskista”, habida cuenta que nunca hemos trabajado juntos mucho tiempo, así que habrá que hacer un Congreso o Conferencia para decidir cuáles son nuestros objetivos, que camino/ os vamos a seguir, como nos organizamos…. Muchas cosas.

   

Desde la Vieja Fortaleza, Rukaden Ait Anaga

 

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