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La lucha de Eloy: De la felicidad a las calles de Puerto de la Cruz

«Nos han insultado, echado de lugares como la estación de guaguas en días de lluvia, robado, insultado y agredido. Nos han grabado mientras nos humillaban y nos han quitado la poca dignidad que tenemos»

Eloy es una de los cientos de personas sin hogar que viven en la isla de Tenerife. Tiene cuarenta y cinco años y ha estado viviendo en las calles de Puerto de la Cruz durante al menos cinco años, aunque podría ser más o menos, porque como él mismo dice, cuando vives en la calle, el tiempo funciona de manera diferente. Hay días que pasan en un pestañeo, mientras que en otras ocasiones los minutos se estiran como hilos de plastilina, alargándose más allá de lo imaginable.

Eloy tiene el pelo negro cubierto de cientos de canas, sus ojos son de color castaño, con pestañas largas y una abundante barba. Decenas de pequeñas arrugas se concentran alrededor de sus ojos y en la comisura de sus labios. Antes, estas arrugas eran producto de la risa, pero ahora son causadas por la tristeza, me dice mientras observa a unos niños jugar a la pelota.

Tal vez te estés preguntando cómo llegué a esta situación, cómo pude acabar viviendo en la calle de la ciudad que un día tanto amé. Asiento con la cabeza y él continúa hablando: «Yo era un hombre feliz, aunque tardé en encontrar el amor, lo conseguí a los 35 años. Tenía un trabajo estable, una casa y una vida completamente plena. Pero la vida es muy cruel y, en ocasiones, te golpea de tal manera que jamás te recuperas. Mi golpe fue perder a mi mujer y mi hijo en un accidente de tráfico, un accidente en el que yo conducía. Siempre me he culpado, a pesar de que incluso la propia Guardia Civil me dijo que no podía hacer nada».

Llegué al Puerto buscando lo que un día tuve. En estas calles disfruté de muchos de los días más felices de mi vida. Aquí pasé mi luna de miel. Al principio me quedaba en un pequeño apartamento, pero el dinero se acabó y no pude seguir pagando la renta. Recogí todo lo que cabía en una mochila, un pequeño saco de dormir, y me lancé a caminar por las calles. La primera noche la pasé en la Playa Jardín, donde tantos paseos di junto al amor de mi vida. Fue aquí donde comencé a caer de manera lenta e inexorable en el alcohol y las drogas. Estos me han ayudado a reforzar el recuerdo de un amor perdido. Cuando estoy drogado o bebido, paseo por las calles y en ocasiones parece que la estoy recorriendo con ella y mi pequeño. Sé que es una ilusión, pero es lo único que me queda.

Desde esa noche, he pasado a sobrevivir en varios lugares, como la piscina municipal o la antigua estación de guaguas. De todos esos lugares no nos han echado. Sé que damos una imagen negativa y esto es algo que discutimos incluso entre nosotros mismos. Hemos causado múltiples problemas, pero también te digo que, por mucho que nos echen de un lugar, no vamos a dejar de existir. Simplemente nos desplazamos, pero seguiremos aquí.

Nos han insultado, echado de lugares como la estación de guaguas en días de lluvia, robado, insultado y agredido. Nos han grabado mientras nos humillaban y nos han quitado la poca dignidad que tenemos.

Recuerdo una noche en la que tenía mucho frío y hambre. No había podido comer nada. Unos chicos jóvenes salían de McDonald’s, uno de ellos con una hamburguesa. Me preguntó si la quería, y le dije que sí, que me moría de hambre. Desenvolvió la hamburguesa, se acercó a la basura y fue tirando cada una de las cosas a la basura mientras me miraba con asco y sus amigos se reían. «Come, cerdo, come», me dijo. Se alejaron, y llorando me acerqué y fui sacando todo poco a poco.

He escuchado que hace poco el Ayuntamiento se reunió con las ONGs y otras instituciones para tratar nuestra situación. Quiero darles algunos detalles. Primero, que dejen de tirar nuestras pocas pertenencias a la basura. También necesitamos acceso a algún baño por las noches. Además, es importante que eduquen a la ciudadanía para que nos respeten. Somos unos pobres desgraciados, unos vagabundos inmundos, drogadictos y todo lo que quieran decirnos, pero también somos personas. Personas con ilusiones y sueños, personas que merecen respeto. Ya nos castigamos lo suficiente nosotros mismos como para que la sociedad nos machaque aún más.

Eloy se levanta, recoge sus cartones y sus pocas pertenencias, y se marcha rumbo a un lugar seguro. Su caminar es inestable debido a una lesión en el pie, pero en su lento avance no solo arrastra sus problemas, sino también los estereotipos y el rechazo de la sociedad.

Jesús Socas Trujillo

 

Un comentario en «La lucha de Eloy: De la felicidad a las calles de Puerto de la Cruz»

  • Eloy es un #sintecho,y a eso podemos llegar todos incluso los que ahora lo miran con asco,humillan o superioridad,yo ahora estoy en una habitación pero hasta hace nada fui una #Sin techo,de la noche a la mañana hace año y algo cambio mi vida ,lo perdí todo no por adiciones sino por un ictus e un infarto cerebral ,mi familia no aprueba que después de destrozarme la vida yo me enfocará en ayudar a los animales,a ellos tampoco los puedo tener por qué aunque tenga una invalidez no puedo alquilar sola que admitan mascotas,el problema de los # sintechos se esta incrementado,por falta de salida laboral,los precios de los alimentos,vivienda ,hipotecas,Así que ánimos Eloy no eres menos por vivir en la calle ,l vida es una noria y nadie está exento de estar abajo ..
    Denle un abrazo y a los políticos que pongan más trabajadores sociales en los albergues y demas por qué están saturados mientras ellos van con el coche oficial y se unen con muchos titos bernis.
    Y a la gente más empatía,compasión y humanidad y a los de la hamburguesa ya veremos en unos años donde están dado su buena moral y maneras.

    Un cordial saludo y Namaste para todos incluidos las malas personas por qué lo que envío recibo..
    Y no quiero enviarles lo mismo que viven los
    # Sintechos y los serés vulnerables ,para que no me venga de vuelta ..cada uno da lo que tiene y es ..
    Ciao.
    👥😥💜🐾🏡🍀🍀🕊️🕊️🪽👍

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