Una oportunidad única para Canarias
Los representantes canarios en el Congreso Bicentenario de los Pueblos mantienen una intensa agenda de trabajo
La delegación canaria en el Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo, que se está celebrando desde el pasado 21 de junio en Venezuela, mantienen una intensa agenda, participando en sesiones de trabajo y estableciendo relaciones con organizaciones y personalidades políticas de ámbito internacional
Los delegados canarios están trasladando la situación política, social y económica que vive el Archipiélago, denunciando la situación colonial que sufre Canarias en pleno siglo XXI. Una denuncia de la opresión que ha vivido todo un pueblo, dominado por una oligarquía colonial especializada en la extracción de rentas; una oligarquía extractivista y saqueadora que nos condena a la desposesión, la miseria y a las colas del hambre.
Mientras los políticos canarios se atrincheran en un parlamento y un gobierno “autonómico” sin poder alguno para solucionar los verdaderos problemas de las Islas, el soberanismo canario abre nuevamente el frente internacional
Mientras los políticos canarios se atrincheran en un parlamento y un gobierno “autonómico” sin poder alguno para solucionar los verdaderos problemas de las Islas, el soberanismo canario abre nuevamente el frente internacional para denunciar el fondo real que caracteriza la situación política, económica y social de las Islas, y, en ese sentido, empujar en la dirección adecuada para lograr las necesarias transformaciones estructurales que demanda el Archipiélago.
Los políticos de las Islas y de la metrópoli no pueden seguir ocultando el fracaso del modelo autonómico, las promesas sin soluciones para la mayoría, y la eterna subvención de sectores económicos improductivos, sectores que no generan riqueza, empleo y prosperidad para los isleños. De hecho, en Canarias se está desarrollando un modelo económico que excluye a las granes mayorías de las Islas y que sigue obligando a nuestros jóvenes mejor formados a tener que emigrar.
La dependencia y la precariedad como solución
En los sucesivos gobiernos “autonómicos” ha faltado capacidad, imaginación y coraje para dar verdaderas soluciones a los trabajadores canarios. En los últimos 30 años se ha profundizado en la dependencia, propiciando el desmantelamiento de los sectores productivos del Archipiélago, relegando a la marginalidad la pesca, la industria y la agricultura no-subvencionada. Fomentando la dependencia hacia un modelo turístico extractivista, que al mismo tiempo que se alimentaba de dinero público, se llevaba fuera de las Islas los beneficios, dando carácter a la histórica desposesión turístico-colonial que ha sufrido la población canaria desde hace más de 50 años.
“El hambre se comerá Canarias”
Los políticos canarios han sido incapaces de proponer alternativas, mucho menos de desarrollar e implementar un modelo económico que apueste por la diversificación y el empleo. Por el contrario, se empeñan en un modelo económico —el turístico— que se encuentra abocado a la crisis.
El “nomadismo digital” y la expulsión de los jóvenes canarios
La incapacidad de “nuestros” políticos (da igual el color) los ha llevado a repetir la misma apuesta y seguir vendiendo lo mismo: sol, playa y degradación del medio. Se empeñan en mantener el modelo turístico de masas —turismo fordista— incentivando un crecimiento sin control de los visitantes (lo que importan son los números, aunque se termine regalando los pasajes y parte de la estancia), al tiempo que empiezan a promocionar un modelo turístico postfordista que “difumina las fronteras entre el turismo y otras actividades”, como pueden ser el teletrabajo. Un nuevo turista, caracterizado como “nómada digital”, que recoloniza el territorio, ocupando aquellos espacios a los que habían sido relegados los canarios, desplazados masivamente de las “tradicionales” zonas costeras de ocio turístico.
Del chiringuito a la oficina
El nómada digital entra a competir directamente con la población local, pero con ventaja, dado su mayor nivel adquisitivo, propiciando la subida de los alquileres y, en general, elevando el costo de la vida, dañando todavía más a una población local profundamente castigada por la precariedad y el desempleo. Solo un dato: al mismo tiempo que el Gobierno “autonómico” se empeña en importar jóvenes “nómadas digitales” europeos; el paro juvenil en Canarias comparte con Gaza (Palestina) la misma tasa de desempleo juvenil: más del 60%.
La presión demográfica
Canaria se sostiene en la especulación y la extracción de rentas, se sostiene para unos pocos, y la supuesta “autonomía” de las Islas no nos permite tomar ninguna decisión de calado sobre nuestro futuro. Somos totalmente dependientes, y las decisiones importantes se toman en la metrópoli; lo hemos visto con el hacinamiento y retención de inmigrantes africanos, que ha convertido a las Islas en el mayor “centro de retención/campo de concentración” de personas de esta parte del mundo; y lo hemos visto cada vez que hemos querido —aunque fuera tímidamente— desarrollar algún sector económico alternativo al turismo. Las cuotas de pesca son un ejemplo, pero podríamos enumerar muchos otros. Esto nos sitúa en un medio donde la dependencia se generaliza y el modelo turístico extractivista pone ritmo al modelo desarrollista canario, caracterizado por la precarización y por imponer una presión demográfica insostenible, con la llegada masiva de europeos que quieren vivir y trabajar en las Islas.
Esta presión demográfica, que parece que han redescubierto algunos políticos, como Román Rodríguez, que ahora habla de reto demográfico y capacidad de carga, aunque la Canarias “comunidad autónoma” no tiene capacidad política alguna que permita una regulación de ese desmesurado crecimiento poblacional y, por tanto, no se pueden paliar sus consecuencias: paro estructural y paro encubierto (especialmente para la población canaria); colapso de los servicios sociales y sanitarios, y una presión sobre el territorio que está deteriorando irreversiblemente el medio natural y etnográfico-cultural de las Islas.
De hecho, ya se han escuchado las voces de los ecologistas y los ambientalistas en esa misma dirección, pidiendo una regulación poblacional, con declaraciones contundentes, señalando desde la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello que «el principal problema para el medio ambiente en Tenerife es la superpoblación»; y que “hay que empezar a plantearse el problema de la superpoblación sin complejos y, por supuesto, dejando fuera cualquier rasgo de xenofobia». O lo que señalaba, también —por el Día del Medioambiente— Noelia Sánchez, Secretaria General de la Federación “Ben Magec-Ecologistas en Acción”, sobre la presión que sufren “territorios insulares como el canario, reducido, fragmentado y frágil, con recursos naturales escasos y limitados, de alto valor ecológico, de gran especificidad y vulnerabilidad, sometidos a una elevada presión humana, consecuencia de los sucesivos modelos económicos de explotación colonial impuestos a lo largo de su historia”.
Las soluciones no pueden ser un triste lamento
La transformación de este panorama de ribetes apocalípticos no pasa por seguir entonando un lamento maguado y triste. El derrotismo solo nos conduce al cadalso de la historia, a la ruina y la perdición. No se trata tampoco de esperar esperanzados cacareos parlamentarios (ya sean en Canarias o en Madrid), sino de abordar un programa político que trascienda las miserias de un medio político-electoral que no nos sirve para transformar nada, puesto que la conquista de las instituciones no supone la conquista del poder en una colonia donde todo, absolutamente todo, es colonial, y este poder político —en esencia artificial— solo sirve para mantener las constantes vitales de una sociedad colonial anclada en el subdesarrollo.
No se trata tampoco de esperar esperanzados cacareos parlamentarios (ya sean en Canarias o en Madrid), sino de abordar un programa político que trascienda las miserias de un medio político-electoral que no nos sirve para transformar nada, puesto que la conquista de las instituciones no supone la conquista del poder en una colonia donde todo, absolutamente todo, es colonial
Se debe apostar por un marco programático claro, en línea con lo que está planteando esa atrevida delegación canaria en el Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo, apostando por un cambio de estatus político para las Islas, recordando que el expediente abierto por el MPAIAC en la ONU es una oportunidad única para redefinir nuestra relación con la metrópoli y con el mundo; la inclusión de Canarias como Territorio No Autónomo (TNA) es una oportunidad para abrir un proceso que nos haga ganar en soberanía y en capacidad de decisión sobre nuestro territorio y nuestro mar. Apostar por la Plena Autonomía Interna, como paso ineludible a la hora de ganar en soberanía, asociados a la Unión Europea, fuera de la Unión Aduanera, como un PTU (Países y Territorios de Ultramar), y estableciendo una Ley de Residencia Especial Canaria, regulando de forma sostenible la llegada de transeúntes.
El 25 de junio se trata en el Comité de los 24 de la ONU la cuestión canaria
Ese programa solo se puede poner en marcha desde el compromiso de una sociedad canaria que tiene que edificarse como sociedad civil consciente, los canarios y canarias deben reclamarse como sujetos activos y abandonar ese estado de postración, generado —históricamente— por condiciones objetivas de pobreza y miseria. Las organizaciones sociales y políticas conscientes de que el tiempo se está acabando para esta tierra, deben abrir la posibilidad de hablar y debatir de los acuciantes problemas que vienen marcando la realidad canaria. No se trata de participar de enmiendas parciales y propiciar tan solo pequeñas victorias muy localizadas. Es el momento de apostar por una verdadera transformación de nuestra realidad, es el momento de abanderar un empoderamiento social, con amplitud de miras. Reclamando nuestro futuro y también nuestro presente, contagiando a Canarias de un nuevo optimismo, dando luz a esas grandes transformaciones que garanticen nuestra supervivencia.
El País Canario