Ser o tener (Capitalismo del siglo XXI)
Acciones en bolsa, bonos, fábricas, grandes empresas… Dinero. Solo unos pocos poseen y manejan este tipo de propiedades y, lo que es peor, en los tiempos que corren sus bienes alcanzan y superan otros poderes de influencia social. Es el caso de la religión, los poderes políticos, la gran flota mediática y, por supuesto, todo lo referente a la educación y cultura general.
Lo que empezó con el reconocimiento de la propiedad privada y la defensa del derecho a la acumulación, se ha convertido en nuevos alcances del poder social donde la acción requiere una frialdad especial. El nuevo capitalismo, contagia a la burguesía la pérdida de escrúpulos y una silenciosa visión social que daña irremediablemente a la clase trabajadora. La primacía del capital sobre la mano de obra, con un papel central del empresario, ha dejado de ver a las personas de la producción siquiera como un bien empresarial. Cuando la demanda de empleo supera ampliamente a la oferta, el empleado sufre una pérdida de valor y el empleador se empodera sacando la gestión más cruel en pos de un beneficio económico superior y exigiendo una ley laboral a su medida.
Cuando los legisladores ceden, en los estados que están dominados por el capital, y la parte de la producción es educada a la medida capitalista, apenas nadie alza la voz contra el sistema. De ahí la importancia de controlar el poder político y la educación, en lo que el control de los medios de comunicación tiene un papel fundamental. Así, la mentalidad materialista y competitiva tiene supremacía total y se valora más tener que ser, convirtiendo el consumismo en un justificado objetivo social. Por supuesto, la acumulación se relaciona con la valía y la escasez con la pobreza y la disfunción social. Hoy y siempre, la sociedad consumista es el estado natural del capitalismo y sus mandatos.
El peligro para el sistema capitalista de una información alternativa, de una educación donde se resalten los valores humanos y se enfrenten el ser y el tener, es tal que el control del poder mediático traspasa fronteras y ahoga a cualquiera que pretenda alzar la voz. El capitalismo y su flota mediática se valen de un sistema repetido en tiempo y espacio que consiste en ignorar, desacreditar o demonizar a quién no siga la línea marcada.
Los medios alternativos nunca deben tomar referencias de la flota mediática imperialista, siquiera para comparar. Y el ciudadano de a pie, debe combatir el virus del consumismo al tiempo de formar su opinión con los medios ajenos al sistema capitalista y su imperialismo, que somete a las personas a través de su mente y educación en ética y moral. Hay que imponer valorar por quién se es, antes de por lo que tienes y educar en ello; un modelo social más justo está en juego.
Pedro M. González Cánovas
El capitalismo es el refresco que las principales naciones catalogadas como desarrolladas, beben.
Un refresco cargado de nocivos azúcares que hacen que sus bebedores se deleiten en cada ocasión o pensamiento de una nueva cita con la bebida.
Sin embargo, los refrescos cárcel de verdaderos nutrientes, debilitan el sistema y finalmente enfermen.
No se sabe que puede pasar por las mentes de los gobernantes más defensores del sistema capitalista en detrimento de un sistema más equilibrado del reparto e las riquezas, la conservación del medio ambiente y la ayuda para los países o pueblos llamados El Tercer Mundo.
Personalmente es una pregunta que me hago continuamente, y concretamente en España tenemos un modelo idóneo para reflexionar sobre el comportamiento de nuestros políticos sus medidas e incluso su corrupción.
El sistema capitalista es un sistema enfermo de tanta adoración al dinero y su endulzamiento a todo lo que toca, mientras sus efectos, no se quieren ver ni aceptar, por egoísmo y la necedad.