También hay un 20N canario para recuperar la rebeldía
«El espíritu rebelde que inspiró el 20N gomero, el mismo que iluminó muchas otras páginas de nuestra historia, desde el Marqués de Vilaflor a las luchas de La Aldea, es el que tenemos que rescatar, y hacer nuestro, los canarios de hoy. Con él tenemos que enfrentar el reto colonial y con él lograremos de una vez una Canarias Independiente que ofrezca un futuro libre, digno y próspero a sus hijos»
Cuando niño -y ha llovido desde entonces- la parafernalia cotidiana de escuelas y colegios comenzaba con el izado de la bandera colonial mientras berreábamos, brazo en alto, el «Caralsol», en rigurosa formación en el patio de entrada. El ritual terminaba con un vibrante ¡José Antonio! que lanzaba el maestro contestado por la chiquillería con un fiero ¡presente! al que seguían los no menos sonoros ¡viva! y ¡arriba! con que contestábamos los que, referidos a Franco y a España, nos lanzaba a la cara el maestro. Luego, cada uno a su aula para el rezo del padrenuestro y las tres avemarías preceptivas para que las lecciones posteriores nos llenaran el alma.
Había un día especial en esa parafernalia. Cada 20N aparecían por los colegios los «falanges» uniformados de camisa azul en que campeaban los «cangrejos» de yugos y flechas, correajes marrones, boinas encarnadas y tambores y cornetas que nos llenaban de pura envidia. Tras esa farándula marchábamos «prietas las filas, recias, marciales…» la turbamulta de chinijos, bajo la vigilante mirada de los maestros, hasta la iglesia (en Aguere a la Concepción) donde estaba instalado un gran catafalco vacío, rodeado de velones y negros crespones, y donde aguantábamos estoicamente a que un trío de curas oficiara el solemne funeral por «El Ausente» que era un tal José Antonio Primo de Rivera, al que conocíamos al dedillo por el retrato que tapaba algún desconche en todas las aulas de estas africanas ínsulas.
Era indudable que, con tanta misa, funeral y oficio de difuntos, José Antonio tenía que estar en los cielos y allí, un buen día y con parada intermedia en una cornisa conventual madrileña, le fue a acompañar el señor Carrero Blanco, al que el último «Generalísimo» de los españoles -al menos por ahora- había designado como vigilante de los compromisos sucesorios contraídos por el heredero, nominado «a título de Rey», el señor Juan Carlos, el corrupto rey “emérito” de los mangantes ibéricos, un verdadero artista del pillaje, el “Chevalier voleur” alumno aventajado de M. Arsène Lupin, fugado pa’donde los sátrapas saudíes.
Parece ser que la fecha del 20N es fatídica para dictadores, dictadorzuelos y aspirantes, porque otro 20N, habrá pasado medio siglo, que el propio «Caudillo» siguió el camino de «El Ausente» y de Carrero que ya estaban en el otro barrio preparando la «revolución pendiente» y convenciendo a San Pedro, ya afiliado al nacional-sindicalismo, que Judas era un honrado militante falangista que podría -si se reencarnaba- encabezar, dignamente, una candidatura de VOX al Congreso español.
A posteriori y a tenor de lo visto y oído en estos años, en que parece que todo hijo de vecino empleaba su tiempo y sus energías «luchando contra la dictadura», tengo que suponer que Franco y un tal Arias Navarro, que era aquel señor, de extrañas orejas y cara de mono estreñido, que lloraba desconsoladamente por la tele cuando dio la noticia de que el sátrapa había muerto de viejo en su cama, fueron los únicos fascistas del Estado español, incluyendo en el lote a los colonizados norteafricanos de Canarias, Ceuta, Melilla, y Sahara y Río de Oro, ya que los guineanos aguantaban en aquel entonces a una réplica autóctona del «Caudillo» llamado Macías Ngema. Aquellas camisas, azul mahón, que gran parte de la «clase política» canaria lucieron con fervor habían perdido el tinte con los lavados y los cangrejos de “las flechas de mi haz” ya no adornaban ninguna camisa.
Esos son los 20 N españoles. Nosotros, los canarios, tenemos el nuestro propio, otro 20N en que otro español, tiranuelo y asesino, precedió en el camino a los Franco y José Antonio. El 20 de noviembre de 1487 Pedro Hautakuperche atraviesa con su hastia a Fernán Peraza en Guahedume. Ese es el 20N canario en que, al falso Conde y señor colonial de Gomera, vergonzosamente travestida su cota de malla por una saya de Iballa, le alcanzó, por la mano de Hautakuperche, la justicia de los oprimidos y toda Gomera vibró con el silbo que brincaba de risco en risco proclamando al pueblo que «ya se rompió el Gánigo de Guahedume».
Muchos isleños pagaron con su vida la osadía de protagonizar la Rebelión de los Gomeros contra la opresión colonial. A manos de los sicarios del Gobernador español de Gran Canaria, Pedro de Vera, y de Beatriz de Bobadilla (mujer de amplio currículum como barragana del rey español Fernando «El Católico» y futura esposa del masacrador de guanches y benahoaritas, el rufián Alonso de Lugo, que «Dios los cría y ellos luego se arrejuntan») nos cuenta en su crónica P. Gómez Escudero que «…a todos los de quince años para arriba, que no perdonó a nadie, ahorcó, empaló, arrastró con caballos, mandó echar a la mar vivos con pesas en los pescuezos, a otros cortó los pies y las manos vivos…..» No tuvo bastante el Gobernador español con los que asesinó en Gomera. El cronista Escudero nos añade que «Venido Pedro de Vera a Canaria, hizo prender una noche a todos los gomeros que había en Canaria, que serían casi doscientos entre hombres, mujeres y muchachos y a todos los hombres condenó a muerte que ejecutó, y a las mujeres y niños dio por esclavos». No puede extrañarnos que, tras este didáctico y expeditivo método de cristiana españolización por la vía rápida, nos comenta el historiador Pedro A. del Castillo que «dejando ajusticiados más de quinientos gomeros, quedó la isla más yerma que sosegada».
Este es el 20N canario, el que no podemos ni debemos olvidar, el incompatible con la mansa aceptación del yugo colonial que muestran nuestras sumisas «autoridades» pseudonacionalistas y falsamente progresistas, las que conservan los nombres de Pedro de Vera, de Peraza, de Alonso de Lugo, de Rejón… borrando, en cumplimiento de la Ley de Memoria histórica, a los de Franco, Mola, Sanjurjo, José Antonio… y los de toda una caterva de torvos asesinos coloniales que con vergonzante profusión mancillaron nuestros callejeros urbanos. La vigencia política de los herederos canarios del franquismo, con plumaje de gallos tapados, ha logrado que este 20N canario esté ausente de la historia que se enseña a nuestros jóvenes en las escuelas en las que se impone hoy una alienación comparable a la que nos imponían de niños en aquellos 20N de funerales, caralsoles y Cruces de los Caídos, aunque algunos cerriles concejales, como los de Arrecife, nostálgicos de aquella época de plomo y betún, acaben de volver a ponerla de donde ya se había quitado o que estatuas como la del caudillo volando, espada en mano, a lomos del águila imperial como remate de la chicharrera Avda. Anaga. Y es que a estos caballeretes Dios los cría y ellos luego se arrejuntan, incluso a través de los tiempos que para eso poseen un alma inmortal, o eso dicen.
El espíritu rebelde que inspiró el 20N gomero, el mismo que iluminó muchas otras páginas de nuestra historia, desde el Marqués de Vilaflor a las luchas de La Aldea, es el que tenemos que rescatar, y hacer nuestro, los canarios de hoy. Con él tenemos que enfrentar el reto colonial y con él lograremos de una vez una Canarias Independiente que ofrezca un futuro libre, digno y próspero a sus hijos.
Con esa visión de libertad fundamos en mi ciudad de Aguere el Centro Canario de Estudios, Amistad y Solidaridad entre los Pueblos de África “Amílcar Cabral” que, en noviembre de 1984 -496 años de la Rebelión Gomera de Hupalupa y Hautakuperche- celebró por primera vez el aniversario de esa gesta histórica gomera en Guahedum. Lo que podríamos llamar “El Pregón” inicial lo pronunció mi esposa, Juana Herrera Mesa, en el salón de actos del Ayuntamiento de la villa capital explicando el porqué de esa celebración que, por mor del colonialismo y el españolerismo imperante en la mal llamada “Isla Colombina”, no se había efectuado en el medio siglo transcurrido desde el desembarco de los Peraza y sus mesnadas para conquistar la isla, y porqué al colonialismo no le basta con implantar un sistema económico y una dominación política. Necesita aglutinar toda la función social, para lo que le es imprescindible destruir la organización social y política preexistente y sustituirla por la propia. Por eso DEBE suprimir en lo posible la cultura del dominado y sustituirla por la propia.
Tiene que cambiar la lengua, la religión, la cocina, la moral, las costumbres, la danza, la música… todo lo que constituía la CULTURA endógena sustituyéndola por la exógena con el apoyo de las burguesías criollas, sin sentido nacional, que son los beneficiarios MEDIANEROS del sistema y su papel es contribuir a destruir aquellas culturas y expoliar los recursos naturales y humanos de la colonia creada por la actuación conjunta de la Espada y la Cruz.
En palabras de Amílcar Cabral: “La práctica de la dominación imperialista exige, como factor de seguridad, la opresión cultural y la tentativa de liquidar, directa o indirectamente, los elementos esenciales de la cultura del pueblo dominado” Eso solo se afronta mediante la Lucha Cultural precisa y continua. Por eso, desde ese día, celebramos anualmente el ritual de romper el gánigo con la exclamación de “Ya se quebró le gánigo de Guahedum” “Yadya irzan wanugg n Waheddum” que expresa más un deseo que una realidad. ¡Hagámosla real!
En la foto Ambrosio Hernández ( de «Los Patricios») brincando del muro de delante de la cueva tras silbar a los vientos gomeros el «ya se rompió el gánigo de Guahedum»
¡Rompamos ya el gánigo de Guahedum!
Francisco Javier González
Gomera a 19 de noviembre de 2025
Lamentando que mi precario estado físico me impida estar en Guahedum con los compañeros en este aniversario. Lo estaré con el corazón.





