El desarrollo deportivo del juego del palo. La historia de un fracaso

A pesar de recurrentemente expuesta imagen del juego del palo como una práctica oculta y arcana de los campesinos y pastores isleños, hay que tener en cuenta que, si bien es cierto que en algunos puntos del archipiélago si que se ha manifestado como ese rescoldo del antiguo conocimiento bélico de nuestros antepasados; también lo es que en este mismo ámbito rural tenemos ejemplos de situaciones de manifestación pública habitual ¹ y hasta de competición con tanteos ²; e incluso que en otros, como el noreste de Tenerife y Gran Canaria, en zonas periurbanas, el juego del palo ha tenido, al menos en los 120 últimos años de su existencia, numerosos intentos de deportivización, con relación a los cuales hay que destacar la existencia de 3 reglamentaciones escritas y la constancia documental de combates reglados, siendo además numerosos los combates efectivos, es decir con ganadores y perdedores definidos, que se pueden localizar en la fuente escrita y la oral registrada. Hay que remarcar en este sentido que ha aparecido prácticamente siempre en notas de prensa y otras publicaciones durante este tiempo unido a la expresión “deporte” ³ y habitualmente relacionado en su demostración y difusión pública con otras manifestaciones deportivas de enfrentamiento físico, principalmente la lucha canaria, pero también con la esgrima ⁴, el judo y la defensa personal ⁵, o el boxeo ⁶.

La reglamentación más antigua consta en La Historia del Pueblo Guanche de Juan Bethencourt Alfonso y, obra que se publicó mucho más tarde de su redacción, y que sería es plausible el datarla a finales del s.XIX, o quizás más probablemente a principios del s.XX, básicamente en función de que varias fuentes de la época en la zona urbana y periurbana de Santa Cruz de Tenerife, lugar de residencia de este autor en ese momento, hablan precisamente de unas “reglas del juego del palo”, que podrían ser las recogidas por este etnógrafo. Se caracteriza dicho reglamento por no tener un tanteo definido a pesar de ser notablemente preciso en otros aspectos, siendo el objeto final el fuera del combate, ya sea por propinar un golpe de gracia o por derribo, no pareciendo que ambas acciones tuvieran por qué ser excluyentes, y quedando en última instancia al arbitrio de un juez la delimitación de dicha situación ⁷.

En un relato de 1900 ⁸ del escritor Benito Pérez Armas, afincado ya en La Laguna por esa época, se hacen una serie de precisiones sobre enfrentamientos a palos en Tenerife algunos de los cuales cabe definir como “deportivos”, en tanto que no se dan por autodefensa, sino que son más bien meditadamente buscados por sus protagonistas, y que se situarían en algún momento no concretado del s.XIX y que quedan refrendados por documentos de carácter histórico ⁹. En el relato se hacen algunas menciones vagas sobre “reglamento” y “reglas”, de las que se pueden inferir al menos las siguientes: 1) El tamaño del palo reglamentario es la altura entre el suelo y el hombro del jugador. 2) El juego se ha de establecer entre sólo dos contendientes. 3) El combate legal ha de iniciarse al unísono y después de un protocolo de colocación.

El 20 de abril de 1919 el «Sporting Club Nakens» un modesto club del barrio santacrucero de Salamanca, que tomó su nombre de José Nakens Pérez, periodista sevillano cercano al movimiento anarquista, publicó el “reglamento” de intervención en las bases para la inscripción en un “Concurso de Juegos de palos» ¹⁰, anejo a unos “juegos olímpicos” organizados con ocasión de las Fiestas de Mayo de Santa Cruz. Dicho reglamento se limita a especificar sobre la libre inscripción por parejas en aquél evento, enfrentándose entre ellas por la calidad de su ejecución y, en cuanto a la reglamentación técnica, a señalar que “se harán observar todas las buenas reglas de este juego”; reglas que parece que los organizadores consideraron suficientemente compartidas y conocida por los practicantes que se presentaran y que, más que probablemente serían en lo sustancial las recogidas por Juan Bethencourt Alfonso y Benito Pérez Armas.

Con relación a estas “buenas reglas”, las fuentes anteriores a la Guerra Civil parecen claras: “(…) El juego del palo está sujeto a reglas muy análogas a las de la esgrima y del sable.(…)” ¹¹. Igualmente tenemos constancia de la mención de competencia entre jugadores de “partidos” enfrentados con su correspondientes “jurados” a finales de los años 30 ¹². Y hay que considerar que en estas décadas se dieron fenómenos de cuasi profesionalización deportiva en torno al juego del palo: “(..) El próximo domingo harán exhibiciones de juego de palo largo los profesionales de este deporte, Nicolás y Francisco Morales (…) Uno de los profesionales indicados, es ya conocido del público porque tomó parte en el festival de juegos regionales que se celebró en la plaza de toros de esta capital, con motivo de la visita del Rey (…)” ¹³. La persona indicada es don Nicolás Morales, que sabemos que hacia 1920 tenía 32 discípulos repartidos por las zona, y que cobraba por sus enseñanzas ¹⁴, el otro, su sobrino, abrió una escuela en San Andrés por esa misma época o algunos años después ¹⁵.

Como hemos señalado, el juego del palo o juego de palo, aparece una y otra vez en la prensa junto con la lucha canaria u otros deportes y calificado directamente como tal, o como esgrima, en actos organizados por distintas asociaciones ¹⁶, clubes deportivos ¹⁷ y empresas ¹⁸ de la capital, que se llegaron a transportar las Palmas ¹⁹. E incluso, en 1936, con relación a una petición de apoyo económico al Ayto de Santa Cruz de Tenerife realizada por el Comité Insular Pro Olimpiada Popular para la asistencia a aquel frustrado acto en Barcelona, se especificó la participación del juego del palo: “(…) La representación de Canarias debe abarcar a los deportes típicos, como luchas, juego de palo, (…)” ²⁰ . También sabemos de al menos un caso de internacionalización temprana, la enseñanza de la práctica en cuba en antes de 1920 ²¹ y una propuesta de necesariamente corto recorrido de 7 de julio de 1936 realizada por el Instituto de Estudios Canarios, a través de don Emilio Hardisson y Pizarroso, a la Comisión de Fiestas de Santa Cruz de crear un campeonato estable de lucha y juego del palo, en la plaza de toros y el el Stadium ²².

Después de la Guerra Civil, el juego de palo no se suma a la muchísimo más popular lucha, con la que se había vinculado habitualmente, en un importante proceso de formalización deportiva, que en su caso se hizo a través de la Federación Nacional de Luchas desde 1943²³, y que en el del juego del palo podría haberse dado mediando la correspondiente de esgrima,, tal y como lo parecería indicar la afiliación como tal habitualmente expresada en prensa, aunque hay que considerar que en esa época el grado de especialización deportiva de esa práctica no lo haría facilitado.. El caso es que, como señalan específicamente algunas fuentes, se pierde un “potente equipo de esgrimidores” ²⁴, que en general abandonarían la actividad por la dureza de la postguerra, no dándose en tal caso una adecuada renovación generacional. Hay que resaltar al respecto que si bien parece habitual achacar popularmente este declive a una supuesta represión política, el hecho es que el juego del palo aparece específicamente avalado por la acción de instancias como Falange ²⁵, y abundantemente citado en prensa adicta al régimen franquista ²⁶, de similar forma que lo había estado anteriormente en prensa republicana, y tal y como se dio también con la lucha ²⁷.

En los años 50 se da un repunte en la actividad, siendo de nuevo varias las peticiones públicas de su deportivización ²⁸, e incluso volviéndose a trasladar a la vecina capital ²⁹ y a eventos internacionales o³⁰, al hacerse normal la celebración, no ya sólo de exhibiciones ³¹, sino de “combates de juego del palo” en los intermedios de las luchadas por la acción de algunos empresarios promotores, entre los que hay que destacar a D. Emilio Rivero Rodríguez. Entre ellos los celebrados en Tacoronte el 27 de septiembre de 1953 entre don Tomás Déniz y don Domingo Martín, actuando de árbitro don Manuel Dorta ³², en Tejina el 30 de agosto del mismo año, organizado por D. Emilio Rivero ³³, o en Güímar el 29 de junio de 1955 entre doña. Luciana Díaz y don Elisio Rodríguez, actuando don Tomás Déniz como juez ³⁴. Teniendo entre aquellos especial relevancia el celebrado en La Orotava el 19 de junio de 1955, entre don Fulgencio Vera y doña Luciana Díaz ³⁵, puesto que en una de las reseñas recogida en prensa se especifica un tanteo: “(…) venciendo Luciana a su contrincante en el primer asalto por cuatro toques fuertes por los flancos, y en el último por un puntazo en la frente que su contrario no pudo esquivar a tiempo, recibiendo solamente Luciana una ligera erosión en una mano producida por el roce del corrimiento de un palo a lo largo del suyo (…)” ³⁶.

Ello implica una reflexión sobre el planteamiento presentado a principios de siglo en cuanto a lo indefinido del tanteo y seguramente forma parte de la misma el hecho de la partición del “combate en tres asaltos” ³⁷, dos en el caso anterior por doble victoria consecutiva. Por otro lado, hay que señalar que parece poco probable que la admisión del contacto pleno que se evidencia en el texto, suponga ninguna novedad con respecto al funcionamiento de las “buenas reglas” esbozadas por Benito Pérez Armas o más desarrolladas por Juan Bethencourt Alfonso en su reglamento.

En 1975 se fundó la primera entidad asociativa formal que conozcamos dedicada específicamente, aunque todavía de forma parcial, a este deporte: la Asociación de amigos del Juego del Palo y de La Lucha Canaria, siendo su presidente el escritor y luchador don Juan Jerónimo Pérez y contando en su directiva con el periodista don Gilberto Alemán y con el afamado campeón de juego del palo don Tomás Déniz Hernández, único de los representantes de la generación anterior a la Guerra que continuaba por entonces manteniendo núcleos de enseñanza y práctica estables, en ese momento al menos uno en María Jiménez, otro en la Universidad de la Laguna y otro en Barrio nuevo, sabiendo de un intento de una segunda asociación específica en 1977 ³⁸.

Precisamente en 1977 año, el citado Juan Jerónimo Pérez publica en un libro sobre el juego del palo un reglamento elaborado ³⁹ que no recoge lo fundamental de lo reglamentado con anterioridad y que no convence a los practicantes, tal y como se puede entender de una entrevista realizada en 1982 a don Tomás Déniz, en la que éste afirma haberse intentado sin éxito una reglamentación y formalización de la actividad en varias ocasiones, lo que parece achacar, al menos con relación a la delimitación de la puntuación, a la ausencia de jugadores experimentados en tales procesos. Falleciendo al año siguiente este maestro, y con él, el único vínculo directo con la propuesta deportiva del juego del palo que se desarrolló en Santa Cruz en la primera mitad del s. XX y que, aunque la reivindicó en público ⁴⁰, no la supo promover entre su nueva generación de discípulos, tal y como demuestra el hecho de que 10 años más tarde los gestores de la proto federación de juego del palo (Agrupación de Juego del Palo) promovida por el Gobierno de Canarias ⁴¹, entre los que aquellos se encontraban, incidan una y otra vez en la imposibilidad de un desarrollo deportivo del juego del palo, limítándolo a un simple práctica lúdica ⁴², y en contra de una dinámica en tal sentido que estaba más que adelantada en su tradición reciente.

A partir de aquí se inició un desarrollo deportivo del juego del palo desde una línea completamente diferente, el facilitado a raíz de la imposición por parte del Gobierno de una segunda federación deportiva sobre la práctica ⁴³, que se inició con un reglamento redactado en Cuba en 1992 ⁴⁴, otro federativo en 1997 ⁴⁵ y un tercero no oficial en 2016 ⁴⁶. Lo más característico de este desarrollo es que ha implicado el cambio de nombre de la actividad y en contra de su propia tradición y por reivindicación particular de una sola persona ⁴⁷ , así los dos primeros de estos reglamentos se corresponderían a un deporte llamado oficialmente “lucha del garrote” y el tercero a otro llamado “tolete” o también “lucha del tolete” (no existe un reconocimiento oficial del mismo, no siendo en su tradición otra cosa que juego del palo con palo corto).

El motivo de estos desarrollos atípicos ha sido básicamente la acción institucional, así la imposición si no arbitraria, cuando menos irreflexiva, de una segunda federación, obviamente con una denominación diferenciada, sobre una única tradición amplia y variada y en distintos niveles desarrollo deportivo, forzó a que los practicantes se repartieran en dos entidades mancadas ya en su origen, unos condenados a no tener, no ya opciones al desarrollo deportivo, por decisión explícita de la correspondiente federación, influenciada, también explícitamente, por por los académicos de educación física de las universidades canarias, y con el consentimiento tácito de la Dirección General de Deportes ⁴⁸ ; sino incluso a las simple interacción lúdica entre escuelas de unos propuestos “estilos” diferenciados ⁴⁹, y otros a perder su nomenclatura y variabilidad tradicionales, e incluso su propio nombre, además  a verse acosados por conceptos de las artes marciales internacionales⁵⁰. La situación parece especialmente compleja para los practicantes del juego de palo corto, dado que si se ajustan a la nomenclatura tradicional no pueden acceder a la Federación de Juego del Palo, puesto que ésta no lo reconoce actualmente entre sus “estilos” fundacionales; y si optan por la forma “tolete”, pues aunque pueden acceder a la Federación de Lucha del Garrote como clubes de lucha del garrote, les está vedado un desarrollo deportivo formal, al no estar reconocida oficialmente dicha modalidad deportiva.

Ésto con relación a los practicantes interesados en el reconocimiento deportivo, puesto que son muchos, y a falta del necesario registro administrativo de este bien cultural digamos que más de un tercio del total, los que se mantienen absolutamente huérfanos de cualquier tipo de apoyo institucional, siendo incluso algunos de ellos grupos inicialmente interesados y abandonados por este peculiar proceso de institucionalización ⁵¹y habiendo sido otros incluso acusados de “boicotear” dicho proceso e incluso de “intrusismo” por el mismo presidente de Federación de Lucha del Garrote ⁵².

Por último, hablemos de la tan traída y llevada denominación: juego del palo o juego de palo es el nombre que ha tenido desde el s.XVIII ⁵³: y sí más recientemente (hace ya más de 100 años) ha tenido un desarrollo deportivo, lo ha hecho bajo esta misma denominación hasta 1982, y por muy atípico que haya sido un nuevo impulso deportivizador en la década de 1990, parece de recibo que éste es el nombre que debería de seguir teniendo tal resultado deportivo. No siendo este el caso, y tratándose de una práctica culturalmente viva, un bien cultural protegido por la legislación patrimonial vigente, se ha de instar a las administraciones competentes en general y al Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial ⁵⁴ en particular, a que tomen cartas en este asunto para que no se pierda esta joya cultural, que parece que, de continuarse por el actual derrotero, acabará diluyéndose entre peregrinas disquisiciones académicas y marciales e irreflexivas y dañinas acciones institucionales.

Por ahora, el resultado más evidente es que, después de más de 20 años vigencia del rodillo legislativo vinculado con la promoción deportiva, toda una generación de canarios ha crecido con, o se ha convencido de, la existencia de dos tradiciones relacionadas con el viejo concepto del juego de palo denominadas ahora popularmente como “el Palo” y “el Garrote” que realmente no se entienden muy bien, pero que todo el mundo puede diferenciar fácilmente porque la segunda se practicaría con palos “grandes y fuertes” (??) ⁵⁵, como máximo ni dos palmos más largos o media pulgada más gruesos que los de la pretendida primera: en cualquier caso una sencilla raya conceptual. Esto ya de por sí es descorazonador, pero por desgracia las perspectivas futuras no parecen mucho más halagüeñas.

Alejandro Rodríguez Buenafuente

30 de diciembre de 2019