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El Hospital Dos de Maig pierde a medio equipo de urgencias por el coronavirus

Trabajadores del centro lamentan que descoordinación y escasez de material los dejaron demasiado expuestos durante los primeros días

El Hospital Dos de Maig de Barcelona, de titularidad concertada, se adentra en el tramo más complicado de la epidemia del coronavirus con el equipo habitual de urgencias muy diezmado. La mayoría de ellos se encuentran confinados. Porque han dado positivo de covid-19 o porque llevaban demasiado tiempo en contacto con infectados. En al menos uno de los turnos, de las cinco enfermeras habituales, solo queda una de guardia. En los otros, la situación no dista en exceso. A estas bajas hay que sumar las de varios médicos y que los residentes no acuden desde el estallido de la crisis. El servicio se mantiene en pie actualmente porque han cerrado despachos de consultas y quirófanos y han derivado ese personal a urgencias, explican trabajadores del centro que piden no ser citados. 

«Siempre ha faltado personal en este hospital», aclaran. Estos antecedentes de raquitismo en la plantilla, comunes en el sector público y concertado, sumados a la retahíla de últimas bajas causadas por el coronavirus, han provocado que entre los sanitarios haya calado una sospecha: no se hacen pruebas de covid-19 a todos los empleados expuestos a riesgo real de contagio porque el resultado podría obligar a cerrar el hospital entero.

Para explicar por qué existe un riesgo de contagio tan elevado entre los profesionales de este centro, los trabajadores consultados barajan diversos factores. El primero es el «lógico desconcierto» provocado por un enfermedad que «ha desbordado a ciudadanos, autoridades sanitarias y gobiernos». Los protocolos «cambiaban casi a diario, a veces, de la mañana a la tarde», explican.

Otro factor decisivo ha sido la falta de material preventivo. «Ha habido pacientes que han robado mascarillas y botellitas de gel desinfectante. Es posible que algún profesional se haya llevado también algo», aseguran. Pero estas pérdidas achacables a la condición humana no justifican la escasez de material preventivo que han sufrido durante los primeros días de la crisis de la epidemia, mantienen. «Deberíamos ir con mascarilla fp-2, gafas, gorro, guantes, bata impermeable y peucos. La realidad es que la mascarilla fp-2 la usamos colocando una de quirófano por encima para poder llevarla una semana entera, que en lugar de bata impermeable llevamos bata verde ordinaria con delantal impermeable y que compartimos las gafas. Esto significa que cuando cambian de manos debemos limpiarlas y desinfectarlas y, en consecuencia, destinar mucho más tiempo a atender a cada paciente». 

«Sí, corrimos demasiados riesgos al principio porque nadie sabía qué había que hacer exactamente y porque no había material. Tomábamos las precauciones habituales: guantes y poco más. Pero estuvimos en contacto con muchos pacientes infectados y después, entre los compañeros, mantuvimos el contacto regular sin tomar ninguna precaución porque tampoco teníamos síntomas ni la dirección nos hacía ningún test», resumen. 

Varios de los trabajadores del Dos de Maig confinados en sus domicilios viven con resignación estos días el incremento de la pandemia. Lejos del hospital. Frustrados por no poder hacer nada. Conscientes de que están incubando el virus que deberían estar combatiendo, lamentando que los dejaran sin escudo. 

Fuente: elperiodico.com




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