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Los pueblos de mañana

En “Los pueblos de mañana”, de Francisco Elá Abeme, se señalan los anhelos de una vida entregada a la noble causa de la lucha por la libertad y los derechos humanos de los pueblos de África

Nuestras inhumanas tiranías han sido tan eternas que han templado a nuestros Pueblos hasta ponerlos a prueba de todas las bombas.

Esto hace que nuestros Pueblos, que no han llegado todavía, conozcan mejor el camino y la meta.

El camino es transitar hacia sistemas democráticos, y la meta: las sociedades del bienestar, desprovistas de los vicios de las actuales sociedades del bienestar.

Hoy observamos cómo, en medio de un cansancio generalizado, un hastió, cuando no mucha indignación, las sociedades organizadas de Occidente van cayendo en la desesperación y en la duda permanente. Su clase política sigue en la pillería, sus instituciones, por obsoletas, inservibles. No saben qué hacer.

Nuestros Pueblos, en cambio, por permanecer en la lucha diaria, están más vivos. Les anima el deseo de construir unos sistemas más sólidos. Les anima el edificar a un nuevo ciudadano, a partir de elementos robustos como son la etnia y la tribu. Les mueve el construir nuevas naciones, que alumbren los estados de ciudadanos. Y todo esto, estando bien escarmentados en cabeza ajena y propia.

Según esto, nuestras democracias de futuro no serán una ficción. No tendrán los mismos defectos que observamos hoy en las viejas democracias, que se van desmoronando, agobiadas por sus vicios incorregibles.

Cuando se construye los sistemas al servicio de la ciudadanía, hay que procurar no caer en la rutina. Hay que estar vigilantes, operar siempre con la diligencia de un buen padre de familia. Esto permitirá que los vicios se corrijan antes de que se asomen, y evitará que el cambio incomode al sistema ante los cambios positivos.

Si consideramos al ser humano como animal de costumbres es que le estamos condenando también a ser «animal de vicios» o de defectos. Y este no es el destino del hombre. El destino del hombre, del ser humano, es la perfección. Por eso tenemos la permanente vocación hacia la perfección.

Nuestras sociedades de futuro, que construiremos, como digo, a partir de la dura experiencia actual de nuestras inhumanas cleptocracias, serán sociedades al servicio de la perfección. Hay que perfeccionar al ser humano en todas sus dimensiones, empezando por su formación. Por eso damos miedo, por eso no nos ayudan.

Porque, por un lado, están agobiados por su propia inestabilidad, preludio de su ocaso, y por otro, pensando en su propio comportamiento, a lo largo de la historia de la humanidad, temen que, cuando alcancemos nuestra meta, en breve, una vez que sepultemos a nuestras tiranías, podamos pasar de dominados a dominadores, de conquistados a conquistadores, de colonizados a colonizadores etc.

Lo que no saben ni sabrán es que, en lo que al Pueblo africano toca, con ocuparnos de nuestro continente, ya tenemos.

 

Francisco Javier Elá Abeme

 

 

 

 

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