Lanzarote no será el puerto del odio
“El odio al otro distrae de la precariedad estructural generada por la turistificación, la vivienda vacía y la especulación”
Este fin de semana, el puerto de Los Mármoles fue escenario de dos relatos opuestos sobre la dignidad humana. Mientras el barco Open Arms concluía su misión humanitaria en aguas de Lanzarote, Santiago Abascal elegía el mismo lugar para exigir que se “confisquen y hundan los barcos de los nuevos negreros”.
Obviando que llamar «negreros» a las oenegés pervierte la historia de la esclavitud y criminaliza la solidaridad, lo que Abascal propone en su discurso es un imaginario bélico. En su lenguaje, el migrante no es persona sino invasor, las oenegés no son rescatistas sino enemigos y el campo de batalla es el Mediterráneo y Canarias.
Cuando se acepta ese marco ya se ha sufrido la primera derrota. Es la normalización de la violencia en el discurso mediático, es la ruptura de la primera línea de defensa que protege a las personas frente al odio. Porque cuando las palabras se utilizan como bombas incendiarias, y se aceptan en el debate público, el siguiente paso es justificar los hechos violentos.
No se hunden barcos humanitarios ¡Eso está mal! La crueldad no debe ser una medida política porque se hunden derechos y se hunde la humanidad. El odio no debe convertirse en discurso. Eso también está mal.
Abascal vino a Lanzarote a agitar el miedo al migrante y a expandir su mensaje de odio en una Comunidad que vive en emergencia habitacional, declarada oficialmente por el Gobierno de Canarias. El odio al otro distrae de la precariedad estructural generada por la turistificación, la vivienda vacía y la especulación. El discurso del odio es útil al poder económico y a la élite dominante porque divide a la clase trabajadora e impide reclamar derechos compartidos.
Vox es la marioneta del sistema que necesita que mires al muelle para que no mires a los especuladores inmobiliarios. Necesita que culpes al migrante para que no culpes al modelo económico. En eso consiste el populismo del odio, en fabricar enemigos entre los de abajo para que nadie mire hacia los de arriba.
Lanzarote no puede ser el territorio de las campañas de odio de ningún partido. Tiene derecho a decidir qué tipo de comunidad quiere ser. Desde luego, esa decisión no pasa por hundir barcos, sino por fortalecer una soberanía democrática que cuide la vida, proteja a las personas y garantice derechos a quienes la habitamos. El verdadero “patriotismo” consiste en defender la dignidad humana, no en pisotearla para ganar votos en Madrid.
Frente al ruido del odio, Lanzarote debe responder con memoria, humanidad y justicia. Esta isla, que sabe lo que es emigrar, elige el rumbo de la dignidad humana, el del derecho a una vida mejor aquí y en cualquier orilla. Porque el futuro no se construye destilando odio ni fabricando miedos.
En esta tarea, debemos seguir defendiendo lo más básico – que en los tiempos actuales parece ser revolucionario-, la dignidad de las personas y los derechos humanos como línea de defensa infranqueable.
Leandro Delgado Zalazar
portavoz de Lanzarote En Pie


