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¡Contra reloj!

Reproduzco un artículo del 2004 cuando escribía en el periódico digital AKN, ya fuera de funcionamiento.

El sistemático deterioro de Canarias –imparable en las últimas décadas–, ocasionado por la flagrante degeneración de estos políticos –del color que sean– que dicen representar al pueblo en nombre de la democracia, han dirigido el rumbo de nuestra patria, implacablemente, hasta su decrepitud. De todos es sabido que el valor más preciado –como el más frágil y limitado– con que cuenta nuestra nación es el suelo, siendo precisamente en este singular espacio geográfico –aparte de nuestro mar– donde se encuentra nuestra ancestral referencia y existencia. En él se “se perpetúan”, legando costumbres y tradiciones: nuestros pastores, pescadores, artesanos, hierberos, curanderos…; nuestra orografía, sus ecosistemas y biodiversidad: fauna, vegetación, microclimas…; nuestra minería y geología: aguas, petróleo, arenas, traquita, fonolita, sal, azufre, cal…; nuestros legados etnográficos: yacimientos, necrópolis, tagorores, almogarenes, agadires, pinturas, grabados alfabéticos, grabados podomorfos, simbología espiritual, calendarios y observatorios cosmológicos…, nuestros topónimos y antropónimos… todo ello un conjunto revelador de la vigencia de la cultura precolonial en la sociedad actual, que estos esbirros al servicio del colonialismo español nos borran día tras día para aniquilar nuestra alma.

Es causa malévola y premeditada, que sobre estas características antropológicas y biodiversidad de nuestras Islas, patrimonio de nuestro pueblo, se continúe con la especulación del suelo, el destrozo y el consiguiente desmonte de nuestra historia. El cáncer no para. Destruyen día tras día, con carreteras innecesarias (es de lógica que en nuestra nación no cabe un alma más ni coches tampoco, además de que no queremos), campos de golf, puertos deportivos, superficies comerciales sobre tierras agrícolas, urbanizaciones para foráneos…, arrasando de esta forma con todo vestigio de nuestra identidad y creándonos una amnesia sobre nuestra realidad vital, como colectivo diferente, para desarmarnos y desalmarnos de consciencia reclamante. ¡Son verdaderos enemigos de Canarias y su pueblo quienes hagan o permitan semejante etnocidio! ¿La degradación que ha podrido nuestra tierra y consciencia es sólo producto de la corrupción estructural en que se mueven los políticos que administran esta colonia…? ¿O es la aquiescencia, desidia, indolencia, pusilaminidad, acomodo e ineficacia que se muestra plausible con el dantesco despropósito…?

Mientras las diferentes ideologías en la colonia –derecha e izquierda– al servicio del colonialismo español (con la servidumbre de los esbirros de CC y otros) convergen para saquear y ajar nuestra tierra, enriqueciéndose ilícitamente con lo que es propiedad del pueblo canario, la mayoría de los que dicen estar por la decencia, el equilibrio y la consecución de un futuro más digno para nuestra malhadada patria, llevan una eternidad discutiendo si van juntos al baile cuando desde hace tiempo había que empezar a dar palos. Sí: a las dictaduras, a las dictaduras colonialistas que no aherrojan por la fuerza de las armas, hay que combatirlas con palos. Por lo visto, somos nosotros, los canarios y, sobre todo, los llamados independentistas, los únicos escrupulosos en velar por sus integridades “ideológicas” dando paso al anquilosamiento y la inoperancia de un independentismo activista, única forma de parar y conseguir la dignificación y la libertad; entre tanto, nos cagan y mean a placer en nuestra propia casa, como si el retrete del mundo fuere. No existen diferencias ideológicas entre los partidos del sistema español cuando se trata de seguir saqueando y sometiendo nuestra patria: tomen nota.

En una colonia no existe la justicia y las ideologías que se introducen en ella es una herramienta de distorsión y enfrentamiento entre los canarios que nos impide la cohesión nacional y, por tanto, la independencia. En un territorio sometido por la fuerza, ¿de qué sirve pensar y discutir fórmulas y sistemas de gobierno si a su pueblo se le niega el derecho más intrínseco y elemental como es el derecho a la soberanía nacional, insisto, arrebatada por la fuerza? Esto es como quien hace los preparativos para la boda sin tener, si quiera, novia o novio: la única herramienta sensata y eficaz en una colonia es el independentismo activo. Es la soberanía nacional de Canarias el único estatus natural de donde puede emanar la verdadera justicia social. Sin embargo, para ello, se necesitan verdaderos justicieros políticos anticolonialistas: independentistas funcionales.

La injusticia social –tangible en Canarias–, no deviene especialmente por factores de clase, sino por la imposición y sojuzgamiento colonialista que amamanta a una minoría caciquil para que le custodie el estatus colonial a cambio de prebendas: son carroñeros que se pegan a los restos de la presa colonial y no desisten de la necrofagia mientras a éste le puedan extraer el último bocado de carne putrefacta.

Un comunista no tiene sentido en una colonia si, por encima de todo, no es independentista; un socialista no tiene sentido en una colonia basándonos en lo mismo: sólo el independentismo tiene sentido en una colonia.

Es el independentismo contranatural al colonialismo y el único que lo puede combatir. Hay que resaltar que, además de los palanganeros conjuntados en torno a CC, también aquí pululan –ejerciendo su labor colonial– muchos escatófilos con apariencia de progres echando perfume sobre el basurero colonial del que se nutren. Sin embargo, es normal –y hasta lógico– que el poder colonialista español suelte en el seno de la desestructurada sociedad canaria a estos predicadores de ultramar –inclusive armándolos con buenas herramientas propagandísticas– para que sigan engañando y distorsionando la realidad al pueblo canario.

Hasta no hace mucho tiempo, me dijo –con total alegría– uno de estos asimilados “que para qué queríamos la independencia si los nacionalista –refiriéndose a CC– son unos caciques. Lógicamente, esa es la labor testaferril que ha hecho ese engendro colonial en nuestra patria, autodenominándose –oportunistamente– como nacionalista para estigmatizar al independentismo genuino.

Al margen de otros diagnósticos hechos con anterioridad –por ejemplo sobre la anomía en nuestro pueblo– que puedo justificar porque hasta el día de hoy no existe una estructura política con la que pueda identificarse o de la que pueda fiarse, pues, nuestro pueblo, sólo ha visto canallas representándolo. Tampoco ve en el independentismo canario una cohesión, un proyecto práctico, una homogeneidad ni un atisbo de rebeldía significativo que les ilusione y le convenza en la consecución de la independencia.

A veces puede dar la impresión de que tiro piedras sobre mi techo cuando expreso opiniones contundentes sobre el campo nacional, y tan sólo doy halones de orejas a ver si se inmutan y recuerdan que aún estamos bajo dominación colonial: sistema con el que no se puede permitir concesiones ni relajamientos.

 
 
 

Isidro Santana León

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