Cuba: soberanía política e independencia económica
Un 20 de marzo, pero de 1960, Ernesto Guevara pronunció la conferencia inaugural del programa de televisión “Universidad Popular”. En aquella ocasión, el Che sustituía, “por tratarse de temas económicos”, a Raúl Castro. Aquel 20 de marzo, la Revolución apenas había cumplido su primer año de vida; 56 años después de aquella conferencia, Raúl Castro ha sido el encargado de recibir al actual representante del Imperio, Barack Hussein Obama. El objetivo, al menos por la parte cubana, es lograr la paz con su poderoso enemigo del Norte; un poderoso enemigo que -por otra parte- se ha visto incapaz de doblegar el espíritu de combate del pueblo cubano.
Precisamente, en esta conferencia de marzo del 60, Guevara señalaba los peligros a los que se enfrentaba la soberanía política cubana. El Che advertía de la necesidad de que la soberanía política fuera de la mano de una independencia económica; una batalla por la independencia económica que en aquellos momentos comenzaba; una dura batalla sobre la que ahora se escribe -tras la visita de Obama- un nuevo episodio.
Hemos seleccionado varios fragmentos de la intervención del Che, creemos que son las partes más sugestivas, las que mantienen mayor vigencia y aportan elementos de crítica más interesantes para la reflexión. Una reflexión necesaria en estos momentos en los que las lógicas del poder siguen respondiendo en gran medida a dinámicas Norte-Sur, a dinámicas de dependencia, donde lo colonial persiste en las estructuras económicas y en la reproducción ideológica de un dominio que es también, necesariamente, político y cultural.
Texto completo en Obras escogidas de Ernesto “Che” Guevara (Tomo II). Madrid: Editorial Fundamentos, 1977 pp 49-69
“Tengo el honor de iniciar este ciclo de conferencias aunque en primer lugar se había puesto aquí a nuestro compañero Raúl Castro, que por tratarse de temas económicos declinó en mí. Nosotros como soldados de la Revolución vamos directamente a hacer la tarea que el deber nos impone y muchas veces tenemos que estar realizando algunas para las que no tenemos la capacitación ideal por lo menos. Quizá esta sea una de esas tareas, revertir en palabras fáciles, en conceptos que todo el mundo conozca y entienda, la enorme importancia que tiene el tema de la soberanía política y de la independencia económica y explicar, además, la unión estrechísima entre estos dos términos. Puede alguno, como sucedió en algún momento en Cuba, anteceder al otro, pero necesariamente van juntos, y al poco tiempo de andar deben juntarse, ya sea como una afirmación positiva, como el caso cubano que logró su independencia política, e inmediatamente se dedica a conseguir su independencia económica, u otras veces en el caso negativo de países que logran o entran en el camino de la independencia política y por no asegurar la independencia económica, esta poco a poco se va debilitando hasta que se pierde. Nuestra tarea revolucionaria en el día de hoy es no sólo pensar en este presente cargado de amenazas, sino también pensar en el futuro.
La palabra de orden en este momento es la de planificación. La reestructuración consciente e inteligente de todos los problemas que abordará el pueblo de Cuba en los años futuros. No podemos pensar solamente en la réplica, en el contragolpe frente a alguna agresión más o menos inmediata, sino que tenemos que ir haciendo un esfuerzo para elaborar todo un plan que nos permita predecir el futuro. Los hombres de la Revolución deben ir conscientemente a su destino, pero no es suficiente que los hombres de la revolución lo hagan, es necesario también que el pueblo entero de Cuba comprenda exactamente cuáles son todos los principios revolucionarios y que pueda saber entonces que, tras estos momentos en que en algunos está la incertidumbre del porvenir, nos espera sin lugar a dudas un futuro feliz y un futuro glorioso, porque hemos sido los que hemos puesto esta primera piedra de la libertad de América, por eso es que es muy importante un programa de este tipo, programa en que todas las personas que tengan un mensaje vengan y lo digan”.
“Ahora existen los reyes que no tienen corona, son los monopolios, los verdaderos amos de países enteros y en ocasiones de continentes, como ha sido hasta ahora el continente africano y una buena parte del continente asiático y desgraciadamente también el nuestro americano. Otras veces han intentado el dominio del mundo. Primero fue Hitler, representante de los grandes monopolios alemanes que trató de llevar la idea de superioridad de una raza, a imponerla por los campos del mundo en una guerra que costó 40 millones de vidas”.
“Todos los tratados, todos los códigos de derecho, todos los políticos del mundo sostienen que la soberanía política nacional es una idea inseparable de la noción de estado soberano, de estado moderno, y si no fuera así, no se verían algunas potencias obligadas a llamar estados libres asociados a sus colonias, es decir, a ocultar tras una frase la colonización. El régimen interno que tenga cada pueblo que le permita en mayor o menor grado o por completo o que no le permita en absoluto, ejercer su soberanía, debe ser asunto que competa a dicho pueblo; pero la soberanía nacional significa, primero el derecho que tiene un país a que nadie se inmiscuya en su vida, el derecho que tiene un pueblo a darse el gobierno y el modo de vida que mejor le convenga, eso depende de su voluntad y solamente es ese pueblo el que puede determinar si un gobierno cambia o no. Pero todos esos conceptos de soberanía política, de soberanía nacional son fácticos si al lado de ellos no está la independencia económica”.
“(…) la soberanía política y la independencia económica van unidas. Si no hay economía propia, si se está penetrado por un capital extranjero, no se puede estar libre de la tutela del país del cual se depende, ni mucho menos se puede hacer la voluntad de ese país si choca con los grandes intereses de aquel otro que la domina económicamente. Todavía esa idea no está absolutamente clara en el pueblo de Cuba y es necesario rememorarla una y otra vez. Los pilares de la soberanía política que se pusieron el 1º de enero de 1959, solamente estarán totalmente consolidados, cuando se logre una absoluta independencia económica. Y podemos decir que vamos por buen camino si cada día se toma una medida que asegure nuestra independencia económica. En el mismo momento en que medidas gubernamentales hagan que cese este camino o que se vuelva atrás, aunque solo sea un paso, se ha perdido todo y se volverá indefectiblemente a los sistemas de colonización más o menos encubiertos de acuerdo con las características de cada país y de cada momento social”.
“El poder revolucionario o la soberanía política es el instrumento para la conquista económica y para hacer realidad en toda su extensión la soberanía nacional. En términos cubanos quiere decir que este Gobierno Revolucionario es el instrumento para que en Cuba manden solamente los cubanos en toda la extensión del vocablo, desde la parte política hasta disponer de las riquezas de nuestra tierra y de nuestra industria. Todavía no podemos proclamar ante la tumba de nuestros mártires que Cuba es independiente económicamente. No lo puede ser cuando simplemente un barco detenido en Estados Unidos hace parar una fábrica en Cuba, cuando simplemente cualquier orden de alguno de los monopolios paraliza aquí un centro de trabajo. Independiente será Cuba cuando haya desarrollado todos sus medios, todas sus riquezas naturales y cuando haya asegurado mediante tratados, mediante comercio con todo el mundo, que no puede haber acción unilateral de ninguna potencia extranjera que le impida mantener su ritmo de producción y mantener todas sus fábricas y todo su campo produciendo al máximo posible dentro de la planificación que estamos llevando a cabo. Sí podemos decir exactamente que la fecha en que se alcanzó la soberanía política nacional como primer paso, fue el día en que venció el poder popular, el día de la victoria de la Revolución, es decir, el 1º de enero de 1959”.
“La batalla de Cuba es la batalla de América, no la definitiva, por lo menos no la definitiva en un sentido. Aun suponiendo que Cuba perdiera la batalla, no la perdería América; pero si Cuba gana esta batalla, América entera habrá ganado la pelea. Esa es la importancia que tiene nuestra Isla y es por ello por lo que quieren suprimir este “mal ejemplo” que damos. En aquella época, en el año 56, el objetivo estratégico, es decir, el objetivo general de nuestra guerra, era el derrocamiento de la tiranía batistiana, es decir, la reimplantación de todos los conceptos de democracia y soberanía e independencia conculcados por los monopolios extranjeros. A partir de aquella época del 10 de marzo se había convertido Cuba en un cuartel de esas mismas características de los cuarteles que estamos entregando hoy. Toda Cuba era un cuartel. El 10 de marzo no era la obra de un hombre, sino de una casta, un grupo de hombres unidos por una serie de privilegios de los cuales uno de ellos, el más ambicioso, el más audaz, el Fulgencio I de nuestro cuento, era el capitán. Esta casta responde a la clase reaccionaria de nuestro país, a los latifundistas, a los capitales parásitos, y estaba unida al colonialismo extranjero. Eran bastantes, toda una serie de ejemplares desaparecidos como por arte de magia, desde los manengues hasta los periodistas de salón presidencial, de rompehuelgas o los zares del juego y de la prostitución. El 1º de enero alcanza entonces el objetivo estratégico fundamental de la Revolución en ese momento, que es la destrucción de la tiranía que durante casi siete años ensangrienta al pueblo de Cuba. Pero sin embargo, nuestra Revolución que es una Revolución consciente, sabe que soberanía política está unida íntimamente a soberanía económica.
No quiere repetir esta Revolución los errores de la década del 30, liquidar simplemente un hombre sin darse cuenta que ese hombre es la representación de una clase y de un estado de cosas y que si no se destruye todo ese estado de cosas, los enemigos del pueblo inventan otro hombre. Por eso la revolución fuerza a destruir en sus raíces el mal que aquejaba a Cuba. Habría que imitar a Martí y repetir una y otra vez que radical no es más que eso, el que va a las raíces; no se llama radical quien no vea las cosas en su fondo, ni hombre quien no ayude a la seguridad y a la dicha de los hombres. Esta Revolución se propone arrancar de raíz las injusticias, ha redefinido Fidel, utilizando distintas palabras, pero la misma orientación que Martí. Logrando el gran objetivo estratégico de la caída de la tiranía y el establecimiento del poder revolucionario surgido del pueblo, responsable ante él, cuyo brazo armado es ahora un ejército sinónimo del pueblo, el nuevo objetivo estratégico es la conquista de la independencia económica, una vez más la conquista de la soberanía nacional total. Ayer, objetivos tácticos dentro de la lucha eran la Sierra, los llanos, Santa Clara, el Palacio, Columbia, los centros de producción que se debían conquistar mediante un ataque frontal o por cerco o por acción clandestina.
Nuestros objetivos tácticos de hoy son el triunfo de la Reforma Agraria que da la base de la industrialización del país, la diversificación del comercio exterior, la elevación del nivel de vida del pueblo para alcanzar este gran objetivo estratégico que es la liberación de la economía nacional. Y el frente económico ha tocado ser el principal escenario de la lucha, aun considerando otros de enorme importancia como son el de la educación, por ejemplo; hace poco nos referíamos a esa importancia que tenía la educación que nos permitiera dar los técnicos necesarios para esta batalla. Pero eso mismo indica que en la batalla el frente económico es el más importante, y la educación está destinada a dar los oficiales para esta batalla en las mejores condiciones posibles. Yo puedo llamarme militar, militar surgido del pueblo que tomó las armas como tantos otros, simplemente obedeciendo a un llamado, que cumplió su deber en el momento que fue preciso, y que hoy está colocado en el puesto que ustedes conocen. No pretendo ser un economista, simplemente como todos los combatientes revolucionarios estoy en esta nueva trinchera donde se me ha colocado y tengo que estar preocupado como pocos por la suerte de la economía nacional, de la cual depende el destino de la Revolución. Pero esta batalla del frente económico es diferente a aquellas otras que librábamos en la Sierra, éstas son batallas de posiciones, son batallas donde lo inesperado casi no ocurre, donde se concentran tropas y se preparan cuidadosamente los ataques. Las victorias son el producto del trabajo, del tesón y de la planificación. Es una guerra donde se exige el heroísmo colectivo, el sacrificio de todos, y no de un día o de una semana ni de un mes, es muy larga, tanto más larga cuanto más aislados estamos, y tanto más larga cuanto menos hayamos estudiado todas las características del terreno de la lucha y analizando al enemigo hasta la saciedad”.
“Es decir, para conquistar algo tenemos que quitárselo a alguien, y es bueno hablar claro y no esconderse detrás de conceptos que puedan malinterpretarse. Ese algo que tenemos que conquistar, que es la soberanía del país, hay que quitárselo a ese alguien que se llama monopolio, aunque los monopolios en general no tienen patria tienen por lo menos una definición común, todos los monopolios que han estado en Cuba, que han usufructuado de la tierra cubana, tienen lazos muy estrechos con los Estados Unidos. Es decir, que nuestra guerra económica será con la gran potencia del Norte, que nuestra guerra no es una guerra sencilla; es decir, que nuestro camino hacia la liberación estará dado por la victoria sobre los monopolios y sobre los monopolios norteamericanos concretamente. El control de la economía de un país por otro, merma indiscutiblemente la economía de este país”.
“Cuando se trata de capital privado nacional, el capital está en el país. Pero, cuando se trata de la importación, porque es necesario capitales y la fórmula de solución que se aconseja es la inversión de capital privado, tenemos esta situación. El capital privado extranjero no se mueve por generosidad, no se mueve por un acto de noble caridad, no se mueve ni se moviliza por el deseo de llegar a los pueblos. El capital extranjero se moviliza por el deseo de ayudarse a sí mismo. El capital privado extranjero es el capital que sobra en un país y se traslada a otro país, donde los salarios sean más bajos, las condiciones de vida, las materias primas sean más baratas para obtener mayores ganancias. Lo que mueve el capital de inversión privada extranjera, no es la generosidad sino la ganancia y la tesis que se había defendido siempre aquí era de garantía al capital privado de inversión para resolver los problemas de la industrialización”.
“Ustedes pueden ver cómo las situaciones históricas se repiten; yo estoy seguro de que todos nosotros chocamos bastante a la otra gente. Parece que tengo el honor junto con Raúl de ser de los más chocantes…Pero las situaciones históricas tienen su parecido”.
“Todos los que están del otro lado nos llamaran de cualquier modo, nos dirán cualquier cosa, lo único cierto es que estamos trabajando en beneficio del pueblo, que no retrocederemos y que aquéllos, los expropiados, los confiscados, los “siquitrillados” no volverán…”