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De Anaga al cielo (I)

Diario de guerra de la Plataforma Contra el Radar de Anaga1 (Fragmento de “Un radar en las cumbres de Anaga”, 2004).

No esperaban que contestáramos. Esperaban manejarnos como a otros, como acostumbraban a hacer con la gente dócil. Pero sin embargo nosotros llegamos y plantamos bandera.

Plantamos bandera y sorprendimos a mil escurridizos, sin compromiso, que no esperaban que por fin alguien se impusiera.

 

Sé que no les gustó que plantásemos bandera, no lo esperaban, no creían que se rompiera tan fácil su discurso. Sin embargo, a nosotros nos fue sencillo plantar bandera, enfrentar “su verdad” con palabras simples y llanas, como se habla en la calle, con la boca llena de nobleza y el pecho a estallar de dignidad.

No supieron prever que alguien pudiera hacerlo, acostumbrados a su rebaño callado, que pisa sobre sus pasos, de opinión secuestrada y mente amarrada a los roles que tienen aprendidos de sus mensajes.

Pretendieron que nos enfrentáramos, cuando nosotros sólo nos exponíamos abriendo el pecho. Daban por hecho que nosotros seríamos también una batalla ganada, pero sin embargo dimos la talla poniendo corazón en cada palabra, sin miedos absurdos que acallaran el alma.

Nos acostumbran a tener enemigos así. Por eso no supieron calibrarnos, de ahí que fallaran buscando el enfrentamiento con gente de la calle y pusieron en evidencia que su realidad es toda mentira; que la verdad es popular y no se puede legislar desde tan distantes cúpulas.

Descubrieron toda su farsa, al buscar un enfrentamiento donde no era posible que lo hubiera. Al tiempo que nos ayudaban a crecer, cuando se nos pusieron enfrente, mientras ellos se hundían.

Nos dieron fuerza y nos ayudaron, y todo porque se nos ocurrió plantar bandera justo en medio de nuestra propia tierra. ¿Cómo sus asesores y cabezas pensantes no supieron prever aquello?

Caminamos juntos, de frente y sin miedos, contra los mismísimos pilares de imperio. Liberábamos cada palmo con cada paso dado, alimentados de ilusión y de la incompetencia de sus instituciones, conscientes de la dulzura que es luchar cada día contra el Capital.

Defendimos con propiedad el territorio. Recuperamos una herencia que nos correspondía, con la única intención de conservarla para quién llegara detrás. Sin ambiciones de las que acostumbran a combatir, de las que se supone se llevan enraizadas dentro; sin ansias endemoniadas de riquezas.

Así fue cómo plantamos bandera.

 
 
 

Pedro M. González Cánovas

 

Un comentario en «De Anaga al cielo (I)»

  • Enfrentados al imperio USA y la UE, a todo el peso del Capital y su legión de políticos comprados… Y sin embargo fue una batalla épica que evidenció algo muy importante: son tigres de papel… Si un puñado de ciudadanos conscientes logró pese a todas las dificultades llegar donde llegamos, ¿De que no será capaz un Pueblo alzado?
    Que recuerdos…Buena introducción compa, tengo el bello de punta…

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