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Juan Sosa: “En Todos los Nombres de JB hay una mezcla constante entre la realidad y la ficción que se convertirá en parte imprescindible de la novela”

Juan Sosa Ceballos nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1972. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ejerce como profesor de Lengua y Literatura. Ha recibido reconocimientos como el Primer Premio de Jóvenes escritores del Cabildo de Lanzarote (2002), por el poemario Unidad, el Primer Premio de Relato Corto de Jóvenes escritores del Cabildo de Lanzarote (2003) por el cuento Autores de libros muertos. Ha publicado el libro de poemas Principio de incertidumbre (Ediciones Lulu, 2019) y la reciente novela Las inevitables alas de Murphy (Cam-PDS, CanariaseBook, 2021). Todos los nombres de JB (Ediciones Tamaimos, 2021), es su tercera publicación, y está integrada en la Colección Tábata. El próximo martes 21 de diciembre presenta su obra en la Biblioteca Pública de Las Palmas.

PREGUNTA: ¿Cómo nace esta novela?

RESPUESTA: Para un escritor, la idea, digamos, en bruto de una novela puede surgir en cualquier parte y de cualquier manera. Solo hay que estar atento y atrapar la ocasión (de ahí la ocasión la pintan calva, pero con un pequeño mechón de pelo para poder agarrarla) de un posible tema a desarrollar. En esta ocasión surgió por una conversación. Un amigo que, sin querer, se convirtió también en personaje de esta historia. Siempre compartimos libros y de repente puso en mis manos uno de un escritor que yo en aquel entonces desconocía y me dijo: este autor me recuerda a ti. Yo miré la foto de la contraportada y le dije que sí, que tenía cierto parecido físico, a lo que él comentó que también mi forma de escribir le recordaba a él. El autor en cuestión era Juan Bonilla y el libro Tanta gente sola. Y fue precisamente esa conversación la que dio pie a esta historia. De hecho, ese es el comienzo de la novela. A partir de ahí se fueron sumando pensamientos. reflexiones y capítulos que convirtieron este libro en una trama narrada en primera persona, llena de partes delirantes pinceladas con otras obras literarias.

P: ¿Quién es Juan Bejarano? ¿Hay algo autobiográfico en ese personaje?

R: Juan Bejarano es el protagonista de la historia. Un ser complejo, lleno de incertidumbres y temores que construirá paso a paso un personaje a ratos enfermo y angustioso y a otros delirante y disparatado. Una vida aparentemente normal que irá derivando entre los entresijos de los libros hacia ciertas referencias y misterios que lo llevarán a una locura extrema. Hay una mezcla constante entre la realidad y la ficción que se convertirá en parte imprescindible de la novela. 

Desgajar la personalidad propia con la del personaje protagonista es un tema muy tratado en la Historia de la crítica literaria y entre las diferencias entre narrador y autor. Evidentemente, al tratarse de un narrador interno en primera persona, pudiera parecer que tiene muchas referencias autobiográficas, pero no es el caso. A no ser por el nombre, Juan, por ser profesor de Lengua y Literatura, por vivir en la zona capitalina de Arenales, por pasar la juventud en el norte, en San Felipe o en vincular de forma apasionada la literatura canaria con cualquier literatura… ¡Coño! Pues son muchas coincidencias. Mejor no contesto más esta pregunta, su señoría.

“Evidentemente, al tratarse de un narrador interno en primera persona, pudiera parecer que tiene muchas referencias autobiográficas, pero no es el caso. A no ser por el nombre, Juan, por ser profesor de Lengua y Literatura, por vivir en la zona capitalina de Arenales, por pasar la juventud en el norte, en San Felipe o en vincular de forma apasionada la literatura canaria con cualquier literatura… ¡Coño! Pues son muchas coincidencias. Mejor no contesto más esta pregunta, su señoría”

P: ¿Por qué JB?

R: JB viene dado desde el principio. Como antes comenté, fue el descubrimiento de Juan Bonilla, cuyas iniciales coinciden con JB, lo que dio pie al desencadenamiento de los acontecimientos. A medida que la urdimbre de la historia se fue tejiendo, solo me hizo falta encontrar a otros personajes que llevaran las mismas iniciales para que todo fuera encajando poco a poco. De ahí el nombre del protagonista o de otros personajes fundamentales en la obra. De ahí, Todos los nombres de JB.

P: ¿Cómo se tomó el autor Juan Bonilla la cita?

R: Es una pregunta muy interesante. Yo sabía que me estaba metiendo en un sembrado al utilizar a un autor actual, vivo (o eso cree él) y con cierta relevancia en el mundo de la literatura. De hecho, el año pasado se le concedió el Premio Nacional de Narrativa, aunque yo ya casi estaba finalizando la novela cuando esto sucedió. Desde que terminé las últimas correcciones, sabía que esta novela tenía que leerla Bonilla. Intenté ponerme en contacto con él, pero no lo conseguí. Sin embargo, cuando la Fundación Tamaimos y en especial José Miguel Perera lograron conseguir su correo electrónico, a partir de ahí la rueda comenzó a girar. El autor me pidió que le enviara la novela y para mi sorpresa al día siguiente me contestó al correo diciéndome que le había parecido un libro muy interesante, que se había divertido mucho al verse convertido en un personaje y que ojalá tuviera éxito. Con eso se abrió el camino de la publicación de la obra y se esfumó el miedo a una posible demanda…

P: Conocemos otros ejemplos de metaliteratura. El cuento número trece de Diane Setterfield o La ladrona de libros de Markus Zusak, son algunos de ellos. ¿Te has fijado en algún libro que usa este recurso?

R: Como filólogo y sobre todo como lector, creo en el poder de la literatura. La literatura no solo para disfrutar del placer de la lectura, sino como una manera de entender el mundo, de viajar por la vida, de entender lo que me rodea y entenderme a mí mismo en este áspero mundo. Hablar de literatura usando la literatura es algo que me acompaña desde hace mucho tiempo y si leemos rasgando significados podemos encontrar metaliteratura desde Galdós en Misericordia o Unamuno en Niebla, o desde Jaroslav Hasek en Las aventuras del buen soldado Svej a Goran Petrovic en La mano de la buena fortuna. Supongo que es casi una actitud a la hora de narrar. Solo recojo semillas y las planto en nueva tierra.

P: Metaliteratura, ¿y novela negra o no tan negra?

R: No tan negra en este caso. Aunque la obra comparta con este género muchos de sus elementos: misterio, asesinatos, angustias, delirios, está narrada con mucho humor. De hecho, creo que es una de sus características principales y cuando el lector acompaña al protagonista a través de las páginas tiene más elementos relacionados con el disparate, el desvarío y el desatino que con las sesudas investigaciones arquetípicas de la novela negra. Me fascina la novela negra y leo gran cantidad de obras del estilo, pero debe ser que mi mente transforma las palabras hacia el humor por un lado y la poesía narrativa por otro. Quizás es una extraña manera de intentar ser optimista. Me sienta mejor en el día a día ser optimista que pesimista. Solo es cuestión de elegir.

“Cuando el lector acompaña al protagonista a través de las páginas tiene más elementos relacionados con el disparate, el desvarío y el desatino que con las sesudas investigaciones arquetípicas de la novela negra”

P: El escenario es la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, ¿un escenario perfecto para el misterio?

R: El espacio en la obra es para mí un elemento fundamental. Esto viene motivado por varias razones; en primer lugar, la tierra que piso me proporciona cierta seguridad en la elaboración de la trama y el movimiento de los personajes; por otro lado, me siento parte isleña de una isla, mis pies han pisado la arena mullida, me ha empapado la lluvia en medianías o me ha atravesado la calima rojiza; asimismo la lectura continuada de la literatura canaria me ha impregnado de un sentimiento poético por la naturaleza, por lo que me gusta considerarme un mero continuador como si toda la literatura fuera la misma y solo cambian los nombres de los autores. Y por supuesto, el misterio cabe en todos lados, se cuela por todos los resquicios, no importa el escenario, solo estar vivos o estar muertos.

P: Es tu tercer libro, ¿hablamos de tu libro más completo?

R: Diré con toda seguridad que sí hasta que termine mi cuarto libro. Mi manera de avanzar los capítulos de una novela es como la colada de un volcán (esto lo he descubierto al ver las imágenes de lo que sucede en La Palma). Avanzó pocos metros por segundo, pero construyendo un camino que me lleva hasta el mar, hasta el final. Solo cuando he logrado llegar al final de la novela, sé que lo que he terminado es la estructura de la obra. Sé que hay escritores a los que no les gusta esta parte, pero para mí es la más interesante, bonita y en el fondo placentera. Yo necesito corregir, rellenar esa estructura, cambiar palabras, adjetivos, comas, borrar, poner, adornar el edificio en construcción hasta completar de una forma eficiente mi edificación.

“Este es mi libro más completo hasta el momento”

P: ¿Qué constituyó el aporte de Daniel Díaz?

R: El profesor Daniel Díaz ha sido parte importante en la corrección de la obra. Ya colaboró conmigo en mi anterior novela, Las inevitables alas de Carla Murphy, una obra de carácter juvenil, pero que como cualquier obra necesita más ojos que los propios. Puedo haber corregido hasta la saciedad sus páginas y no haberme dado cuenta de ciertos errores que he repasado mil veces. Por eso, su ayuda ha sido inestimable. Además, Todos los nombres de JB, es una obra relacionada absolutamente con la metaliteratura y necesitaba conocer la impresión de un filólogo sobre la misma. Como le dedico en la novela, “Gracias por coser el texto para que no sangre”.

P: La obra ha estado al cuidado de dos escritores, José Miguel Perera y Máximo González, ¿crees que su visión ha enriquecido la obra?

Que Máximo y José Miguel Perera confiaran tan rápidamente en mi novela, fue para mí motivo de orgullo. Cuando nos reunimos, José Miguel me hizo varios comentarios sobre aspectos de la novela de los que yo ya tenía algunas dudas y coincidimos en que era mejor darle una vuelta a ciertos capítulos para que la trama resultara más auténtica, menos inverosímil. Una vez más me refiero a los ojos externos. Gracias a ellos los escritores, aunque parezca una labor solitaria, nos comunicamos sobre lo que más nos apasiona, la propia literatura. Sus indicaciones abrieron un nuevo camino para conseguir un resultado de mayor calidad. Evidentemente, su visión ha enriquecido notablemente la obra.

 

Entrevista cortesía de Fundación Tamaimos

 

 

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