Literatura

Cuento de primavera

La rosácea aurora me invita a asomarme a verla,  y a inspirar ese aire cantarín que traen los verderones, los  canarios, los gorriones y los herrerillos al alféizar de mi ventana; y el olor a tierra nueva, recién despertada que se mezcla con la yerba mojadita por el sereno y regañada por el sol de ayer, me cuentan cuántas primaveras resuenan cada marzo; ya la reconozco al verla llegar, no por ella, que ya es otra, sino por todas las que fue; ¡qué remanso de paz queda tras escuchar el zumbido de las abejas revoloteando  alrededor de los tajinastes! ¡qué placidez me regala acariciar en mi piel arrugas nuevas que brotan desde el alma al no haber llorado lo suficiente, y haber reído demasiado!; tanta virginidad y tanta renovación, tanto nacimiento, tanta vida plena exultante y tanta conciencia espléndida, me arrastran a la diversión de vivir, me seducen irremisiblemente y me dejo ir, me dejo llevar embriagada por el polen, por el ruido de la tarjea llevando el agua a esta tierra canaria, insultantemente fértil, mientras las mariposas se me posan en los dedos y se me vuelven a posar. 

Rosa Elena Pérez Ledesma

 

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