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Nacional- Reflexiones tras el infierno en Awara

Si algo ha puesto en evidencia el reciente incendio forestal en Awara, es la fragilidad de la situación en que se encuentran nuestros montes, debido a la desprotección propiciada desde las Administraciones Públicas y a la mimosería proteccionista de algunos sectores de nuestra sociedad urbanita. Cargar las tintas contra un “cagón bobo mierda” solo nos alejaría del verdadero problema, por lo que yo al menos, esperaré a ver que determina la Justicia y ya veremos. Ahora explicaré las dos causas verdaderas de que el infierno se desatara en Awara.

Desprotección de las Administraciones Públicas.- Hace algunas décadas nuestros montes estaban mejor cuidados y protegidos que en la actualidad. Esta es una realidad incuestionable que necesita pocas explicaciones para que se entienda: habían montones de cuadrillas realizando trabajos de mantenimientos, limpiezas de malezas y vigilancia y extinción de incendios. De forma paralela había un numeroso contingente de gentes que trabajaban en los montes y que contaban con una amplia experiencia. Todo eso ha desaparecido. Se ha sustituido el dispositivo antiincendios, en el que todo hay que decir, el voluntariado jugaba un papel importantísimo, por la contratación de algunos medios aéreos y la UME, a los que se paga solamente en la Campaña de Verano y/o cuando Intervienen, mientras el resto del año hay algunas aeronaves para conatos puntuales. En este caso de la UME, una Unidad Militar que cobra y se nutre de los Presupuestos Públicos que encima cobra por actuar como tal Unidad de Emergencias como cualquier empresa privada, algo que es moralmente cuestionable ¿En caso de guerra o catástrofe general harán lo mismo? Porque digo yo que si solo actúan si se les paga, que se constituyan en empresa privada, porque ni Bomberos, ni la BRIFOR, ni los Cuerpos de Seguridad cobran por actuar en cualquier situación de emergencia, eso les va incluido todo en el único sueldo que cobran.

Mimosería medioambiental.- No confundir con ecologismo, es algo muy distinto que se explica por sí mismo si se acompaña del siguiente ejemplo: “un ecologista jamás plantaría el abeto que usó como Árbol de Navidad en medio del ecosistema de la laurisilva, introduciendo una especie foránea invasiva que puede acabar con él solo porque ¡¡No va a matar al arbolito…!! El ejemplo es real, hay dos ejemplares plantados en el Monte de las Mercedes, antes de llegar al “Llano de las brujas” (¿cuántas semillas viables puede producir un espécimen sexualmente maduro todos los años? Que se aclimate al ambiente circundante o llegue a la madurez sexual es solo cuestión de tiempo). Forman “grupos de presión social y política” que no se representan sino a ellos mismos pero que tienen capacidad de influencia en la toma de decisiones políticas. Son los autores de sonadas meteduras de pata, como el uso de tecnología antimisiles para detectar incendios forestales y justificar recortes y reducciones de plantillas entre las cuadrillas de extinción, de trabajos y vigilantes de torres, etc. Por cierto, algunos llevan tiempo enredando con bombear agua desde el mar hasta la cumbre para apagar los incendios.

Pues, entre unas cosas y otras, nuestros campos están bajo mínimos, y ya no se cultiva más que malezas gracias a estas mimoserías y despropósitos, y si a eso se le une una política agrícola, ganadera y forestal dictada desde despachos internacionales, nuestros campos y montes no son tales, sino auténticos polvorines, simplemente esperando la chispa, sea intencionada, accidental o natural. Además, nos encontramos con una ausencia general (alguna honrosa excepción siempre habrá) de medidas de prevención reales, ni de organización ciudadana en las áreas forestales ni en sus zonas de influencia, a merced de lo que pueda suceder.

Dice un viejo refrán que es “el ojo del dueño quien engorda el caballo”, queriendo decir que si el dueño no se ocupa del animal, nadie lo hará y acabará por perderlo. Pues en el caso del campo canario, hora es de que sus magos y magas recuperen la propiedad que se les ha arrebatado en pro de una modernidad europea que les sume en el atraso y la miseria y una política conservacionista que no es tal, sino un despropósito generalizado que, salvo excepciones solo construye polvorines naturales y viveros de flora introducida.

La agricultura, el suelo, el acuífero, la ganadería, los montes, ecosistemas varios, etc., todo este conjunto de recursos naturales y actividades ligadas a ellos necesitan una reordenación general que atienda no solo a la restauración y mejora de los recursos naturales y ecosistemas sino también a las actividades tradicionales a ellos ligados, no solo para el sostenimiento de ambos sino como oferta turística alternativa al tradicional sistema de sol, playa y alcohol barato, conjugando el consumo interno de una producción agropecuaria casi artesanal y la recuperación de mercados tradicionales e históricos en producciones específicas autóctonas que pueden surgir o renacer.

La adhesión a la UE que se nos impuso supuso el desmantelamiento de todos nuestros sectores productivos, que fueron desmantelados y trasladados a españa en los 60- 70, o bien desparecieron tras adaptarnos a la PAC (Política Agraria Común) con la UE. Cambiar todo eso es sencillo, basta con que hagamos una apuesta soberanista y o nos independicemos o si todavía no es posible, renegociar una adhesión a la UE diferente, como RUP o Territorio Ultraperiférico igual que algunos territorios de soberanía francesa en América. En cualquier caso, tenemos que organizarnos y tomar las riendas de nuestros destinos. Un pueblo formado, consciente y organizado que se autodetermine para conseguir sus objetivos, puede construir utopías y alcanzar horizontes.

 
 
 

Desde la Vieja Fortaleza, Rukaden Ait Anaga

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