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Siete: una cuestión de historia, orgullo y verdadera identidad nacional

Esta será nuestra primera y última declaración pública al respecto. No daremos ni una sola oportunidad al dependentismo para echarnos a pelear con nadie. No entraremos en su juego de dividir ni distorsionar. Ya le ganamos la batalla a la bandera de los perros. Esta lucha será igual.

Al dependentismo se le ocurrió hacer oficialmente a la Graciosa la octava isla canaria, eso sí, sin Cabildo ni Ayuntamiento. Ya vemos su patita de lejos y con su estrella en la bandera, ponernos a pelear. Pues va a ser que no, que como la bandera de los perros tampoco va a tener esta mucho recorrido y no porque los gracioceros no sean tan canarios como el que más, sino porque no nos vamos a dejar arrebatar un símbolo que tiene más de medio siglo de antigüedad. Porque es esta y no otra la que ha acompañado durante décadas miles de luchas, de fiestas, de alegrías y tristezas, de victorias y derrotas, de poesías y libros, de lágrimas y sudores. Es esta que luchó contra el franquismo y contra la OTAN; esta a la que canta Taburiente y es agitada en medio mundo por canarios aquí y allá.  

Es la de las siete estrellas la que ha defendido aguas, tierra y cielo, a cada isla e islote de la depredación colonial voraz. Quieren una excusa para echarnos a pelear, una argucia más para quitarnos identidad, para reivindicar sus «pendones», ayer con perros y ahora con una estrella más. No piensan en La Graciosa, ni en nación, ni en modernidad; ya la Graciosa era octava isla sin que su Senado y su Congreso lo tuvieran que reconocer sin más.

¿Es que acaso su bandera europea con 12 estrellas ha incluido más tras incorporar a su club a 9 naciones más?

¿Qué pueblo es tan tolete como para distorsionar un símbolo de su identidad, por otro nuevo sin más argumento que un acto administrativo emanado de una ocurrencia avalada por quien una y otra vez la ridiculiza sin más?

Alguien tendrá que situarse y pensar si está dispuesto a renunciar a un símbolo totalmente asumido ya, por otro que es una mera ocurrencia con retranca colonial.

Nosotr@s lo tenemos muy claro: esta es la bandera de Canarias, la que pretendemos sea de todos y todas sin que necesariamente tengan que ser independentistas, pero ante cualquier intento de argumentar su cambio en un escenario sin libertad y soberanía para nada más, nuestra respuesta será, no.

 

Hij@s de Canarias

@CanariasHijos 




2 comentarios en «Siete: una cuestión de historia, orgullo y verdadera identidad nacional»

  • Este artículo sobre nuestro símbolo de la bandera ayuda un poco a esclarecer si la Graciosa merece una estrella en la bandera o no, pues yo mismo me he planteado la cuestión de «…y ahora?». La verdad es que no me preocupa mucho, ocurre como en Venezuela que se añadió una estrella más y no ha pasado nada. Pero si es importante cerrar criterio sobre el símbolo y si se decide que las estrellas son 7 pues hay que cerrar filas en eso y como diría mi vecino Fernando el gomero…»¡y punto!.
    Lo que si me preocupa es el poco debate, formación o información que tenemos sobre que futuro económico planteamos para nuestra tierra… ¿dentro de la Unión?, ¿dentro de la Unidad Africana? ¿euros o dragos?, ¿nacionalizamos el turismo o no?, ¿nos incorporamos a La Nueva Ruta de la Seda? o quizás ya estemos dentro?, en fin, viva Canarias Independiente pero vamos a ver con que mimbres vamos a tejer la cesta (como diría el sonrisas de Casado)

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    • No puedo dejar de valorar los interesantes debates que nos plantea en sus artículos, y en muchas otras intervenciones suyas que yo he podido disfrutar desde hace más de 15 años. Hay niveles de militancia y de constancia, de disciplina, que tenemos que aprender de usted, apreciado Fructuoso. Sin duda, el origen muchas veces nos marca el destino, y ya tuvimos a otro Fructuoso, su padre, con ese mismo compromiso, disciplina y entrega. Coincido en que este artículo ayuda, y mucho, a esclarecer este asunto de la bandera. Creo, también, que el debate sobre las 8 estrellas, ahora al menos, es un falso debate al servicio de los que han tratado desde hace más de 50 años de matar nuestra bandera nacional, la que tiene 7 estrellas, y que ahora han encontrado un mecanismo diferente: matar la bandera usando la bandera, confrontando la bandera con la propia bandera, propiciando una especie de harakiri. Sobre lo último que apunta usted, también estoy de acuerdo, tenemos que tener gente trabajando en esas cuestiones, tenemos que estudiar, y mostrar las cosas como son a este pueblo, tan necesitado, tan hambriento de herramientas que le ayuden a pensarse de otra manera. Aunque, por otra parte, sin negar lo anterior, creo que tenemos un problema que nos reclama urgentemente, un problema orgánico, un problema de organización, un problema que implica orquestar para nuestro movimiento de liberación esa militancia, constancia y disciplina que gente como usted nos ha inculcado a lo largo de todos estos años. Eso es muy urgente. Ese esfuerzo reclama un “nuevo espíritu” de movimiento, mucha generosidad y alguna renuncia. Pero sin ese paso, sin ese viaje, nos quedamos embarrancados, perdemos; una vez más, nos limitaremos a dar vueltas sobre el eje de nuestros egos, nuestra razones supremas y esa creencia en un Armagedón venidero o inevitable batalla final contra el colonialismo opresor. Si no construimos organización, solo seremos un pequeño latido luminoso casi imperceptible. La nada.

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