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Sin fruta en la mesa. Canarias, 2025

El plátano, oro amarillo para unos pocos. Para muchas familias, imposible

El kilo de plátano canario se ha disparado en los últimos meses: 2,80 €, 3,10 €, incluso 3,50 € el kilo. ¿Y en los mercados rurales? Igual o peor.

Fruta nacida aquí, cultivada aquí, vendida a precio de importación. Una vergüenza. Una tragedia silenciosa. Fruta para turistas, no para niños

Mientras una madre en Ofra ahorra céntimo a céntimo para comprar una piña, en el bufé del hotel de Costa Adeje la fruta se tira a cubos. Melón, papaya, mango, piña, sandía, fresas… Enteras. Cortadas. Decorativas. Al final del desayuno, se recogen kilos y kilos de fruta sin tocar.

Un trabajador del hotel (anónimo, por miedo a represalias): “Cada día tiramos mínimo 15 kilos de fruta. A veces más. Se prepara como si fueran a venir 800 personas, aunque sepamos que solo hay 500.”

La fruta se tira

Mientras tanto, en barrios de Arrecife, de Taco, de El Tablero, los niños no conocen el sabor de una papaya.

Canarias: tierra fértil, niños con hambre.

Según el INE (2024): El precio de la fruta subió un 21% en Canarias en solo un año. El doble de la media estatal. Y según la Encuesta Nacional de Salud (2023): 43% de los menores canarios tienen exceso de peso. De ellos, el 23% sufre obesidad.

¿Por qué? Porque desayunan pan con margarina y meriendan bollos. Porque la fruta fresca es un lujo. Porque en el supermercado, una bandeja de donuts cuesta menos que una bandeja de uvas.

Plátano subvencionado, infancia desnutrida

La industria platanera recibe millones en subvenciones europeas. Pero la fruta no llega a los comedores escolares. Ni a las familias con ingresos mínimos. ¿Dónde están las políticas públicas? ¿Por qué se protege al exportador, pero no al niño?

El contraste: el turista y el niño

En el desayuno del hotel: 5 tipos de fruta fresca. Zumos naturales sin límite. Brochetas, ensaladas, cócteles de fruta. Y la mitad se va a la basura.

En casa: Una manzana a la semana. Medio plátano compartido. O ninguna fruta. Porque no se puede. Porque no alcanza. ¿Esto es desarrollo? ¿Esto es sostenibilidad? No.

Esto es desigualdad obscena. Esto es colonialismo moderno. Exportamos fruta. Importamos pobreza. Nuestros campos dan riqueza a unos pocos, pero hambre a la mayoría. ¡Queremos fruta! Queremos fruta en las mesas, no en los contenedores. Queremos justicia alimentaria. Queremos políticas valientes, no cifras maquilladas.

Porque no se puede hablar de salud pública, ni de infancia, ni de sostenibilidad, si los niños no tienen ni un plátano que llevarse a la boca. Ni un kilo más de fruta a la basura. Ni un niño más sin merienda. Ni una subvención más al despilfarro.

Fruta para el pueblo.

Fruta para vivir.

Antonella Aliotti

Feminista Radical y Antirracista

Defensora de la Casa Común

Activista de DDHH y Sociales

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