Una ola de frío azota Europa ante la indiferencia del fascismo
Mientras escribo este texto en Belgrado los refugiados y refugiadas están a 8 grados bajo cero, con ropa inadecuada para enfrentar la crudeza del frío, las casetas, muchas de ellas simples tiendas de campaña de tela, está cubiertas por una espesa capa de nieve, parecen iglués pero no lo son, no están preparadas para aislar el frío ni mantener el calor dentro.
Ante esto puede que alguien en algún despcho con calefacción este buscando una solución que llegará tarde (ya hay muertos) para así poder decirse así mismo que lo intentó, y que la lenta burocracia impidió salvar el desastre. Pero este no es el primer invierno y, quizás la mala idea ya me hizo pensar ante que la Unión Europea espera que las temperaturas rebajen el número de socilicitantes de asilo, que los mate de frío. La omisión es también violencia, es también un crimen.
En Atenas y en distintos lugares del estado español voluntarios y voluntarias independientes se están organizando para ir a Belgrado a reconstruir un campo que alberga a unas 2000 personas y llevarles abrigo. Es un álito de esperanza. Estamos pendientes de cualquier ayuda que podamos prestar, sí, asistencial también, porque la realidad es que el tercer sector, el grande, el suvbencionado no está a la altura de la gente que se ve a meter en Belgrado a 20 grados bajo cero a llevarles calor.
Frente a las costas de Lesbos debe haber arribado ya el buque militar que dispuso el gobierno griego ayer para que los refugiados y refugiadas pasaran la ola de frío polar. Con capacidad para 500 personas, aún quedan muchas a las que abrigar no se sabe por cuánto tiempo.
El pasado mes de diciembre participé en el «Seminario Internacional Derechos de los Refugiados” que organizaba el Ayuntamiento de Madrid y la Red de Inmigración y Ayuda al Refugiado, en el Comité Técnico de Administraciones Locales.
Estaba invitada a intervenir en la mesa para explicar el modelo de organización popular de Bienvenidos Refugiados España. Era la menos técnica de las personas que se encontraban allí y pese a estar en el mismo espacio, se desprendía una distancia enorme entre la realidad que les contaba y cómo gestionábamos en red con otras organizaciones soluciones y lo que desde la administraciones se hacía o, peor aún, se esperaba hacer, porque muchas esperan que lleguen aviones fletados y no ven que ya hay personas procedentes de Siria, Irak o Afganistán en sus ciudades precisando que se desarrollen políticas que solucionen sus problemas.
Me sorprendió, porque aunque no era la primera vez que lo escuchaba esta vez lo oía con preocupación por parte de un representante de la Generalitat de Catalunya, que cuando las administraciones se ponen en contacto con las autoridades griegas para pedir que determinados casos, sobre todo, aquellos que presentan una situación de especial vulnerabilidad, necesitan una intervención médica urgente, por ejemplo, se encontraban con la negativa del gobierno griego y nadie sabemos a qué se debe.
Anoche, en una ataque de ingenuidad, mandé un tweet a Tsipras como si de un globo sonda se tratara en mitad de un universo lleno de información, con pocas respuestas y escaso sentido común.
Pregunté por qué cuando solicitamos traerlos nos encontramos con la negativa del gobierno griego. ¿Es mejor meterlos en un buque? Sabemos que la UE está siendo tremendamente insolidaria con Grecia, más de 62.000 solicitantes de asilo hay en el país. Los esfuerzos que tienen que hacer como estado fronterizo son mucho mayores, no es fácil llegar a todo pero hay un enorme tejido de personas formadas, voluntarias y pequeñas organizaciones que estamos a la espera de que nos digan cómo desbloquear esta situación para hacer cadena, porque una cosa es la Unión Europea y otra son sus pueblos, estos sí responden.
Marina Delgado Delgado