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«Yo soy bipolar, mamá y trabajadora»

Antes de ponerle nombre a mi enfermedad y un tratamiento, mi vida era como una montaña rusa, pero con más bajadas que subidas”

Santa Cruz huele a primavera, una ligera briza me acaricia la cara mientras el sol juega al escondite entre las nubes. Salgo del intercambiador y dirijo mis pasos a la zona del Auditorio.  Hoy casi no hay tráfico, parece que los coches se han intercambiado por ciclistas y viandantes, los cuales se han vestido con sus mejores galas para disfrutar de este espectacular tiempo.

Alzo mi mirada hacia el Castillo Negro, y cerca del mismo se encuentra mi próxima entrevistada, me ha pedido que obvie su nombre y sus características físicas para no ser fácilmente reconocida por su entorno.

Comenzamos con una charla insustancial, no tengo prisa y sé que cada persona necesita su tiempo para comenzar a relatar su historia. Le da la merienda a su hija, y esta, una vez que termina, va rauda y veloz a seguir con su juego acompañada por uno de sus primos.

Mi historia no es sencilla”

Mi historia no es sencilla, quizás la culpa sea mía o de esa losa que arrastro conmigo y que se ha convertido en mi peor enemiga, llevo desde los 18 años diagnosticada como bipolar. ¿Sabes qué significa eso?” Niego con la cabeza, pues mi desconocimiento es mayúsculo y no tengo ni idea de en qué consiste esa enfermedad. “Te lo explico brevemente”, me dice mi entrevistada. “Básicamente pasó de estar en una nube a bajar hasta el mismo infierno o por lo menos es lo que me pasaba cuando no seguía ningún tratamiento”.

De pequeña era lo que se llamaba una niña con TDAH, por lo menos eso fue lo que le dijo el psicólogo a mi madre”, dice con una sonrisa sarcástica; “esto me afectaba tanto a nivel de estudios como mi relación con el resto de mis compañeras de clases, yo era la rara, pues igual estaba alegre y jugaba con ellas y de repente pasaba completamente de todo y me ponía muy triste o inclusive agresiva si en ese momento se me metía la idea de que se estaban riendo de mí.

Pasaron los años y mi comportamiento era cada día más errático, deje de ir a clases hacía pellas cada vez que podía, y me fugaba con un grupo de compañeras y unos chicos a fumar porros y beber. Con esto vinieron las grandes broncas en mi casa, que se complicaron con una depresión por parte de mi padre, con dos intentos de suicidios, de los cuales me culpabilizaba mi familia.

Me fugué de casa con 17 años y durante casi 6 meses viví en una casa okupa, con un grupo bastante variopinto. Creo que estábamos lo peor de cada casa, todos consumimos todos tipos de drogas, desde coca, hachís, alcohol o incluso crack, y manteníamos relaciones entre todos, sin condones ni nada por el estilo, era una vorágine de sexo y drogas que nos consumían rápidamente, en los meses que pase en esa casa baje casi 15 kilos, me volví politoxicómana y enferme de sífilis.

Si seguía de esa manera, me iba a morir”

Unas de esas mañanas, me desperté envuelta en vómitos, con tres chicos y una chica más desnudos a mi alrededor y una llaga purulenta cerca de mi entrepierna que dolía una bestialidad, fue como recibir una premonición: “si seguía de esa manera, me iba a morir”.

Me bañé con unas garrafas de agua, me vestí, y conseguí que una pareja me acercara a Santa Cruz, una vez llegue fui a paso a rápido hasta mi casa, y me arrodille ante mi madre, suplicándole que me dejara volver a casa, a la pobre casi le da un infarto cuando vio como era mi estado, me llevó corriendo al médico; un médico al que le debo la vida, pues estuvo hablando conmigo y con mi madre más de una hora y fue capaz de percibir que quizás fuera “bipolar”.

Me mando unas analíticas para ETS y una cita urgente con un psicólogo del servicio Canario de Salud, como la cita que me dieron era para más de dos meses, mi familia decidió pagarme un psicólogo privado, el cual tras varias sesiones y pruebas pudo verificar y corroborar el diagnóstico de mi médico de cabecera, por lo que me derivaron al psiquiatra para tener un tratamiento farmacológico y encarrilar mi vida.

No voy a decir que a partir de aquí la cosa fuera un camino de rosas, pero sí que conseguí una estabilidad como hacía años que no tenía, y eso fue posible gracias a los medicamentos que me mandó el psiquiatra, la terapia de mi psicólogo y la ayuda de mi familia.

Pasaron varios años, tenía un puesto de trabajo en una tienda de una conocida marca y conocí al que sería mi marido, fui sincera con él, y le conté todo lo relacionado con mi enfermedad y mis vivencias, al principio fue chocante, se quedó pálido y completamente callado mirando al infinito. Con lágrimas en los ojos me levante, me quería morir y salir corriendo, pero antes de hacerlo, él se levantó, me besó y nos volvimos a sentar.  Me hizo mil y una preguntas, se las respondí, me miró a los ojos y me dijo que era la mujer de su vida, y que estaría a mi lado durante toda nuestra vida.

Noté que algo iba mal”

Nos casamos y me quedé embarazada, tuve a una niña preciosa, pero noté que algo iba mal, los malos pensamientos volvían a rondar mi cabeza y para empeorar mi entorno no me dejaba ni un momento de tranquilidad y de intimidad con mi niña.

Me seguían a todos lados, y se empeñaban en estar en todo el momento, creían que le iba hacer daño a mi tesoro, por culpa de esta situación me dio una crisis y me tuvieron que ingresar de urgencia, pues me encerré en el baño y me tomé casi una caja de antidepresivos.

Cuando salí del hospital reuní a toda mi familia y la de mi pareja, ambos dejamos claro a nuestras familias que no volveríamos a permitir esa intromisión en nuestra vida privada. Mi madre fue la más reacia, pero con el tiempo ha visto que he mejorado, que he seguido con el tratamiento, y que soy capaz de tener una vida familiar, laboral y social estable.

He perdido miles de amistades, he perdido trabajos inclusive también a parte de mi familia por culpa de esta enfermedad, durante un largo tiempo me he culpabilizado, pero me he dado cuenta que esto podría haberse evitado si durante mi niñez y mi adolescencia se hubiera detectado, esto a su vez hubiera sido posible si el número de especialistas de la salud mental fuera mucho mayor, pero parece ser que para todos los partidos políticos, incluidos los que gobiernan ahora, la salud mental no es una prioridad.

Jesús Cristóbal Socas Trujillo

 

Si quieres contarle tu historia a Jesús, no dudes en escribirle a jesusocastrujillo@gmail.com



 


3 comentarios en ««Yo soy bipolar, mamá y trabajadora»»

  • Gracias por hacer visible a las personas que sufrimos Bipolaridad.
    Me gustaría contactar en privado contigo , no sé si seria posible .

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    • Gracias a este artículo me di cuenta de que no estoy sola, y que siempre hay alguna persona que me escucha y apoya. Ojalá fuera más visible para las personas que lo sufrimos.

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  • Buenas noches, Estefanía.
    Soy Jesús Socas , claro que puedes ponerte en contacto conmigo en la última parte del artículo tienes mi correo

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