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El domingo interminable

El domingo, por encima de cuestiones religiosas, es el día de descanso preferente en esta sociedad. Un día en que siguen en marcha sectores productivos, sobre todo de servicios, es un espacio para el descanso de la mayoría. Todo se ralentiza. Se apagan la mitad de los motores y el descanso recuperador se pone en marcha.

Yo estoy despertando ahora de un domingo demasiado largo. Las dolencias y altas temperaturas que me causaron esta última enfermedad me han tenido fuera de juego. Por eso llevaba casi dos semanas sin ver apenas la prensa, sin seguir la actualidad. Pero mi mayor sorpresa ha sido incorporarme al ritmo informativo normal y apreciar que la única novedad es el avance del calendario de carnaval.

Mientras, en España siguen sin formar gobierno, con lo malo que eso puede llegar a ser. Parece que nadie piensa en los familiares de las personas electas que, imagino, no cobrarán sueldo alguno hasta que empiecen a ejercer…

Entre la nebulosa de mi estado febril creo recordar la figura del nuevo rey español como protagonista. Parece que con él es con quien único hablan los partidos. Todos dicen que él les habla, aunque no hay declaración pública al respecto pero tampoco desmentido de la casa real española. No sé si soñé que una media canaria (que las tenemos de mayor envergadura), la famosa Ana Oramas, se ha tomado con él un café. Se rumorea en La Laguna que el monarca le encargó formar gobierno, conocedor de sus dotes y flexibilidad ideológica, pero ni aun así.

Como cada domingo, el buen desarrollo de la liga de futbol y otras actividades propicias para el descargue social siguen adelante. El gasto social, ahora, se centra en los servicios extraordinarios que producen los estados aparejados a la fiesta del carnaval y la prensa ocupa sus lugares preferentes con el derroche del sonido y el color del dinero necesario para el desarrollo de una fiesta que es orgullo de cualquier indigente canario o aspirante.

En España ya no preocupan tanto los “antisistema” de las CUP. Ahora todo está centrado en la güija entre Podemos y Chávez; las reuniones entre Democracia Nacional y Ciudadanos; las misas del PP en el Valle de Los Caídos; las declaraciones de los antiguos asesores de la UCD, ahora del PSOE; y los movimientos silenciosos de Ana Oramas para curar las ganas de algunos de cambiar la Constitución.

Nos queda, por lo menos, hasta el domingo de piñata. Aunque ¿quién quiere que llegue el lunes?

 

 

 

 

 

 

Pedro M. González Cánovas

Un comentario en «El domingo interminable»

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