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Para el bipartidismo la política funciona para dos cosas y nada más

España y Canarias, después de la “famosa” transición han sufrido una evolución periódica hacia el escepticismo político, que durante los primeros años fue lenta, pero hace 2 o 3 avanzaba a un ritmo escandaloso, esta involución no se dio de forma gratuita o espontanea en la psique del canario y del español, parte en principio de los problemas políticos evidentes que salieron a flote por la caída del franquismo y la llegada de la “democracia” a España, pero sin duda su causa fundamental ha sido la dinámica bipartidista y la expansión del modelo de economía liberal de mercado por Europa. (Modelo que ambos partidos del bipartidismo respetan y nunca cuestionan)

El escepticismo político al que me refiero no requiere de prueba, solamente hay que mirar la participación en todas las elecciones de la “democracia” para ver que algo está fallando, pero no es solo eso, el rechazo de la ciudadanía a la figura de “el político” es algo que ya está inserto en nuestra cultura, con representaciones antagónicas que van desde el arte hasta el humor, las cuales demuestran ese descontento ante lo que la política parece representar para el conglomerado de los canarios y españoles.

Pero ciertamente, no es una mera cuestión de estética, no es solo lo que parecen los políticos, las personas rechazan también sus actuaciones, su trasfondo material, la corrupción está a la orden del día en todas las barras de España como el tema de conversación predilecto. Esta dinámica propuesta por la política actual, la de los que permanecieron gracias a la hegemonía de su sistema, ha logrado sembrarle al ciudadano severas dudas sobre si la política realmente tiene un fin o una meta, si tiene algo sustancial debajo de ella que la haga valer la pena, una cuestión que a mí de forma humorística me gusta llamar “nihilismo político”.

Otra de las cuestiones que promueven este escepticismo, como bien he nombrado, son las políticas mercantilistas, aquellas que parecemos no comprender y se nos presentan como mismísimos dogmas de una religión, si el FMI o el BCE lo dicen, la única respuesta es la de aceptarlo sin cuestionarlo (no querrás que te digan tonto por la calle, o peor, comunista). El mercado naturalmente tiene que alejar al hombre de la política; desde la invención del modelo liberal y su implantación en países como Francia o Inglaterra lo que se intentó  legitimar es el hombre como isla, no el hombre como continente; proponen una dinámica donde la competencia indiscriminada prima sobre todos los demás valores.

Es más, el mercado desconfía de la política, no hay que acudir a las grandes obras de los escritores liberales como Ayn Rand para percibir como el mercado fantasea con la extinción de la política, como se le hace incomoda en muchas ocasiones, como dicen que ella causa más problemas de los que soluciona, como piensan que ella no les permite ser más eficientes, que ella solo sabe robar lo que ellos bien han producido; lamentablemente este discurso con apariencia de razón se ha implantado (a mayor o menor grado) dentro de la forma de pensar de nuestra ciudadanía

Es por eso que la política tanto para el mercado como para el bipartidismo en España es muy peligrosa y sirve solo para dos cosas, legitimarlos en el poder o derrocar su modelo, es una bifurcación de vías total, no pueden permitirse perder la política, pero tampoco pueden prescindir de ella. Lo cierto es que a los únicos que no les debería gustar la política es a ellos, mientras exista la participación, la militancia y la posibilidad de representarnos en el poder; seguirán resoplando por nuestras comunidades aquellos vientos que desde épocas mejores nos invitan a participar y cambiar.

Tenemos que ser intransigentes en este tema, la política para ellos es una mal necesario, para nosotros es un bien secuestrado, en la participación está la clave, en la militancia, ni la indiferencia ni el escepticismo deben de llenar nuestra voluntad, debemos llenar nuestra voluntad con la idea de que la política sirve para algo y que ese algo es de este mundo, no es algo divino ni de elites; tenemos que ver en la política los cambios que queremos ver en nuestra sociedad e ir a por ellos.

¡Pongamos barra libre en el congreso de los ciudadanos!

 

 

Jorge Julián López

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