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Armando Ravelo. El tejedor de historias. El alquimista del tiempo

Ayer tarde fui a ver la película “Érase una vez en Canarias”, la última obra del cineasta canario Armando Ravelo, por segunda vez, al precio que está el cine…

En la primera visualización me conmovió desde el minuto 3, a los 10 minutos de seguir con los ojos como platos la historia de Nola, mujer joven y valiente procedente de Senegal, ya se había clavado en mi corazón una flecha y en varias ocasiones las lágrimas brotaron directamente de este gracias a la sensibilidad de un guion lleno de alma y conciencia, a unos personajes hermosamente perfilados y a un equipo de interpretación entregado a dar vida a los humanos de este cuento canario contemporáneo que se hace universal tanto en lugar como en tiempo. Al terminar la proyección compré algo de comer y me senté frente al mar, el mismo mar de la película, la estrecha franja de océano entre Fuerteventura y el continente de origen de nuestra protagonista.  Y seguí horas con el corazón encogido, no podía olvidar tantas emociones tantos relatos, tanta historia escondida que se desvela bajo la varita de Ravelo.

Me maravilla como se tejen las historias, con qué mimo, con qué gracia. Del presente al pasado, del pasado al presente, de Senegal a Canarias, del corazón de los humildes al corazón de los privilegiados, de la adultez a la niñez, ida y vuelta, eternamente, como en la vida misma, dando como resultado la convivencia imposible entre universos espacio temporales que la memoria, los recuerdos, los objetos amados, el trauma, la alegría y el dolor consiguen unir en nuestra vivencia cotidiana, en todo lo que somos, adultos y niños, europeos y africanos, amazigh y mestizos, solidarios y crueles, tiernos y distantes, frágiles y duros, vulnerables y resistentes. Porque muchas veces la realidad supera las leyes de la física y coexisten supuestos opuestos, en nosotros como individuos y, por supuesto en los pueblos.

Como habla Armando de las emociones universales; la soledad, la incertidumbre, la esperanza, la desesperación… dibujándolas con pinceladas breves y certeras que expresan el núcleo profundo donde late cada una de ellas. Inevitablemente, conectamos con nuestra propia vivencia, ya somos parte de la historia, ya estamos dentro.

El primer plano que ocupa en este comprometido guion la fraternidad, la amistad, la familia. Así como la importancia de mantener la ilusión y de seguir los sueños propios. En definitiva, la resiliencia humana en una sociedad voraz. La luz del amor.

Trata tantos temas y dibujan tan bien la sociedad canaria, hace un retrato antes no escrito, una mirada innovadora hacia nosotras mismas. Ravelo, con cada obra, está creando cultura autoreferencial, tan necesaria para un pueblo colonizado en cuerpo y mente que se avergonzaba de sí mismo hasta antes de ayer. Está insuflándonos autoestima y ayudándonos a conocernos. No tendremos vidas para agradecerle su amor a esta tierra y su visión de lo colectivo como propio.

Con un ritmo trepidante y una delicadeza exquisita, acaba y quieres saber más. Te enamoras de los personajes, los llevan para siempre en tu corazón, los recuerdas, te identificas con ellos. Vives lo que les pasa y revives lo que te ha pasado a ti.

La banda sonora no para de ponerte los pelos de punta en cada momento, te envuelve, te sorprende, otra muestra más de la calidad artística que hay en Canarias. La fotografía es excelente, cruda y deliciosa, los planos te sumergen en lo que está pasando, todo tu cuerpo está allí. Una historia llena de humanidad, verdad y búsqueda. Una historia canaria universal. Una obra maestra.

 Fayna Brenes Quevedo

 

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