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Cómo y por qué algunos medios de comunicación fomentan el racismo, ¿se puede fomentar la conducta racista sin necesidad de manifestarla o promoverla?

El pasado fin de semana se sucedieron diferentes manifestaciones en contra de la oleada de racismo y acertaron al señalar en su manifiesto a los medios de comunicación entre los principales culpables. Sin embargo, son pocos o ninguno los periodistas que se sintieron aludidos, al más puro estilo “yo no soy racista, pero”, tenemos el “yo soy periodista y cuento lo que veo”.

Las personas damos sentido a nuestro mundo mediante constructos que contienen nuestras experiencias, creencias y actitudes. En términos prácticos, un constructo es aquella estructura mental que hace reaccionar de forma opuesta a diferentes personas ante los mismos eventos. Se trata de conceptos y estructuras mentales que utilizamos para categorizar y actuar. Por ejemplo, cuando vemos una noticia de la llegada de una patera, por más neutral que trate de ser la noticia, habrá personas que reaccionen de una manera y otros de la contraria.


El sistema de constructos es como ese juguete didáctico infantil en el que tenemos el molde de figuras geométricas sobre una tabla y consiste en insertar las correspondientes fichas por el molde que corresponde a su forma (clasificador de formas geométricas). Los constructos serían el soporte por el que insertamos las figuras, y las fichas geométricas que se encajan serían las creencias. A medida que crecemos podemos complicar el ejercicio, ampliar la permeabilidad y apertura de nuestros constructos para poder evolucionar en las creencias. El problema surge cuando muchas personas no cambian sus moldes porque en su entorno aún se consideran válidos, encontrándonos a grandes grupos de personas adultas con el molde de un niño de 10 años. Y esto es algo que se repite mucho en la sociedad, tenemos adultos con trabajos estables, reconocimiento profesional, familia e hijos, pero luego te meten un comentario racista en la noticia de turno y “te quedas loco”. En este sentido, el análisis que se deriva de la situación requiere de otra disertación, pero podríamos adelantar que nuestra sociedad falla a la hora de interpretar que los valores y la ética maduran en paralelo al tiempo y forma en que lo hace nuestra edad mental e inteligencia.


Bajo un titular como “llega la quinta patera en un día” o “a Canarias han llegado más inmigrantes ilegales que en los últimos años” nuestra mente nos trasladará inmediatamente al constructo en el que entendemos esa realidad y lo contextualizamos atendiendo a nuestras premisas. De esta manera, algunas personas evocarán una realidad que explique el por qué esas personas arriesgan su vida para llegar a Europa, mientras que a otros enseguida les llega la palabra “invasión” a la cabeza.

El lado negativo de los constructos es que resultan difíciles de derribar mediante el argumento, la objetividad o la racionalidad, se tendría que trabajar el cambio mediante la experiencia o utilizando personas de gran relevancia para el sujeto como modelo de cambio. Sin embargo, aunque es muy difícil cambiar un constructo desde el argumento, resulta muy fácil alimentarlo desde esta misma vía, siempre y cuando el sentido y la afinidad del argumento sea congruente con el constructo existente.

Esto quiere decir que es muy fácil alimentar el racismo desde un titular, pero luego es muy difícil contraatacar desde la misma vía. Un artículo que fomente la mala idea ciertos sectores, siempre tendrá más peso que 100 artículos que traten de contrarrestar el racismo dentro de ese mismo colectivo, por lo que en estos términos se puede afirmar que no existe marcha atrás.


Lo vemos constantemente en los comentarios de diferentes portales digitales, da igual lo que uno diga y cómo lo diga y lo bien que lo justifique, que para ellos un argumento justificado y objetivo nunca tendrá la categoría de argumento veraz o de evidencia.

Entonces, si entendemos que las personas actuamos de forma diferente en base a nuestros constructos, para llevar a cabo un enunciado racista a nivel político o periodístico no hace falta implantar enunciados que lo sean, ni explícita ni implícitamente. Basta con exponer la información de manera continua, sabiendo que aquellos grupos con constructos de discriminación racial utilizarán la coyuntura para normalizar su discurso. Lo peor es cuando existen personas e instituciones referentes que se animan a normalizar este discurso, facilitando así que personas que tenían una visión más neutra se acaben inclinando hacia una actitud de discriminación.

Todo esto nos lleva al debate de la superioridad moral. Algunas personas se defienden contraatacando al exponer una supuesta superioridad moral por parte de los que señalan las conductas de discriminación. No existe superioridad moral, lo que existe es un entrenamiento de la moral, nutrirla, apreciarla y no pensar que nuestra moral puede madurar de la misma forma en que lo hace un limón en el árbol, de forma aparentemente pasiva. Quienes promueven actuaciones racistas nunca alimentaron o fomentaron una evolución de su moral desde un nivel activo. Sería como pensar que una persona no entrenada dentro del ajedrez pueda diseñar una lectura del tablero mejor que la de alguien entrenado durante años. Por lo tanto, si expones tus constructos a una continua revisión y juicio sería razonable llegar a la conclusión de que las personas que hacemos este esfuerzo tenemos una visión más amplia y menos sesgada del asunto, sin ser necesariamente superior a nadie.

Inspirado en la Teoría de los Constructos Personales, por Kelly (1955)

J. Pablo Monzón




Un comentario en «Cómo y por qué algunos medios de comunicación fomentan el racismo, ¿se puede fomentar la conducta racista sin necesidad de manifestarla o promoverla?»

  • Está muy bien cuestionar con cierta frecuencia los esquemas mentales, pero eso no va a solucionar los problemas sociales. El racismo es una respuesta del miedo grupal, forma parte del instinto de conservación de las comunidades humanas desde la prehistoria. Es parte de la intervención biológica del comportamiento; por ello limitarse a demonizar sus efectos es absurdo. Las migraciones masivas no siempre han traído beneficios a las poblaciones que han pasado por ese fenómeno;la violencia y la marginación son, por supuesto, indeseables, pero el miedo que suscita es perfectamente comprensible. El problema no va a dejar de estar ahí porque los periodistas informen menos. Personalmente el instinto de supervivencia me merece mucho respeto, curiosamente es el mismo tanto en el caso de los inmigrantes que arriesgan sus vidas en alta mar como en el caso de las poblaciones alarmadas por su llegada, aunque la gravedad de las circunstancias sea distinta. Hay que evitar que dicho instinto genere situaciones extremas e injustas, pero siempre va a estar ahí, y así debe ser.

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