El turismo, punta de lanza (I)
De los 682.189 afiliados con que contaba la Seguridad Social en Canarias según la EPA de junio del pasado 2020, el comercio, que representa el 25,7 % de las empresas que hay en las Islas, ocupa a 153.640 trabajadores, el 22,52 % del total, de los que 36.020 son autónomos. La hostelería ocupa a 147.870 trabajadores, el 21,67% del total, de los que 19.140 son autónomos y 128.730 por cuenta ajena. Otros 130.010 trabajadores son funcionarios de las distintas administraciones, el 19.05% del total de trabajadores. Si le sumamos el resto de ocupados en el sector servicios –transportes, enseñanza, sanidad, financiero…- encontramos que este sector agrupa al 86,02% de las empresas existentes en Canarias y al 87,27 % de los trabajadores.
Como ya cité en “Inmigrantes en Canarias, entre el colonialismo, la miseria y la xenofobia (II)”, de la previsión de Hispalink para este 2021 en Canarias, el sector terciario generará un 86,2% del Valor Añadido Bruto VAB, mayormente impulsado por la explotación turística y sus adláteres, al que, si sumamos el 5,7% generado por la construcción, en gran manera también ligada al turismo, nos encontramos que representa al 92% del mismo. En otras palabras, nuestra sociedad canaria es una “sociedad de servicios”, con absoluta dependencia de un factor tan inestable y volátil como el turismo. Esto nos ha convertido a los seres que moramos en esta colonia, con “nuestras” autoridades al frente, más que en “servidores”, en auténticos “serviles”.
Inmigrantes en Canarias, entre el colonialismo, la miseria y la xenofobia (II)
El turismo es, por tanto, el motor de este tercer sector en nuestra tierra, por lo que nos interesa conocer no solo las cifras actuales sino, también, cómo hemos llegado –y no precisamente por suerte- a este su absoluto predominio en el desarrollo de toda la vida insular, esto es, la génesis y desarrollo del fenómeno turístico. Merita la pena singularizar este apartado ya que, tarde o temprano, esta pandemia que nos machaca pasará, pero todo parece indicar que los rectores de la vida, la economía y la política en esta tierra no tienen la más mínima intención de variar el rumbo de colisión que llevamos arrastrando hace mucho tiempo. Por ello, a modo de addenda a la serie de “Inmigrantes en Canarias” que, innegablemente, es tema de largo recorrido, dedicaré un par de capítulos específicamente al turismo antes de seguir con el tema central de la inmigración foránea a esta tierra.
Prototurismo
Como coinciden dos especialistas en el tema, como son Nicolás González Lemus y Josefina Domínguez Mujica, y es, digamos, al menos curioso, que usen sin citarse mutuamente, la misma frase textual: “Si consideramos a los viajes como antecedentes del turismo, entonces el turismo existe desde siglos”, variando solo el lugar -inicial o final- de la frase en que ponen el nombre de Canarias en las dos expresiones, parece claro para los dos que Canarias es una veterana del turismo foráneo mundial. Echemos pues un vistazo a esos orígenes que el citado Nicolás G. Lemus denomina acertadamente como “prototurismo” en sus diferentes fases o vertientes, la científica, la terapéutica y la más general de viajeros curiosos que plasman escritas sus vivencias.
Desde el inicio de la conquista y colonización, invasores españoles, mercenarios normandos, especialistas del azúcar portugueses, banqueros florentinos y venecianos…europeos todos, al fin y al cabo, tuvieron en sus manos el destino de esta colonia, desde la esclavitud de los indígenas al reparto de tierras, aguas y prebendas. Primero fue con el dulce azúcar y más tarde, tras el cálido sabor de nuestros vinos, que vinieron nuevos banqueros y comerciantes europeos, sobre todo británicos, irlandeses incluidos. Nos convertimos también en punto de paso obligado en la ruta a las Américas o a las correrías africanas a la captura de esclavos y las Islas se sitúan en un imaginario europeo que, junto al deseo de nuevos conocimientos y mundos, combinaba entonces y lo sigue haciendo hoy, lo exótico, tropical y, por ende, marginal, proporcionando una relativa sensación de aventura, pero con bastante seguridad personal, puesta al alcance de europeos que dispusieran de una buena posición social y económica.
El prototurismo científico
No podemos poner en este apartado a la obra, “A description of the Fortunate Islands, otherwise called the Land of Canaria” de Thomas Nichols, viajero, comerciante y factor inglés en Canarias escrita por 1582 o 1583 porque, pesar de las interesantes descripciones que encierra, entre ellas la mención de la famosa -y aún “non trubada” cual nueva Borondón- “Cueva de las Mil Momias”, debe encuadrarse en el espíritu observador y curioso de su autor y no en el prototurismo científico pero, de facto, fue el impulso inicial. Traducida por Buenaventura Bonnet en 1933 -que la dio como publicada en 1526- fue una obra muy conocida en Gran Bretaña, aunque la historiografía canaria no le dio el valor que podía tener por su cercanía a la cultura precolonial, aún superviviente en muchos lugares de Canarias. El propio Viera y Clavijo apenas se hace eco comentando algún error –que probablemente no fue tal sino, más bien de interpretación- de la medida de la altura del Teide, todo ello a pesar de que es seguro que todo lo que transmitió sobre el pueblo guanche, sus reyes, sus costumbres, vestidos, enterramientos, etc. son fruto de la comunicación oral con indígenas que aún conservaban su conocimiento.
A Thomas Nichols lo calificó, años más tarde (1963), Cioranescu, por su profesión y religión, como “mercader de azúcar, hispanista y hereje”. Fue comerciante en La Laguna largos años, a la vez que factor en Tenerife de la firma británica Thomas Lok además de los también ingleses “Anthony Hikman & Edward Castlyn” que tenían también a Edward Kingsmill como factor en Las Palmas. Todos ellos importaban a Londres azúcar y vinos y exportaban a Canarias, en varias expediciones anuales, sobre todo manufacturas, paños y tejidos ingleses por valor de más de 100.000 ducados, casi el doble de la renta que extraía anualmente del Archipiélago de forma directa la metrópoli colonial española.
Rumeu de Armas dio a conocer el tortuoso proceso que incoó a Nichols la Santa Inquisición Española que lo mantuvo un quinquenio en una de sus prisiones.
Aunque tampoco fuera específicamente un relato científico, no podemos olvidar al cremonés Leonardo Torriani, al que su contemporáneo Fray Alonso de Espinosa llamaba Leonardo Turiani y lo etiquetaba como “ingeniero, que con sutil ingenio y mucho arte escribe la descripción destas islas”. Fue un ingeniero militar a las órdenes de Felipe II, que en su obra “Descrittione et historia del regno de l’Isole Canariae guía dette le fortunate” de 1590, fundamentada en su propia experiencia de un lustro de andanzas como ingeniero por todas las islas, describe cada una de ellas, sus habitantes –indígenas y postcoloniales- y su historia, con una relación de su subida al Teide –la primera conocida- y de la erupción, en mayo de 1585, del volcán que denominó “monte Teguseo” aunque sucedía en una llanura (Tacande).
Precisamente va a ser la especial configuración fisiográfica del Archipiélago y su volcanismo, con el Teide como punto de máximo atractivo, la que ejerza de imán de naturalistas y geólogos estableciéndose una corriente viajera científica que, con sus publicaciones, va ser importante para extender el conocimiento de las Islas en Europa. Desde este punto de vista científico, el interés por Canarias lo encontramos, tempranamente, ya en el S. XVII. Tal vez el primer trabajo publicado al respecto es el manuscrito que Sir Edmund Scory dedica a Sir Francis Bacon, el padre del empirismo científico y filosófico, en 1610. Samuel Purchas, tres lustros más tarde, hace público el trabajo de Scory en sus “Purchas His Pilgrimage, or Relations of the World and the Religions Observed in All Ages and Places discovered from thew Creation unto this Present”, “Observaciones” en las que se aportan noticias sobre los guanches, sus costumbres y organización social que causan sensación en Europa donde obtienen gran difusión y no solo entre geólogos o antropólogos sino entre el público europeo culto y curioso. En el texto de Scory, que Purchas publica en el Libro VII de esas “Observaciones” (Londres 1626) bajo el título de “Extracts taken out of the observations of the Right Worshipful Sir Edmund Scory, Knight off the Pike of Teneriffe, and other rarities which he observed there” trata a Scory de “Venerable Caballero del Pico de Tenerife” por el capítulo que dedica a nuestro volcán, su cráter y las características de las Cañadas, sus lavas y azufres.
Las británicas “Philosophicas Transactions” son la segunda publicación a nivel mundial y primera de la órbita anglosajona, que se dedicó íntegramente a la publicación y divulgación científica. De la mano de la Royal Society of London que encabezaba el químico Robert Boyle, la revista fue editada por primera vez en marzo de 1665 por Henry Oldenbur, primer secretario de la Royal Society, solo un par de meses después de la salida a la luz de la francesa “Les Journal des Sçcavans”, hoy “Journal des Savants”. Su influencia en el público anglosajón culto fue enorme. Repetidas veces acogió publicaciones sobre Canarias, relatando subidas al “Pico de Tenerife” reputado como uno de los más altos del mundo, aunque en un tiempo, antes de la época de los descubrimientos, se pensó que era el más alto y pavoroso.
Ya en 1667, Thomas Sprat, canónigo de Westminster, brillante seguidor del método científico de Sir Francis Bacon y autor de la “History of the Royal Society of London”, publicó en la revista un artículo narrando una expedición de mercaderes y hombres de crédito ingleses a la cima del Pico de Tenerife: “A Relation of the Pico Tenerife, receiv’d from some considerable merchants and menworthy of credit, who went to the top of it”.
Otro informe sobre una subida al Teide en ese siglo XVII es el que publica en 1679 Robert Hooke, científico inglés con un inmenso trabajo experimental en múltiples disciplinas científicas, compañero de Boyle en la fundación de la Royal Society y encargado de desarrollar los experimentos científicos en la misma. Hooke fue el genio que disputó a Newton la paternidad de la Ley de Gravitación Universal. Con el título de “An account of a Journey made to the highest part of the earth by my Ingenious Friend Mr. G.T” relata la subida al Pico de tres ingleses y un guía isleño. Hooke, además de estudiar la erupción del volcán de Fuencaliente en 1677, aprovecha para exponer su teoría sobre la formación de las Islas por sucesivas erupciones submarinas y los cataclismos asociados que habrían, de esa forma, logrado dar vida a la “cima más alta de la tierra”, el Teide.
Francisco Javier González