En un lugar de África, de cuya situación sí quiero acordarme…
Madre del Amor Hermoso, qué cantidad de revuelo, o incluso «palos» personales (no sólo hacia mí sino a otras personas), por compartir algo de lo que legítimamente y pacíficamente creo y creemos, sinceramente desde siempre, referido a que Canarias es una colonia de España y nuestro deseo de descolonización. O se los puedo decir de otras muchas formas, que la situación administrativa y política de Canarias perteneciendo a España no es ni mucho menos la más favorable para el estado de bienestar de las personas; de las personas canarias, evidentemente, pues hay intereses políticos y económicos de fuera de aquí, que se muestran siempre partidarios de que esta situación, que se extiende ya por más de cinco siglos, se siga perpetuando. Y sin entrar, que también se podría, en los beneficios, que creo más que constatados, en el fomento de nuestra cultura y en el cuidado de nuestro medioambiente, si tuviéramos una realidad administrativa diferente. Y sin entrar tampoco, que también se podría, en lo que podríamos llamar como justicia histórica, que haría referencia a que la situación política o administrativa actual en las Islas tiene sus raíces, más claras que el agua clara, en una invasión totalmente ilegítima e inmoral, que así ha sido reconocida hasta por quienes en su día equivocadamente la fomentaron; e invasión sobre una sociedad legítimamente constituida y organizada por personas que, en palabras sencillas, aquí estaban y no hacían daño a nadie; y disculpen si me alargué un pelín pero qué menos que esta muestra de respeto a los antepasados (los que pasaron por aquí antes) y de los que, caminando por estas tierras, me encuentro sus huesos en sus necrópolis y cuevas funerarias, junto con mucho otros yacimientos arqueológicos horriblemente tan olvidados, o peor que olvidados. Pero sigo, ya que la vida también es hacia adelante, a lo que iba; así que por tanto «palo», pues, recibido de quienes parecen llevar muy mal que alguien tenga una opinión u opción política diferente a las de ellos, aunque también sea una opción totalmente legítima y pacífica (y desde luego que por mi parte también más pacífica en las maneras que las de algunos de defender sus posiciones); es que he tenido a bien seguir reflexionando, brevemente, en aras a esclarecer, poner algunas cosas en su lugar (cosas que he visto tan tergiversadas), y en aras a nada menos que ayudar a la convivencia. Y lo haré y reflexionaré como siempre, sin ningún «palo», Dios me libre, pues los palos los considero muy adecuados para hacer corrales de cabras y no para otras cosas.
Siempre me llama la atención cómo mueve tanto a la gente estos temas políticos, y no sólo políticos, sino históricos, etc. Ojalá otros temas, como la solidaridad con los necesitados, la educación, el respeto a los mayores, la lucha contra las adicciones, etc., les muevan al menos tanto como esos temas políticos, etc., en que tanto lo muestran.
Yo respeto a todo el mundo, y mi opción política de ser anticolonialista (que sería un término mucho más adecuado que el de independentista en el ámbito canario) también es desde luego respetable. Totalmente respetable sin tener en cuenta si es una opción minoritaria o mayoritaria, en estos momentos o cuando sea. Aunque sea cierto que sería una opción mucho más cómoda si fuera más mayoritaria, pero ¿acaso alguna vez he tenido en cuenta lo que me llevaría a estar con la minoría para dejar de elegirlo? ¡Dios me siga librando de eso! Y, aunque creo que está bien claro, tampoco me mueve para nada (como he leído) el afán de ninguna división, puesto que no hay que confundir unidad (la cual apoyaré siempre) con unicidad. Queridos lectores, y para mí hermanos, el mundo está dividido administrativamente en diferentes estados, lo cual fomenta, entre otras cosas, la cultura, peculiaridades y particularidades de los diferentes lugares, contribuyendo a la riqueza global de todo el mundo, que se hace y se aumenta desde la diversidad y no desde la unicidad, y que se hace, también, respetando las diferencias particulares.
Tampoco puedo pasar por alto, no por mí sino por evitar que nadie esté cayendo en estos enredos, los argumentos basados en la fe cristiana que me han soltado para defender sus opiniones políticas. Con todo cariño, también quiero seguir respondiendo, sin querer dudar de la buena voluntad de nadie. Uno de estos inconsistentes argumentos fue el referido a una posición contraria a unas supuestas divisiones: lo cual está también sobradamente y evidencialmente respondido justo en el punto anterior a este párrafo. Y, en general, estos argumentos parecen caer en la tentación de sacralizar a un Estado (en este caso España); ante lo cual también les repito, no mis palabras, sino por citar a alguien y no a toda la Doctrina Social de la Iglesia, las de un sacerdote y profesor de Teología (nada sospechoso de no poseer digamos neutralidad política): «No se puede sacralizar el concepto de España». Hacer tal cosa no tendría ninguna lógica espiritual ni siquiera religiosa. Entonces México, Argentina, Cuba y Colombia, entre tantos otros, ¿se condenaron por «salirse» de España? Jajaja, disculpen la risa, pero ¿ven que no tiene ninguna lógica? Y algunos también dirán, aparte de los argumentos «cristianos», que esas naciones es que están en otro continente y hasta me dirán que mire mi DNI; ante lo que les pregunto si acaso no están las Canarias también en otro continente, y les invito a mirar sencillamente un mapa.
Firmemente creo, y lo creo junto al Organismo de las Naciones Unidas y a sus Resoluciones (aceptadas internacionalmente), que es un bien pasado y presente la descolonización de los pueblos, y por eso lo defiendo, más que por ninguna bandera, pues, por la gente, resumiendo.
Igualmente sigo y seguiré respetando a todos, aunque no sea recíproco; así mismo como sigo y seguiré sin juzgar a nadie, aunque no sea recíproco; pero bueno, son cosas que pasan en el amor, a los que estamos decididos a amar a todos, pues si sólo amáramos a los que nos aman, ¿qué merito hay en ello?
Desde la orilla… de la colonia, Javier Guillén