España: ¿Elecciones? ¡Oh no!
“¡Oh no!” parece ser la expresión que traduce el ánimo político de los representantes del pueblo español. Una expresión antidemocrática que señala a España como lo que es; lo mismo que podría haber dicho un dictador que se viese obligado a ponerle urnas al pueblo: España es lo que es.
La forma de gobierno española, con el sistema electoral donde se sustenta, no está preparada para situaciones multicolores. Ahora, después de cuarenta años de suposición democrática, es cuando se demuestra; de ahí la alarma y la expresión exclamativa de referencia. No hay nadie que pueda formar gobierno a la española y, por eso, el Estado camina en una situación que califican de desgobierno. Sin embargo, desde el 20D, no sufren sus trabajadores agresiones; se cobran puntualmente las ayudas; no se aprueban leyes o reformas de maltrato a personas y familias; y, en definitiva, reina una paz social que no había existido en esta década.
Europa y otros poderes externos, tienen prisa por tener su marioneta al frente del estado español. Quieren que se legisle dando unas cuantas vueltas de tuerca a la población: con una reforma laboral más férrea; con unas pensiones más inalcanzables; con unas ayudas sociales más desapercibidas; con mayor control policial sobre las personas y colaboración internacional… y más participación española en la guerra mundial que llega a Europa con la forma de lo que llaman “terrorismo”.
Hay que tener memoria histórica para no olvidar que fue Franco quien impuso la figura del Rey en España. Además, éste ratifico en principio a Arias Navarro (presidente del gobierno de Franco) una vez muerto el dictador. También hizo lo mismo con Adolfo Suarez, tras la aprobación de la Reforma Política (enero del 77). Pero, un año después, se somete a votación la posibilidad de seguir siendo gobernados por la monarquía borbona o implantar una Constitución que abriera las puertas a la actual Monarquía, que se sustentaría sobre una democracia representativa donde la monarquía impera.
La Constitución española no admitía enmiendas ni daba otra opción que no fuera la propia monarquía. O sea, su votación fue una auténtica farsa democrática. Sin embargo, es la que siguen protegiendo los partidos mayoritarios de entonces y de hoy; esa es la auténtica “marca España”.
Por eso, cuando crece la pluralidad en el gobierno las cosas no funcionan, al menos como estaba previsto. Aunque para el pueblo llano, para los trabajadores y trabajadoras, signifique un periodo de aliento. Fuera, los poderes fácticos esperan ansiosos para manejar el gobierno español a su antojo, exprimiendo de nuevo a las capas sociales más bajas con la crueldad que ya conocemos y la que amenaza con llegar.
España es así, cualquier otra opción se cataloga como “terrible”; y ante ese temor, ya es común ese “¡Oh no, elecciones no!” del que somos testigos.
Pedro M. González Cánovas
(Miembro de ANC)